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La marcha de Messi del Barça es imparable tras los números rojos y los fichajes fallidos
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su continuidad en un futuro es insostenible

La marcha de Messi del Barça es imparable tras los números rojos y los fichajes fallidos

El argentino tiene asumido que la crisis puede ser larga en un Barcelona que necesita más recortes y con unas cuentas que reflejan 97 millones de euros en pérdidas

Foto: Leo Messi durante un partido del Barcelona. (Efe)
Leo Messi durante un partido del Barcelona. (Efe)

La salida de Leo Messi es imparable después de conocer los números rojos en la economía del club y las dificultades para hacer los fichajes de Eric García y Depay. Bartomeu se agarra a un ejercicio de responsabilidad para no haber realizado ninguna de las dos contrataciones. La continuidad de Messi, frenada tras la petición del burofax, es insostenible si había alguna opción de retenerle en un futuro. El argentino tiene asumido que la crisis puede ser larga en un Barcelona que necesita más recortes. Criticó la planificación y habló de “malabares”. No le falta razón cuando vuelve a comprobar la falta de liquidez para concretar dos fichajes. Tanto Eric García como Depay tenían un acuerdo con el club, pero no fue posible realizar sus traspasos por un coste de 35 millones de euros.

El presidente pedirá comprensión a Koeman y, aunque el técnico sabía donde se metía, tenía la esperanza de hacer un equipo a su medida. No ha sido así. El proyecto deportivo del Barcelona no solo no se ha reforzado sino que está más cuestionado por el mercado de fichajes. No se ha cumplido ninguno de los dos objetivos. No han llegado dos peticiones de Ronald Koeman. Solo la de Dest porque se pudo vender a Semedo al Wolverhampton por 30 millones de euros. El técnico holandés, como le sucede a Leo Messi, tiene que estar decepcionado por la falta de músculo de un club que justifica la cancelación de las operaciones por la negativa de Umtiti y Dembélé a salir y así poder dejar hueco a los fichajes.

placeholder Koeman, pensativo en el banquillo, y Messi en el campo. (Efe)
Koeman, pensativo en el banquillo, y Messi en el campo. (Efe)

Los números no mienten. La prueba del algodón está en las cuentas que ofreció Jordi Moix, el vicepresidente económico, el lunes con unas pérdidas de 97 millones de euros y un descenso en los ingresos de 203 millones de euros. La deuda neta es de 488 millones millones de euros. El Barcelona sufre el impacto del coronavirus más que otros grandes. El Real Madrid cerrará el ejercicio con algo más de 300.000 euros de superávit (según Marca) después de no hacer fichajes, pedir a los jugadores que se bajaran el sueldo, que no cobraran las primas por los títulos e ingresar 110 millones de euros en ventas.

Otros clubes como la Juventus presentan unas pérdidas de 71,4 millones de euros y una deuda neta de 385,2 millones de euros. Clubes como el Manchester United no han hecho oficial el resultado final, aunque durante la parón de la competición en el mes de marzo informó de perdidas superiores a los 22 millones de euros. Aún así, la propiedad ha podido gastar en fichajes y demuestra que en Inglaterra está el dinero. La Premier League ha gastado un total de 1.388 millones de euros por los 412 de la Liga. El campeonato italiano, que beneficia a los jugadores con una presión fiscal menor, supera al español con 748 millones de euros. Sobre la bocina respira un club con tensión en la tesorería como el Atlético de Madrid con el ingreso de los 50 millones de euros de Thomas.

Escenario de crisis

A Messi le toca adaptarse al escenario de crisis hasta que llegue el momento de marcharse. Lo hará con la amenaza de que pueda llegar un nuevo recorte y con otro papel en el equipo de Koeman. Pagará las consecuencias de la marcha de Luis Suárez y que no haya llegado un delantero (Lautaro era el primer objetivo). Messi tendrá que jugar muchos partidos de falso nueve, una posición que no le apasiona, y que le quita margen de maniobra porque, además de no venir un delantero, se ha recolocado a Coutinho en la mediapunta con el objetivo de que el fichaje más caro de la historia del club encuentre su sitio y explote. Esto son malabares de otro tipo. Tácticos. La pelota ya está en el tejado de Koeman. Un técnico que no sabe qué hacer con Antoine Griezmann.

El problema de fondo sigue siendo Messi y cómo reaccionará a un mercado de fichajes que tiene una lectura demoledora. El Manchester City es el último club que deja en evidencia las habilidades de Bartomeu para hacer un fichaje que no sea un intercambio tipo Arthur-Pjanic. El primero que le dio calabazas fue el Paris Saint Germain cuando jugó al gato y al ratón en la negociación para el retorno de Neymar. El jeque y el presidente Nasser Al-Khelaifi hizo ir y venir a la delegación del Barça a París para nada después de que el jugador brasileño pusiera de su parte y presionara para irse a jugar con sus amigos Messi y Luis Suárez.

placeholder Josep María Bartomeu, presidente del Barcelona. (Efe)
Josep María Bartomeu, presidente del Barcelona. (Efe)

Ahora es el Manchester City el que envía un mensaje rotundo a Messi. Algo así como reforzarle su idea de que está en el club de los números rojos. El que no puede hacer frente a un proyecto más ambicioso por sus problemas financieros y, que no tenga dudas, de que con Pep Guardiola tendrá un equipo ganador. El City se negó e hizo todo lo posible para que Eric García, al que le queda una temporada de contrato, fichara por el Barcelona. Pidió 10 millones de euros más otros 10 en variables. Bartomeu se retiró de la negociación. No hablamos de unas cifras escandalosas. El presidente queda como un perdedor a ojos de Koeman y también de Messi.

El Manchester City, que se ha reforzado con dos centrales (Ake y Rubén Dias), podría haber sido más flexible con la situación de Eric García. No quiso. El jugador pidió que le ayudaran a salir para irse al Barcelona. Pero si le han cerrado las puertas no es solo porque Bartomeu no llegara a las cifras sino para demostrar a Messi que no se equivoca si da el paso de poner fin a su etapa en el Barça y se une al proyecto de Pep Guardiola.

Messi se puede volver a sentir decepcionado y, después de pedir perdón a la afición por todo lo que sucedió en los días de más tensión con el episodio del burofax, el último día del mercado le da la razón. Lo que le quede por jugar en el Barcelona lo hará con compromiso y con la mayor profesionalidad un jugador que no es sospechoso de no querer meter la pierna para evitar una lesión. Pero de lo que no hay duda es que el estado de ánimo refleja poco entusiasmo.

Las confidencias con Jordi Alba

Bartomeu tenía una ocasión para hacerle ver a Messi que la plantilla iba a ser mejor en ese proceso de revolución que anunció como necesario después del humillante 2-8 en Lisboa. Las salidas de Rakitic, Arturo Vidal, Luis Suárez, Rafinha, Arthur y Todibo sirven para aligerar una masa salarial que ha sido reduccida en 42 millones de euros, según las cuentas del club, pero también para ir descontando los días que le quedan a Messi en Barcelona.

Lo del mercado de fichajes en este verano-otoño, por llamarlo así porque ha sido más mercadillo que otra cosa, no es nada con lo que viene en menos de tres meses cuando se abra el de invierno. En enero está lo gordo. Será el momento en el que Leo Messi negocie con libertad con cualquier equipo después de que Josep María Bartomeu le hiciera quedarse contra su voluntad y agarrándose a la interpretación de una cláusula confusa por el retraso de la temporada provocada por el coronavirus. Messi se quedó a disgusto. Todavía esboza alguna una sonrisa con su amigo y confidente Jordi Alba. De lo que no hay dudas es que en los primeros partidos le falta entusiasmo.

La salida de Leo Messi es imparable después de conocer los números rojos en la economía del club y las dificultades para hacer los fichajes de Eric García y Depay. Bartomeu se agarra a un ejercicio de responsabilidad para no haber realizado ninguna de las dos contrataciones. La continuidad de Messi, frenada tras la petición del burofax, es insostenible si había alguna opción de retenerle en un futuro. El argentino tiene asumido que la crisis puede ser larga en un Barcelona que necesita más recortes. Criticó la planificación y habló de “malabares”. No le falta razón cuando vuelve a comprobar la falta de liquidez para concretar dos fichajes. Tanto Eric García como Depay tenían un acuerdo con el club, pero no fue posible realizar sus traspasos por un coste de 35 millones de euros.

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