McLaren, en el barro: por qué abandonar fue lo mejor que le pudo pasar a Alonso
Tras una gran carrera para el nivel del MCL32, el abandono por un problema en el chasis evidenció las grandes limitaciones que sufre McLaren y que Alonso resaltó crudamente
Tremendo. “Poca velocidad, ahorro combustible, rotura de la suspensión al final... Pero muy orgulloso del equipo aquí en la pista y una las mejores carreras de mi vida”. Pocas veces tan escasas palabras decían tanto. Por injusto o paradójico que pueda sonar, abandonar a tres vueltas del final fue lo mejor que le pudo ocurrir a Fernando Alonso en el GP de Australia de Fórmula 1.
“Poner el monoplaza allí donde no debería estar”. El piloto español personalizó como nunca este fin de semana esa horma del talento y la competitividad. Pero el abandono permitió a Alonso plantear la realidad con total crudeza. La décima posición habría puesto el foco en su gran rendimiento. El abandono acotó la contundente realidad: McLaren está en el barro. "Creo que somos los últimos. Es el nivel que tenemos ahora en condiciones normales y pistas normales".
“From here, our development work will continue with relentless intensity.” Our thoughts from the #AusGP: https://t.co/Rwr0pBZFlJ pic.twitter.com/f56IpQZJgK
— McLaren (@McLarenF1) 26 de marzo de 2017
Si el reproche histórico es el desacierto o mala fortuna de Alonso para coincidir con un ciclo ganador en los equipos elegidos, es patente que McLaren tardará en lograr el suyo. Desgraciadamente, tal es el nivel de la escuadra británica ya en la primera carrera, que Alonso debe cuestionarse seriamente su futuro con McLaren. Y acertar con su próxima elección. Si el mercado se lo permite.
"... aquí en la pista". Un matiz demoledor
Hamilton, 318 km/h de máxima en el ‘speed trap’ de Albert Park. Vettel, ganador de la carrera, 314,6 km/h. Kyvat, el más rápido, 320 km/h. Fernando Alonso, 290,8 km/h. 30 km/h de diferencia, la misma velocidad ganada en muchas curvas con los nuevos monoplazas respecto a 2016. Y desangrándose un segundo por vuelta para ahorrar combustible en los compases finales de carrera. ¿Qué masacre puede tener lugar en las dos largas rectas de China, por ejemplo? Y, sobre todo, ¿qué margen de tiempo será necesario para mejorar un propulsor de tantas carencias?
Millones d gracias por vuestros comentarios. Siempre en la lucha, con la misma intensidad, por la posición que toque. Así somos. Gracias!😘✊️
— Fernando Alonso (@alo_oficial) 26 de marzo de 2017
Pero, vaya, entonces cedió el coche, no el motor. Honda parecía poder terminar la carrera viniendo del infierno de la pretemporada a costa, seguro, de un motor sin la menor cafeína. Pero falló también el chasis. Hasegawa y Boullier mirándose ahora a la cara. Era el equipo el que fallaba. El problema sufrido por el MCL32 quizá sea otra consecuencia de una pretemporada inexistente que impedía detectar y resolver los defectos de juventud.
Todo ello, con el piloto y su monoplaza en los puntos durante buena parte de la prueba. “Una de las mejores carreras de mi vida”. No hacía falta que lo recordara. Por ello, ese “muy orgulloso del equipo aquí en la pista…” resultaba demoledor en su matiz. Reconocía el titánico e ignorado trabajo de cualquier equipo humano en un circuito, pero a la vez se antojaba un misil directo a Sakura, por supuesto, y quizá también a los despachos de Woking. ¿Había insinuado Hasegawa un posible problema en un anclaje del chasis días antes?
"¿Qué hago?"
Entonces, la victoria de Sebastian Vettel y Ferrari pone en su contexto la situación de McLaren. El equipo italiano ha necesitado tres años y una traumática catarsis para alcanzar a Mercedes en 2017. En esta era híbrida, las tribulaciones de Red Bull están más que documentadas, muy lejos ya su cuatrienio triunfal. Entonces, ¿qué perspectivas tiene ante sí Alonso con McLaren cuando exprimes la bayeta del MCL32 hasta su última gota? O, como decía Boullier al terminar, “wringing every last tenth-of-a-second from a compromised car on every lap”. Mejor dejarlo en inglés.
Contaba recientemente Zak Brown en una entrevista que, dudando sobre aceptar la oferta de Liberty Media o de McLaren, llamó al veterano y legendario Roger Penske, un auténtico oráculo de Delfos empresarial y del automovilismo deportivo americano. “¿Qué hago?”, le pidió consejo Brown. “¿Tiene McLaren los recursos económicos y humanos para ser campeón del mundo?”. “Sí”. “Pues eso es lo que debes hacer”. Difícil creerlo ante el McLaren/Honda que vemos en 2017. ¿Piensa Alonso como el propio Brown?
El punto más bajo
“Todavía no es momento”, responde el español sobre su futuro estos días ante el final de su contrato este año. Pero en Albert Park, Alonso tocaba el punto más bajo y de mayor contraste entre su rendimiento personal y el técnico desde que llegó a McLaren/Honda. Comparativamente, peor que en 2015. Y quizá de toda su carrera, con permiso de aquel increíble 2012 en Ferrari. Puede que el binomio anglonipón aún haga milagros, la capacidad de recuperación en 2017, alicientes de segunda división.
En la F1 se vive un frenético presente, pero siempre proyectado hacia el futuro por la complejidad técnica de este mundo. Razón por la cual Alonso debe estar valorando su situación desde ya. Nadie como él para calibrar con precisión el panorama interno en McLaren y su potencial hacia este año y el que viene. Llega otro momento como el de 2007 con McLaren, 2009, o 2014 con Ferrari, momentos clave para su carrera deportiva. Ya no hay margen de error. Habrá que ver si de elección.
¿Es McLaren pasaporte futuro hacia la victoria? A día de hoy, volvamos a leer su demoledor mensaje. Aunque también el que publicaba poco después del primero. “Millones de gracias por vuestros comentarios. Siempre en la lucha, con la misma intensidad, por la posición que toque. Así somos. ¡Gracias!”. Luchar por la posición que toque. De momento, "creo que somos los últimos". Y ahora llegan las rectas de Shanghái.
Tremendo. “Poca velocidad, ahorro combustible, rotura de la suspensión al final... Pero muy orgulloso del equipo aquí en la pista y una las mejores carreras de mi vida”. Pocas veces tan escasas palabras decían tanto. Por injusto o paradójico que pueda sonar, abandonar a tres vueltas del final fue lo mejor que le pudo ocurrir a Fernando Alonso en el GP de Australia de Fórmula 1.