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La FIA recula y recupera el espíritu del 'dictador' Bernie: "No se metan en política"
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CRECIENTE CONTROVERSIA

La FIA recula y recupera el espíritu del 'dictador' Bernie: "No se metan en política"

La Federación Internacional de Automovilismo acaba de enviar instrucciones a los pilotos, para que se abstengan en el futuro de hacer manifiestos políticos salvo autorizacion

Foto: Lewis Hamilton generó mucha controversia como consecuencia de su defensa del movimiento Black Lives Matter. (Reuters/Hamad I Mohammed)
Lewis Hamilton generó mucha controversia como consecuencia de su defensa del movimiento Black Lives Matter. (Reuters/Hamad I Mohammed)

Una de las líneas rojas que jamás podía traspasarse en la Fórmula 1 con Bernie Ecclestone era la de los manifiestos y reivindicaciones políticas de cualquier tipo. El magnate británico era duramente criticado ante lo que se entendía una forma dictatorial de regir un deporte, pues menoscababa un derecho fundamental de toda sociedad avanzada: la libertad de expresión. Sin embargo, era inflexible con el asunto y con la bendición por acción u omisión de la FIA. Durante su mandato a lo largo de tres décadas las reivindicaciones de cualquier tipo nunca tuvieron cabida. Por otra parte, es importante resaltar que Ecclestone no hacía más que seguir los principios del principal organismo rector del deporte como es el Comité Olímpico Internacional.

El artículo 50.2 de la Carta Olimpica es muy claro al respecto: "No se permitirá ningún tipo de manifestación ni propaganda política, religiosa o racial en ningún emplazamiento, instalación u otro lugar que se considere parte de los emplazamientos olímpicos". El ente organizador de los Juegos Olímpicos aporta contexto a esta declaración, destacando que "la visión de las causas, varía para los atletas de diferentes partes del mundo, orígenes y culturas". "Creemos que el ejemplo que damos al competir con los mejores del planeta, viviendo en armonía en la Villa Olímpica, es un mensaje positivo único para enviar a un mundo cada vez más dividido". Por mucho que moleste a ciertos sectores de la sociedad, lo que en Europa es derecho inalienable, en otras partes del mundo puede verse como una aberración y viceversa. En definitiva: es imposible trazar una línea clara de lo aceptable o no a nivel global.

Se rompe la neutralidad

Estas contradicciones surgieron desde el mismo momento que la Fórmula 1 rompió la histórica neutralidad defendida por Bernie Ecclestone. Fue en plena pandemia, cuando regresó la competición en modo burbuja, sin público y con unas medidas restrictivas jamás vistas. Paradójicamente, fue cuando se dio una libertad inédita en cuanto a mensajes políticos. Y no solo por parte de los pilotos, sino también de la propia organización. Llegaron los gestos de rodilla al suelo impulsados por Lewis Hamilton, el manifiesto avalado por Liberty Media e incluso por la propia FIA: We race as one. Lo recordarán, como aquel mensaje colocado en muchos coches, donde a través un juego entre las palabras 'carreras' y 'raza' en inglés se hacía un llamamiento para erradicar el racismo.

Poco tardó en surgir la polémica porque empezaron los señalamientos a pilotos que no secundaban un gesto originario del movimiento Black Lives Matter. Quienes no se arrodillaban defendían su derecho a no hacerlo porque por mucho que se estuviera de acuerdo con el fin de la propuesta, (luchar contra el racismo), no querían estar asociados a un movimiento del que ya se dudaba acerca de su transparencia. Poco después de aquello, comenzó a destaparse la naturaleza corrupta de los líderes más destacados de BLM y fue el propio promotor, quien de forma discreta fomentó evitar más veces ese gesto. Fue el primer aviso de los riesgos de meterse en ciertos jardines, de los que luego se podía salir escaldado, por buenas que fueran las intenciones iniciales.

En este ambiente enrarecido ya por las contradicciones y diferentes visiones según los distintos países y culturas, la situación se fue de las manos con las consecuencias derivadas de la guerra entre Rusia y Ucrania y el boicot a Nikita Mazepin, al Gran Premio de Rusia y todo aquello que oliera de lejos a Vladímir Putin. Es comprensible la indignación ante un drama humano como es cualquier guerra, pero también inevitable preguntarse por qué no se aplicaba el mismo rasero con países como Arabia Saudí, que está envuelto también en un conflicto militar con Yemen. Por si quedaran dudas, hay que recordar que explosionó un misil las vísperas del Gran Premio en las cercanías del circuito.

La apertura de un peligroso melón

Ya no hubo carrera, sin controversia por las reivindicaciones políticas de toda índole. El momento en el que la Federación Internacional de Automovilismo se dio cuenta de que la cosa se empezaba a ir de las manos fue en el Gran Premio de Canadá. Allí, Sebastian Vettel, el piloto que más se ha significado por su activismo político, acusó en su casco al país norteamericano de terrorista medioambiental. Como era de esperar, las protestas a nivel gubernamental y diplomático no se hicieron esperar, porque eran acusaciones muy serias.

Con razón o sin ella, las crecientes manifestaciones y reivindicaciones políticas ofendieron gravemente a una buena parte de los ciudadanos de países que albergaban grandes premios. Aquí es donde la situación empezó a tornarse insostenible, tanto como para Liberty como promotor como para la FIA como organismo sancionador, porque el deporte dejaba de convertirse en un motivo de celebración y unión. La postura era diferente, porque entraba de lleno en la batalla política como arma arrojadiza. Especialmente, porque pudiendo estar de acuerdo con el fondo de la protesta, las dobles varas de medir, según los países, irritaban profundamente a los contribuyentes, que en muchos ocasiones son los que pagan la fiesta de la Fórmula 1 en sus países.

Era cuestión de tiempo que la FIA pusiera coto normativo a esta situación y para ello acaba de reformar el artículo 12 del Código Deportivo Internacional: "Se prohíbe la realización y exhibición general de declaraciones o comentarios políticos, religiosos y personales que infrinjan notablemente el principio general de neutralidad promovido por la FIA en virtud de sus Estatutos. Solo se permitirá cuando la FIA lo apruebe previamente por escrito, para las Competiciones Internacionales, o el ADN correspondiente para las Competiciones Nacionales dentro de su jurisdicción". Es inevitable que el organismo regulador del deporte sea duramente criticado por poner coto a la libertad de expresión, pero en la valoración de pros y contra se habrán dado cuenta de que todavía sería peor, no intentar cerrar un melón que quizá por las razones expresadas en la carta olímpica nunca debía haberse abierto.

Bernie Ecclestone prohibió muestras tan inofensivas como la bandera gallega en solidaridad por los fallecidos en el accidente de tren de Angrois, porque sabía que cualquier chispa por pequeña que fuera podía provocar un incendio. Al conocer esta normativa de la FIA, estará con seguridad pensando para sus adentros. "Mirad que os advertí de los peligros de entrar en política".

Una de las líneas rojas que jamás podía traspasarse en la Fórmula 1 con Bernie Ecclestone era la de los manifiestos y reivindicaciones políticas de cualquier tipo. El magnate británico era duramente criticado ante lo que se entendía una forma dictatorial de regir un deporte, pues menoscababa un derecho fundamental de toda sociedad avanzada: la libertad de expresión. Sin embargo, era inflexible con el asunto y con la bendición por acción u omisión de la FIA. Durante su mandato a lo largo de tres décadas las reivindicaciones de cualquier tipo nunca tuvieron cabida. Por otra parte, es importante resaltar que Ecclestone no hacía más que seguir los principios del principal organismo rector del deporte como es el Comité Olímpico Internacional.

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