"¡Este chico está tocado por los dioses!": Ansu Fati destierra el pesimismo en el Barça
Con el dorsal '10' a la espalda, 11 meses de baja y cuatro intervenciones de rodilla en su hoja de servicios, el joven delantero de 18 años es la mayor esperanza azulgrana este año
El regreso de Ansu Fati al Camp Nou revolucionó el presente más inmediato de un club que atraviesa uno de sus periodos más negros. En un momento en el que tanto la crisis económica como la deportiva de la entidad coinciden con una fractura entre la junta directiva y el técnico del primer equipo, Ronald Koeman, la vuelta del bisoño delantero de tan solo 18 años mudó el gesto de la afición azulgrana. Necesitados de una inyección de adrenalina y un torrente de carisma antes del trascendental choque de Lisboa contra el Benfica de este miércoles, Ansu Fati entró al partido como una exhalación. En tan solo 14 minutos, regateó en la primera pelota que tocó, estuvo cerca de provocar un penalti y sentenció el encuentro con un latigazo seco. Solo al alcance de un prodigio.
No hubo ni rastro de miedo en sus movimientos. Ni un ápice de duda en sus acciones. Los más de 11 meses sin disputar un partido oficial y las cuatro intervenciones en su maltrecha rodilla se evaporaron para quedarse en el recuerdo cuando flotó por el césped y encendió a la grada local. “Sales al campo tras casi un año sin jugar, vienes de una lesión importante y... marcas. ¡Este chico está tocado por los dioses!”, cuenta Charly Rexach al otro lado del teléfono. Una de las voces autorizadas del barcelonismo describe qué hace tan especial al atacante de 18 años. “La ventaja de este chico es que, cuando uno sale de una lesión tan bestia y con tantas intervenciones, siempre piensa ‘cuidado con la rodilla, no vayas al límite...’, pero él salió a todo gas sin necesidad de ganar confianza; como si no hubiese pasado nada. Es increíble”.
Con el '10' de Messi a la espalda
El canterano azulgrana e internacional español no necesitó mucho para responder a la ovación que le brindó el Camp Nou en su regreso con un dorsal, el ‘10’ de Leo Messi, que supondría una carga demasiado pesada para la mayoría de futbolistas de élite. “Para mí el ‘10’ no es una presión añadida, es un orgullo. Quiero agradecer al club y a los capitanes que me hayan dado la oportunidad de llevar un número que ha dado mucho a este club”, confesaba al finalizar el encuentro. Antes, con la explosión de alegría que supuso el gol, se encargó de honrar a quienes le estuvieron apoyando durante estos duros meses. Primero, a sus padres y luego, al doctor Lluís Til y a Jordi Mesalles, fisioterapeuta del club y clave también en tantas y tantas horas de rehabilitación.
Pero el impacto de Ansu Fati fue más allá de los espectaculares números que dejó ante el Levante en un abrir y cerrar de ojos: 16 toques, 8/9 pases acertados, 3/3 duelos ganados, 1 pase clave que permitió el disparo de otro compañero, 1 regate completado y 1 gol en el único disparo entre los tres palos que lanzó según el portal de datos Sofascore. Donde otros se hubiesen limitado a cumplir, él la rompió. “El miedo se contagia, pero la euforia y la ilusión, también. Hace una semana el Barça era un desastre, pero Ansu tiene mucho de lo que necesita el club en la actualidad. Cuando la gente va al estadio espera que un jugador haga algo diferente. Dar 100 pases lo puede hacer alguien muy técnico, pero eliminar a un rival, jugársela y decidir... muy pocos", explica Rexach.
Para un Barça desprovisto de liderazgo, ídolos y calidad diferencial en el último tercio del campo, la vuelta de Ansu Fati es un regalo caído del cielo. “Es un chaval muy convencido de sus posibilidades. Sé de buena tinta que no se asusta. Otro, en su lugar, habría salido temblando con el ‘10’ de Messi. Pero a él no le importa porque tiene una mentalidad muy fuerte, la necesaria para jugar en este Barça”, detalla Rexach. Lo sabían sus compañeros, especialmente Ronald Araujo, quien no dudó en coronar el cielo de Barcelona al levantar a Fati como si hubiese marcado el gol más importante de la temporada y dejar una fotografía icónica para la posteridad.
Ansu Fati fue capaz de cambiar el estado de ánimo colectivo del barcelonismo en los pocos minutos que estuvo sobre el verde. De insuflarle un subidón al pesimista azulgrana que acudió al Camp Nou el sábado. Algo que él mismo se encargaría de apuntalar en sus declaraciones a Movistar + después de agradecer a todos los que han contribuido a su recuperación: "Esto es muy largo y acaba de empezar. Somos el Barça y tenemos que pelear por todo. Por LaLiga, la Champions League y todas las competiciones". Un mensaje radicalmente distinto al de "hay que ser realista" de Koeman o al "esto es lo que hay" que Piqué matizaría en Cádiz.
Ahora solo cabe esperar que no se produzca una recaída que frene el crecimiento de jugador y equipo. Lo explicaba el mismo Ansu "dependerá de cómo me vaya encontrando y de los minutos que tenga, pero soy uno más. Estaré disponible cuando el equipo necesite ayuda". Sin embargo, Rexach pide "paciencia y cabeza aunque haya ilusionado a la parroquia", ya que después de tanto tiempo de inactividad, debe ir sumando minutos. Asimismo, el exentrenador azulgrana destaca que "nadie puede presionarle con que ahora marque cada cinco minutos o que juegue 90 minutos, pero ha cambiado el pesimismo que había impregnado al Barça en los últimos partidos".
El regreso de Ansu Fati al Camp Nou revolucionó el presente más inmediato de un club que atraviesa uno de sus periodos más negros. En un momento en el que tanto la crisis económica como la deportiva de la entidad coinciden con una fractura entre la junta directiva y el técnico del primer equipo, Ronald Koeman, la vuelta del bisoño delantero de tan solo 18 años mudó el gesto de la afición azulgrana. Necesitados de una inyección de adrenalina y un torrente de carisma antes del trascendental choque de Lisboa contra el Benfica de este miércoles, Ansu Fati entró al partido como una exhalación. En tan solo 14 minutos, regateó en la primera pelota que tocó, estuvo cerca de provocar un penalti y sentenció el encuentro con un latigazo seco. Solo al alcance de un prodigio.