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Quico Catalán, el presidente modélico que hunde al Levante con un error fatal
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Un traspiés con consecuencias

Quico Catalán, el presidente modélico que hunde al Levante con un error fatal

Catalán se precipitó al despedir a Paco López en la jornada 8 y ahora, con el equipo colista, ha tenido que echar a su sustituto y a toda la cúpula deportiva de la entidad granota

Foto: Quico Catalán, en una imagen de archivo. (EFE/Miguel Ángel Polo)
Quico Catalán, en una imagen de archivo. (EFE/Miguel Ángel Polo)

Estaba aturdido el presidente del Levante, Quico Catalán, ante los medios de comunicación en la madrugada del martes tras varias reuniones maratonianas. Dio respuestas cortas e inconexas. “El club”, repitió cuando le preguntaron sobre quién elegiría al nuevo entrenador del primer equipo. “El club”, insistía el hombre que acababa de destituir a toda la cúpula deportiva: al técnico, Javier Pereira, y a la dirección deportiva al completo (David Navarro, Manolo Salvador y Manuel Fajardo). El club es él. Lo ha sido en los últimos 11 años, desde que llegara en abril de 2009, primero como director general y, desde 2010, como presidente.

Foto: La grada Gedesco, durante el Levante-Getafe. (LaLiga)

El joven economista Quico Catalán (València, 1975) fue providencial en su día para el Levante UD. Llegó en plena ruina de la entidad granota, con más de 100 millones de deuda, inmersa en un concurso de acreedores, y lastrada por una etapa turbia del entonces máximo accionista, Pedro Villarroel. Catalán se movió con agilidad durante 10 años: consolidó al equipo en Primera, redujo la deuda, alcanzó un récord de socios (22.000), remodeló el estadio Ciutat de València y proyectó una ciudad deportiva nueva (Natzaret). Entre medias, coqueteó con el PP valenciano, rompió su promesa de abandonar la presidencia del Levante y se aseguró en la poltrona levantinista un sueldo anual de 400.000 euros más variables con la aprobación de la Fundación. Este organismo, formado por 23 patronos (siete de cargos públicos, tres directivos de la entidad y otros particulares como peñistas y veteranos), ha estado controlado por el presidente, claro.

Catalán ha sido el dirigente modélico del fútbol español. Su nombre ha sido postulado como un posible sucesor de Javier Tebas al frente de la Liga. Acertó en casi todo. También al cambiar de opinión y evitar la venta del Levante al millonario norteamericano Robert Sarver el 28 de julio de 2015. El cuadro granota había llegado a Europa en 2013 con Juan Ignacio Martínez en el banquillo, alcanzó las semifinales de la pasada Copa del Rey con Paco López y volvió a contar, en octubre de 2020, con un internacional español, el centrocampista José Campaña, el segundo en la historia levantinista después de Ernesto Domínguez en 1963.

placeholder Los jugadores del Levante, abatidos tras un mal resultado. (EFE/Kai Forsterling).
Los jugadores del Levante, abatidos tras un mal resultado. (EFE/Kai Forsterling).

Justo un año después, todo parece haberse venido abajo. Las cuentas tampoco le salen. Son las peores de su mandato. El último presupuesto presenta unas pérdidas de 17,4 millones. Le obliga a vender jugadores para cuadrarlas. Las presentará en la junta de accionista del próximo día 12. Pero mucho peor es lo deportivo. El Levante es colista, con siete puntos en 15 jornadas. La pesadilla arrancó el pasado 4 de octubre, el día de la desafortunada decisión.

El presidente llamó a Paco López para despedirlo. Apenas era la jornada 8 y el equipo solo había entrado en zona de descenso unos minutos antes, cuando el Granada le había ganado al Sevilla (1-0). López había mantenido cuatro temporadas al Levante en Primera, algo inédito en los 112 años de historia de los levantinistas. El técnico valenciano le había dado una estabilidad inaudita en el cuadro de Orriols. Estaba acostumbrado a retos imposibles: cuando en 2018 le ascendieron del filial a falta de 11 jornadas para sustituir a Juan Ramón López Muñiz, logró ocho victorias, dos empates y una derrota.

A pesar de los agasajos del propio presidente al día siguiente del despido, López se sintió maltratado. Entendió que el Catalán, guiado por la dirección deportiva, había sido muy desagradecido. El presidente se había dejado llevar por un espejismo, un caldo de cultivo envenenado: le exigían al entrenador que el Levante se acercara a Europa sin haberle fichado más que a jugadores de Segunda, y le acusaban de no saber defender y de no tener al equipo en las mejores condiciones físicas. Apenas dos meses después, la realidad se ha demostrado muy distinta: Paco López había sacado oro de una plantilla muy ajustada, conquistando la tranquilidad en Primera y unas semifinales de Copa del Rey.

placeholder Paco López, en su despedida como entrenador granota. (EFE/Manuel Bruque)
Paco López, en su despedida como entrenador granota. (EFE/Manuel Bruque)

La elección de su sustituto sorprendió a propios y extraños. Javier Pereira presentaba un currículo exiguo; una etapa de segundo de Juan Ignacio Martínez en el Levante y un paso por China como primer entrenador. El resultado de Pereira ha sido de tres puntos de 21 posibles. Tres empates. El joven romano Alessio Lisci, de 36 años, procedente del filial, será el relevo eventual. Hasta la elección de un nuevo entrenador. A cargo del club. A cargo del presidente que cometió un error fatal y perdió el halo de presidente modélico.

Estaba aturdido el presidente del Levante, Quico Catalán, ante los medios de comunicación en la madrugada del martes tras varias reuniones maratonianas. Dio respuestas cortas e inconexas. “El club”, repitió cuando le preguntaron sobre quién elegiría al nuevo entrenador del primer equipo. “El club”, insistía el hombre que acababa de destituir a toda la cúpula deportiva: al técnico, Javier Pereira, y a la dirección deportiva al completo (David Navarro, Manolo Salvador y Manuel Fajardo). El club es él. Lo ha sido en los últimos 11 años, desde que llegara en abril de 2009, primero como director general y, desde 2010, como presidente.

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