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Los robos y la inseguridad recluyen a los campeones del mundo en el hotel
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LAS MEDIDAS DE SEGURIDAD SE HAN MULTIPLICADO

Los robos y la inseguridad recluyen a los campeones del mundo en el hotel

El robo de Recife, la escasa posibilidad de salir del hotel y las constantes advertencias de estar en permanente alerta, están pasando factura a los campeones

Foto: Los robos y la inseguridad recluyen a los campeones del mundo en el hotel
Los robos y la inseguridad recluyen a los campeones del mundo en el hotel

El robo de Recife, la escasa posibilidad de salir del hotel y las constantes advertencias de estar en permanente alerta, están pasando factura a los campeones del mundo. Su día a día en Brasil está lejos de la libertad que tenían en anteriores citas como la pasada Eurocopa de Polonia y Ucrania o el Mundial de Sudáfrica. Ahora, en Fortaleza, las medidas de seguridad se han multiplicado y los jugadores empiezan a agobiarse por la rutina que va siendo la protagonista de sus días en la Copa de las Confederaciones. Las partidas de parchís, póker o Play Station ya empiezan a ser eternas.

 

Lo sucedido en el Golden Tulip de Recife ha pasado factura más en los dirigentes federativos que en los propios jugadores. El control que se tenía de la situación se ha demostrado que no era tal y no por falta de actitud de los encargados de seguridad, si no por lo complicado que resulta hacer que todo transcurra con normalidad en hoteles que dejan mucho que desear y que están abiertos al público, incluso las plantas en las que están los jugadores. FIFA no ha querido que los equipos están en una sede única y ese movimiento lleva consigo el cambio de escenario diario y el lógico descontrol.

 

3.000 euros fue la mayor pérdida sufrida por uno de los catorce jugadores víctimas de la distracción de Recife. El total del botín asciende a 7.000 euros y era el dinero que los jugadores habían traído para su día a día en Brasil. Además también ha sido sustraído un reloj. Tanto FIFA como las autoridades locales continúan con la investigación y se espera que se pueda recuperar lo robado antes del regreso de la Selección a España.

 

En Fortaleza la situación es muy semejante. Las comunicaciones son nefastas y la conexión Wi-Fi y 3G, una utopía. El hotel es justo, al menos en este no hay cucarachas en las habitaciones, abierto al público y en primera línea de playa, lo que obliga a los jugadores a no pisar el hall, ni a asomarse a la puerta del hotel. Además, aquí han advertido que es una zona con cierto peligro en cuanto a robos, lo que han llevado a los encargados de seguridad a multiplicar la vigilancia. La orden es que no haya jugador alguno a la vista.

 

Estas comprometidas situaciones han llevado a los jugadores a vivir recluidos en el hotel. El pasado jueves sí pudieron salir en Río de Janeiro ya que Del Bosque decidió darles la noche libre tras el partido ante Tahití, pero muy pocos pisaron la calle. La recomendación es que vayan acompañados y vigilados para evitar situaciones de peligro. Además, la escasa presencia de familiares, motivado por la inseguridad que se vive en Brasil, también les invita a no abandonar la concentración. No queda otra, entrenamientos y partidos.

El robo de Recife, la escasa posibilidad de salir del hotel y las constantes advertencias de estar en permanente alerta, están pasando factura a los campeones del mundo. Su día a día en Brasil está lejos de la libertad que tenían en anteriores citas como la pasada Eurocopa de Polonia y Ucrania o el Mundial de Sudáfrica. Ahora, en Fortaleza, las medidas de seguridad se han multiplicado y los jugadores empiezan a agobiarse por la rutina que va siendo la protagonista de sus días en la Copa de las Confederaciones. Las partidas de parchís, póker o Play Station ya empiezan a ser eternas.