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"¡Cállate!": cuando la gestión de la mente y la fortuna traicionaron a Lando Norris
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CON LA CARRERA EN LA MANO, TODO SE TORCIO

"¡Cállate!": cuando la gestión de la mente y la fortuna traicionaron a Lando Norris

Lando Norris estaba a punto de lograr su primera victoria, pero tuvo que gestionar unas tormentosas circunstancias que pusieron a prueba su procesamiento mental y la gestión del equipo

Foto: Lando Norris se enfrentó a una cruel situación cuando tenía el GP de Rusia en la mano
Lando Norris se enfrentó a una cruel situación cuando tenía el GP de Rusia en la mano

“¡Sí! ¡Callate!” Era la vuelta 49 del Gran Premio de Rusia, y Lando Norris todavía marchaba en cabeza. La lluvia empezaba a arreciar. Antes ya había cortado secamente a su ingeniero en otro mensaje. William Joseph le avisaba que varios monoplazas tomaban las de Villadiego por el inesperado chaparrón. “¿Qué piensas de poner intermedios?” insistía Joseph. La tensión en Norris era brutal. “¡No!” grito instantáneamente, y Lando Norris perdió la primera victoria de su vida. “Con el corazón roto”, escribía el británico en Twitter tras la carrera sobre una imagen que representaba la tristeza y desolación.

La carrera rusa desplegó en sus instantes finales el escenario más tenso para un piloto: la repentina llegada de la lluvia con neumáticos lisos, dificultad variable según la zona del circuito y de intensidad impredecible. Donde son imperativas decisiones en cuestión de segundos sobre factores fuera de control. Semejante climax alcanzaba niveles de estrés estratosféricos para dos pilotos que se juegan el título y otro acariciando la primera victoria de su vida.

La gestión del capitulo final en el GP de Rusia por parte de Lando Norris, Lewis Hamilton, Max Verstappen y sus respectivos equipos iluminaba la fascinante y brutal complejidad de tales situaciones. Pero también la respuesta de la mente a la presión del momento. Al británico le cayó encima la tormenta perfecta. Su respuesta selló tristemente su destino. Lewis Hamilton reconoció tras la prueba que no contaba con demasiado margen para adelantar a Norris, a quien el destino le tenía preparada una cruel emboscada. La sangre fría, la mente clara y la comunicación de cada uno determinaron el resultado final.

"Fue mi decisión"

Norris ya ofreció antes muestras de nerviosismo a las indicaciones de su ingeniero. Hamilton le comía las diferencias. Su ingeniero le aportaba información no determinante pero sí útil para dibujar en su mente la foto global de la carrera. Pero Norris no quería procesar datos que consideraba innecesarios. Por ejemplo, Sainz demostró al final de la prueba que conocía todas las opciones de neumáticos de sus rivales antes y después de la lluvia. Aunque comprensible en sus circunstancias, el británico evidenció que no desplegaba todos sus recursos mentales para pilotar y captar información al mismo tiempo.

Hubo dos fases en esas cinco vueltas finales: las gotas iniciales en determinadas curvas del circuito y el inesperado chaparrón final. Las primeras daban la esperanza de aguantar con los neumáticos lisos hasta el final. El segundo garantizaba el piñazo o la salida de pista. Aquí entraron en juego el muro de McLaren, Mercedes y Red Bull. Cuando Joseph le ofreció a Norris la posibilidad de intermedios, su compañero Ricciardo ya había pasado por boxes. Bottas volaba. McLaren tenía datos del entorno, aunque no pudiera predecir el alcance del chubasco. Norris se negó contundentemente a entrar en boxes. Una decisión comprensible e instintiva. En tales momentos los equipos confían en la calibración de las condiciones en manos del piloto. Quizás por la presión que McLaren percibía en Norris en esos momentos dejó en sus manos la decisión que, a la postre, le costó la victoria.

Estrés y falta de asertividad

“Fue más que ellos pensaban que debía entrar y decidí seguir, fue mi decisión, pensaba que era la correcta, no me lo dijeron (que llovería más) no lo sabía, pesaba que se iba a quedar en una llovizna, no iba a diluviar” declaraba después de la carrera el británico, confirmando hasta qué punto su mente no valoró las sugerencias de su ingeniero. Que debían haber sido órdenes, según Andreas Seidl reconocería posteriormente.

“Es parte del aprendizaje también”, recordaba el responsable de McLaren, “pero no solo por su parte, sino también por la del equipo, porque siempre hay una opción de anular la orden desde el muro con la información que estábamos recibiendo”. En definitiva, un piloto estresado y un ingeniero no lo suficientemente asertivo. Seidl asumió el golpe solidariamente. Es una decisión que tomamos juntos como equipo, con el piloto y el muro de boxes. El resultado es que no lo hicimos todo bien en comparación a otros equipos".

El mismo criterio que Verstappen

A Norris y McLaren solo les valía la victoria. Para Hamilton y Mercedes, un segundo puesto ya era un gran resultado en la lucha por el título. Marchaban por detrás del McLaren y tenían otra capacidad de respuesta. En descarga de Norris, Hamilton también se negó inicialmente a entrar en boxes. “Les ignoré la primera vez”, le comentaba al propio Norris tras la carrera. Pero Mercedes tenía clara la evolución del tiempo y, sobre todo, a Bottas ya volando con intermedios. A diferencia de Norris, Hamilton se mantuvo receptivo mentalmente y se entregó a la decisión de los suyos, expresada con total claridad. Joseph no había sido tan tajante con su piloto como hubiera requerido su situación en pista, con un procesamiento mental no tan fluido bajo la enorme presión. Norris entró dos vueltas más tarde tras varias carambolas en la pista.

Si Hamilton se mantuvo entre medias, Max Verstappen tomo la decisión inmediata de entrar en la vuelta 48, a poco de empezar a llover. No tenía nada que perder, y sí unos neumáticos que se desplomaban -como los de Sainz- en cuanto la lluvia bajó la temperatura de su endurecida superficie. “El cross over (cuando parar según la superficie) siempre es tema del piloto”, recordaba Christian Horner al final de la prueba, “pueden sentir mejor el nivel de grip con el que pueden actuar. Pueden ver más, el tiempo está sobre nuestras cabezas. Así funcionamos, y creo que Max estuvo muy bien aquí”. Paradójicamente, Lando Norris actuó con el mismo criterio que Verstappen, pero bajo diferentes circunstancias y grado de presión. Los resultados fueron radicalmente diferentes. Es la crueldad de las carreras, a veces incomprensible. La lotería de la que hablaba Fernando Alonso al terminar. Y no hubo nadie que no lo sintiera por el joven Lando Norris.

“¡Sí! ¡Callate!” Era la vuelta 49 del Gran Premio de Rusia, y Lando Norris todavía marchaba en cabeza. La lluvia empezaba a arreciar. Antes ya había cortado secamente a su ingeniero en otro mensaje. William Joseph le avisaba que varios monoplazas tomaban las de Villadiego por el inesperado chaparrón. “¿Qué piensas de poner intermedios?” insistía Joseph. La tensión en Norris era brutal. “¡No!” grito instantáneamente, y Lando Norris perdió la primera victoria de su vida. “Con el corazón roto”, escribía el británico en Twitter tras la carrera sobre una imagen que representaba la tristeza y desolación.

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