El extraño caso de Gayá, el hombre sereno que prefirió el arroz a banda al Real Madrid
Gayá, lateral alicantino del Valencia, es un futbolista enraizado a su tierra y sus costumbres. Con el ego -e inquitud- profesional bien alimentado, su prioridad es trabajar cerca de casa
A José Gaya (23 años) no hay nada que más le guste que juntarse con sus amigos de siempre y comer un arroz a banda. O enseñar a los niños de su Campus de fútbol cómo se golpea la pelota con el empeine. Él y el Valencia son una familia. Y de Paterna o Mestalla no lo sacan, de momento, ni con agua hirviendo. De hecho, ya lo intentó el Real Madrid y José les cerró la puerta. También lo intentó el PSG cuando Emery estaba en el banquillo del equipo francés y se topó con una sonora negativa como respuesta. Ahora le toca al Atlético, que busca un zurdo veloz. Pero a Gayá, el Correcaminos de Pedreguer (Alicante), no es fácil arrancarle las raíces.
Gaya echó raíces y casi le salieron los dientes en el predio valencianista de Paterna. Ingresó en la Escuela del Valencia a los diez años. Su padre, José Luis, valencianista, asumió el 'sacrificio' de llevar a su hijo a entrenar tres días a la semana sin importarle los 240 kilómetros –entre ida y vuelta– que tenían que recorrer desde Pedreguer (Alicante) hasta la ciudad deportiva valencianista. José Luis salía del banco donde trabajaba, recogía al hijo del colegio y, tras comer casi a la carrera, ambos se metían en la carretera en dirección a Valencia. El pequeño Gayá hacía los deberes escolares dentro del coche, a la vez que soñaba con emular al gran Philipp Lahm, su ídolo de siempre. El zurdo de Pedreguer, no obstante, comenzó de delantero. No era musculoso. Nada parecido a un armario empotrado, pero su olfato de gol era de primer nivel. Tanto que sus amigos de Paterna comenzaron a llamarle el 'Rey Pescador', porque balón que pescaba en las inmediaciones del área rival, balón que moría, indefectiblemente, dentro.
Pero en aquellos años de juvenil, el Valencia hizo dos buenos negocios con sendos laterales izquierdos, Jordi Alba y Bernat, ambos vendidos respectivamente a Barcelona y Bayern Munich, con una tipología muy similar a Gayá. Por lo que los técnicos de la cantera, con buen criterio, decidieron probar al joven futbolista en el flanco zurdo de la defensa. El argentino 'Lagarto' Pizzi, entrenador valencianista, tiró de Gayá y éste no defraudó. Era rápido, movía el cuero con criterio y sus centros desde la esquina eran tan templados que parecían de dibujo.
El "no" al Real Madrid
Con apenas veinte años, y aprovechando su relativa baja cláusula (25 millones), el Real Madrid trató de mover pieza y fichar a Gayá. Pero, para sorpresa de todos, el futbolista se bajó del autobús. No era su momento, aseguró, y tampoco llenaba su espíritu la suculenta oferta madridista. Llegaba a un campeón de Europa, uno de los grandes reyes del fútbol mundial, pero fuera de Valencia no tenía a sus amigos ni a su gente -dijo en su momento-. Porque Gayá, aseguran, es un tipo que valora por encima de todo la familia y algo tan intangible pero igualmente sólido como es un buen amigo. Y con ellos, tras los entrenamientos, suele comer un buen arroz en La principal o un variado de sushi, en el Komori (que en japonés significaba murciélago).
Por las noches no puede mantener un ojo abierto. Su ritmo profesional es alto y tiene que descansar, pero José Gayá se graba todos los partidos de la NBA y se los bebe literalmente en las tardes, sobre todo a LeBron James, un marciano estratosférico, al decir del futbolista. El PSG de Unai Emery (actual entrenador del Arsenal) trató de fichar a un lateral zurdo y llamó a la puerta del Valencia, pero el cuadro che, a instancias de Gayá, no se las abrió. Dicen que ahora es el Atlético, en previsión de la segura marcha del brasileño Filipe Luis, el que va a dirigir sus tiros en dirección al internacional valencianista. Aunqque saben que Gayá, a sus 23 años, mantiene muy sólidas sus prioridades y por ello piensan plantear una dura batalla.
Gayá, los compañeros, sus raíces
Gayá los espera con la guardia alta y una sonrisa de mar. El zurdo, el correcaminos de Mestalla, vive momentos profesionales en una escala alta y no tiene ganas de renunciar a nada. Es el segundo capitán del Valencia -el primero es Parejo- y tiene un lugar muy amplio en el corazón del vestuario valencianista. En el sancta santorum, más que compañeros, son hermanos, y juntos se aprestan a seguir viviendo muchas batallas. Es fácil verlos salir en collera, sea Santi Mina o Parejo o Rodrigo, porque entre todos existe una sintonía total.
Y en las vacaciones, nada como seguir enganchado al fútbol y a mover los hilos de su Campus para niño en su pueblo de Pedreguer. Gayá no es de los que van, se hacen la foto y se despiden. El internacional se implica en las tareas de maestro y enseña a los chavales el manejo adecuado de la pelota, los movimientos de ataque/defensa, las picardías necesarias para llegar muy lejos al fútbol. Después, con el resto de los profesores, toma el coche y se desplaza a la vecina Denia, donde le esperan la gente del Pegolí. Allí ponen los mejores arroces de la zona y las gambas rojas casi vivas. La vida de Gayá se escribe en valenciano y va a resultar harto complicado sacar al Correcaminos de sus raíces.
A José Gaya (23 años) no hay nada que más le guste que juntarse con sus amigos de siempre y comer un arroz a banda. O enseñar a los niños de su Campus de fútbol cómo se golpea la pelota con el empeine. Él y el Valencia son una familia. Y de Paterna o Mestalla no lo sacan, de momento, ni con agua hirviendo. De hecho, ya lo intentó el Real Madrid y José les cerró la puerta. También lo intentó el PSG cuando Emery estaba en el banquillo del equipo francés y se topó con una sonora negativa como respuesta. Ahora le toca al Atlético, que busca un zurdo veloz. Pero a Gayá, el Correcaminos de Pedreguer (Alicante), no es fácil arrancarle las raíces.