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Así es el 'bocazas' agente de Bale que le ha quitado Saúl a Jorge Mendes
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luka modric, su amigo, le dio una de cal y otra de arena

Así es el 'bocazas' agente de Bale que le ha quitado Saúl a Jorge Mendes

Jonathan Barnett salió de nuevo a defender sin frenos a su representado, Gareth Bale, mientras el madridismo le pone en duda y sus compañeros sospechan de su compromiso

Foto: Bale y Modric, en el Clásico. (Reuters)
Bale y Modric, en el Clásico. (Reuters)

Una capa de escarcha cubre la relación entre el madridismo —entendido en su versión más amplia— y Gareth Bale. El jugador galés lleva seis años ya en España y nunca ha llegado del todo a quitarse el cartel de su precio, esos 100 millones de euros que le acompañan allá adonde va. El monto fue enorme, es evidente, pero en ese rango se movió Cristiano Ronaldo y en su caso no aparecía la cifra con frecuencia en las conversaciones. Era la prueba de que su rendimiento había logrado convertir esa cifra en algo razonable, pues en el fútbol siempre es así si hay goles y se ganan partidos, todo lo demás es superfluo. Cristiano, para Bale, es la vara de medir y ahí, más que en cualquier otro ámbito, es donde el jugador galés está siendo incapaz de colmar las expectativas. Porque ellos están en las grandes ligas mundiales, son los jugadores por los que los agentes matan. Solo hay que ver la última rajada de Jonathan Barnett, el representante de Bale, un personaje controvertido que acaba de quitarle a Mendes una de sus estrellas de futuro: Saúl Ñiguez.

"¿Cristiano? Algunos tenían que dar un paso adelante, y no meter 50 goles, pero nos faltan dos o tres jugadores que marquen 15-20 goles", explicaba Luka Modric, sin poner nombres en las casillas marcadas de esos hipotéticos goleadores. Pero nadie duda de que uno de ellos tendría que haber sido Bale. Para eso se le compró, por eso se pagaron los 100 millones. Modric es, al mismo tiempo, uno de los mejores jugadores del equipo, el actual Balón de Oro, un orador muy razonable, un buen —y crítico, que esto falta mucho— analista de la realidad blanca y, finalmente, quizá quien mejor conoce a su compañero. Ya coincidieron años en el Tottenham y su relación es fluida, es probablemente el mejor amigo que tiene en el plantel, pero el croata tampoco va a engañarse: la situación no es un campo de rosas.

Foto: Gareth Bale (d) junto a Modric en el césped del Bernabéu. (EFE) Opinión

Cuando le tuvo que nombrar directamente, le defendió. "Está bien, yo lo veo bien. A veces un jugador entra en una fase de carrera donde no se siente mejor y a todos nos pasa. Me pasó a mí en el pasado. Yo le veo feliz y con ganas. No podemos olvidar lo que hizo por este club, las cosas se olvidan muy fácil", explicó Modric. Es un poco el discurso institucionalizado, el de decir que es mejor de lo que se ve y recordar lo mucho que ha aportado al club, algo que es opinable: ha estado en momentos clave de la historia reciente del equipo pero también ha tenido largas temporadas en las que su fútbol dejaba mucho que desear. Y más tiempo lesionado del deseable.

Modric no lo verbaliza pero es consciente, como el capitán Sergio Ramos, de que hay cuestiones de la adaptación de Gareth Bale que están lejos de ser óptimas. Llevar seis años en España y tener un conocimiento solo rudimentario del idioma es quizá lo que más llama la atención. Barnett, un cruzado de la causa, dice que no es cierto, que lo habla bien, pero sus compañeros siguen saliendo de vez en cuando a desmentirlo. Tampoco se le ve en las cenas de equipo ni en las conjuras. No es obligatorio acudir, Kroos es otro que se las suele saltar, pero cuando las cosas vienen mal dadas, estar fuera del rebaño te deja desprotegido. Lo del golf, que más que una afición parece una obsesión, sería intrascendente si los resultados acompañasen, pero como no es el caso, se buscan distracciones y esta puede ser una de ellas.

placeholder Bale, entrenándose. (EFE)
Bale, entrenándose. (EFE)

El enfado de Bale

Bale ha llegado a ese punto en el que tiene que hacerlo muy bien para que la afición deje de sospechar de él, y es grave. Para empezar, hace tiempo que perdió la titularidad en el equipo, algo que a él le cuesta admitir. Se considera mejor jugador que Lucas Vázquez o que Vinícius, que son las primeras opciones para Santiago Solari. Hay jugadores, algo similar le ha ocurrido a Isco, que son incapaces de aceptar la competencia o el banquillo. Bale está enfadado y no necesita hablar —él evita en la medida de lo posible dar explicaciones— para que todo el mundo lo sepa. Se vio en el extraño corte de mangas del derbi y también en el gol en el que se quitó a Lucas de la chepa cuando acudía a celebrar con él. Gestos que no gustan a la grada de nadie, pero que se pueden perdonar —o mirar hacia otro lado— si el que los hace tiene una productividad como la de Cristiano Ronaldo.

Hay otro problema en el precio, y es que cuando desembolsas 100 millones no solo pides unas cuantas jugadas o un puñado de goles, también una marca, una imagen y un líder. Esto último no cuadra, y probablemente nunca cuadrará, con Bale, que es más bien retraído y está muy alejado de todo lo que ocurre a su alrededor. Se habla de su individualismo, de esa manera de ir a su bola. Eso también disgusta a sus compañeros, que se encuentran teniendo que defender la actuación de un jugador que no rema en la misma dirección.

Quien no tiene dudas sobre Bale es Jonathan Barnett, que es su agente y vive también del bienestar del jugador. Es un habitual en el ámbito de las 'rajadas', como se conoce en el mundo periodístico a aquellos que gritan titulares sin cortarse. En este caso, ha cargado contra la afición del Madrid por silbar al jugador, algo que es probable que vuelva a ocurrir en las próximas semanas si las dinámicas no cambian mucho. Este es un tema que solo puede ir a peor, pero Barnett asegura que no hay problema, que él es feliz en la ciudad, que está plenamente adaptado y que todo lo que ven y oyen es erróneo. Añade que no quiere irse, y eso puede llegar a ser un gran conflicto para el club.

Barnett tiene un estilo declarativo similar al de Jorge Mendes, al que acaba de quitar la representación de Saúl Ñiguez, que ha dejado de formar parte de Gestifute para entrar en la cartera del británico, en la empresa Stellar. De Mendes se mofaron muchos por esa obsesión de ensalzar a Cristiano por encima de lo racional. No es que para él fuese el mejor futbolista del momento, es que lo era de la historia, más allá, el mejor deportista de la historia, y todos los premios que no ha recibido en su carrera fueron, consecuentemente, mal seleccionados. A Barnett, que comenzó su trabajo en el mundo del boxeo asesorando al campeón Lennox Lewis, le sucede algo similar con Bale. Mira su carrera, sus números, y encuentra en él una historia de éxito. Le marca como un jugador histórico del Madrid y asegura que tienen que besar por donde pisa, recuerda los goles importantes que ha marcado y los extrapola mucho más allá hasta otorgarle un papel en el club con el que pocos en la grada estarían de acuerdo.

placeholder La oficina madrileña de la agencia de Barnett.
La oficina madrileña de la agencia de Barnett.

Jonathan Barnett, negociar hasta reventar

Queda un hilo más del que tirar en esta agitada relación: Florentino Pérez. El rey sol del Real Madrid desembolsó un dineral por el jugador, lo que le convirtió directamente en una de sus apuestas personales. Gareth Bale, durante mucho tiempo, era un jugador que tenía que ser una historia de éxito y el club así lo reforzaba. Han pasado los años y se ha perdido parte de esa relación. Aunque siempre será un fichaje de Florentino, su intensidad se ha aguado con el paso del tiempo. Barnett y Bale, además, no olvidan cómo fue la salida del jugador del Tottenham y esperan que los gestos que hicieron aquel verano sean recordados siempre. El galés forzó su traspaso, casi se declaró en rebeldía, porque hablar con el presidente de lo Spurs, Levy, siempre requirió de los más grandes esfuerzos.

Barnett pertenece a la primera división mundial de los agentes, esa en la que se encuentran muy pocos nombres que operan a su gusto en el fútbol mundial. El lugar en el que están Jorge Mendes, Pini Zahavi o Mino Raiola. Todos ellos compiten en el mismo mercado y rastreando un poco sus biografías, se ve que es un oficio hecho solo para unos pocos. Hay que estar dispuesto a forzar al extremo, a negociar a cara de perro, a mentir si la ocasión lo requiere. Hacer todo, sin pensar en los extremos. Barnett tiene en Bale, además, la joya de la corona de un imperio millonario que sigue en expansión.

Foto: Gareth Bale, en la semifinal de Copa del Rey. (Reuters)

El de Saúl es el último movimiento, pero habrá más. Luis Alonso dirige su oficina en España, y en este momento son tres los agentes que se coordinan para cubrir el territorio ibérico, el exjugador Brais Lorenzo, Juan Zamora y Clemente Araujo, según informa su página web. Sus oficinas están en la calle Villanueva, muy cerca del Retiro, en una zona privilegiada de la capital, y el de Saúl es, por el momento, el perfil más alto que han conseguido captar en el fútbol español.

El mundo del fútbol tiene códigos difíciles. El Granada se quejó públicamente de la intermediación de Alonso en el fichaje de El Zhar y el propio Barnett fue en su momento suspendido durante nueve meses por la federación inglesa por la intermediación en el fichaje de Ashley Cole. En aquella refriega legal, y como último detalle para conocer al superagente, el inglés se defendió con uñas y dientes, hasta el punto de contratar al más famoso abogado litigante del país, Lord David Pannick, barón de Pannick, que ha representado al Comité Olímpico Británico, a Max Mosley o a la Corona inglesa. También a Jonathan Barnett. No es poca cosa.

Una capa de escarcha cubre la relación entre el madridismo —entendido en su versión más amplia— y Gareth Bale. El jugador galés lleva seis años ya en España y nunca ha llegado del todo a quitarse el cartel de su precio, esos 100 millones de euros que le acompañan allá adonde va. El monto fue enorme, es evidente, pero en ese rango se movió Cristiano Ronaldo y en su caso no aparecía la cifra con frecuencia en las conversaciones. Era la prueba de que su rendimiento había logrado convertir esa cifra en algo razonable, pues en el fútbol siempre es así si hay goles y se ganan partidos, todo lo demás es superfluo. Cristiano, para Bale, es la vara de medir y ahí, más que en cualquier otro ámbito, es donde el jugador galés está siendo incapaz de colmar las expectativas. Porque ellos están en las grandes ligas mundiales, son los jugadores por los que los agentes matan. Solo hay que ver la última rajada de Jonathan Barnett, el representante de Bale, un personaje controvertido que acaba de quitarle a Mendes una de sus estrellas de futuro: Saúl Ñiguez.

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