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Chapuzas, averías y un futuro en duda: ¿tiene salida el callejón en el que está Carlos Sainz?
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UNO DE SUS MOMENTOS MÁS DIFÍCILES

Chapuzas, averías y un futuro en duda: ¿tiene salida el callejón en el que está Carlos Sainz?

Sainz vive en un bloqueo: ni le permiten mirar al futuro con ilusión, ni tiene un coche para estar brillando. En Silverstone, sólo la lluvia le puede dar ese golpe en la mesa que tanto necesita

Foto: Sainz, al volante del Toro Rosso en Silverstone. (EFE)
Sainz, al volante del Toro Rosso en Silverstone. (EFE)

Los muy aficionados a la Fórmula 1 sabrán que Carlos Sainz es una persona que suele sonreír bastante. Quizá no como el excéntrico Daniel Ricciardo, pero es raro verle enfadado salvo que haya cometido un error muy grave. En el 'paddock' se destaca de él precisamente su amabilidad y saber estar. Pero desde que llegó a Silverstone, su cara ha sido un poema. De hecho, ante la prensa ha llegado incluso a alzar la voz sobre los problemas de su equipo. Y cuando alguien como Sainz hace esto, es que hay gato encerrado.

Es difícil poner el foco en una causa concreta, porque su enfado es fruto de un cúmulo de circunstancias. En la última cita de Austria, una avería mecánica le impidió puntuar. Al llegar a Silverstone, estuvo cerca de no ser inscrito tras declarar a su coche inseguro por una 'chapuza' del equipo. Y para colmo, en la clasificación tuvo un problema mecánico y quedó 14º. Quizá también recordando el 'dique' que le ha puesto Red Bull a su futuro, Sainz apareció enfadado por primera vez en todo el año. Para alguien que debería tener los ojos iluminados ante el futuro, es una señal de todo menos alentadora.

"Un desastre, esto no puede ocurrir"

A estas alturas del año, es como si el cerebro de Sainz se dividiera en dos. En un flanco, su situación en la pista. En otro, su situación fuera de ella, con todo lo que concierne al futuro. Aquí parece cerrada la esperanza de ir a Renault en 2018, porque Toro Rosso le mantendrá en sus filas por cuarto año seguido. A Sainz no le gustó la decisión y dijo que buscaba algo mejor, pero no le dejarán irse hasta mínimo 2019. ¿Qué mejor forma entonces que devolver la jugada en el otro flanco, la pista, para demostrar que sí está para un equipo grande? La cuestión es que aquí ni siquiera tiene ya todas consigo.

Llegaba a Inglaterra con optimismo, pero el 'susto' del jueves fue premonitorio. Una de las cuerdas que une la suspensión a los neumáticos estaba suelta, y los mecánicos hicieron un apaño: atarla a otra cuerda con un par de nudos. A la FIA no le coló y tuvieron que arreglarlo a contrareloj. Cuando pisó el asfalto, las cosas no fueron mejor: el viernes no rodó entre los diez primeros, tuvo problemas el sábado en los Libres 3 y luego en clasificación se le rompió la suspensión. El resultado, fuera en Q2 y un enfado considerable. "Un desastre, no pueden pasar estas cosas". Y lo decía con razón.

placeholder Así fue el 'apaño' de Toro Rosso a su coche. (FIA)
Así fue el 'apaño' de Toro Rosso a su coche. (FIA)

Dejó luego la clave. "Hoy era un buen día para brillar", quizá recordando cómo en una zona media más volátil que nunca no está podiendo dar el 'zarpazo' que necesita para seguir agrandando su palmarés y, quién sabe, ser 'el mejor de los mortales' tras Mercedes, Ferrari y Red Bull. Un día se cuela Williams, otro McLaren y otro Haas, pero Sainz esperaría de Toro Rosso una consistencia para estar siempre entre los diez primeros que no tiene a día de hoy. Convive con un coche que responde, pero no siempre. "En unas curvas vamos muy bien y en otras no", resumía. Por esta inestabilidad van los tiros de su enfado.

La lluvia, ¿el dardo ansiado a Marko?

¿Está todo perdido? No lo parece, y aunque hable ahora más pesimista que nunca, puede matar en esta carrera dos pájaros de un tiro y acabar con una angustia general que le acompaña desde hace semanas. En el plano deportivo, su baza para la carrera está en la lluvia, un factor donde puede brillar sobre otros pilotos. En seco, contó que "no sé si estaremos luchando por los puntos". Pero las previsiones dan un 50% de probabilidad de agua para la salida. Y al margen de sumar un buen motín de puntos, lo que conllevaría es aún mejor: devolverle a Helmut Marko el dardo envenenado que le metió en Austria.

placeholder Sainz, visitando la escapatoria de Silverstone. (Reuters)
Sainz, visitando la escapatoria de Silverstone. (Reuters)

Marko le cerró la puerta a otros equipos y le acusó de estar "despistado", pero Sainz puede sacar petróleo de esta carrera históricamente impredecible con un resultado que cuestione nítidamente su criterio: en clasificación, ha demostrado ser muy superior a Kvyat cuando las cosas van de cara. Y antes del parón veraniego, le falta un golpe de pecho como el que dio en China, donde quedó séptimo. De hecho, en aquella carrera brilló en mojado, y la historia puede ser parecida en Silverstone. Por el bien de Carlos, inmerso en un callejón al que le busca salidas por todos los lados.

Los muy aficionados a la Fórmula 1 sabrán que Carlos Sainz es una persona que suele sonreír bastante. Quizá no como el excéntrico Daniel Ricciardo, pero es raro verle enfadado salvo que haya cometido un error muy grave. En el 'paddock' se destaca de él precisamente su amabilidad y saber estar. Pero desde que llegó a Silverstone, su cara ha sido un poema. De hecho, ante la prensa ha llegado incluso a alzar la voz sobre los problemas de su equipo. Y cuando alguien como Sainz hace esto, es que hay gato encerrado.

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