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De cómo Horner y Red Bull cortejaron y 'cazaron' a Adrian Newey
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LA HABILIDAD DEL 'TEAM PRINCIPAL' Y EL PODERÍO DE DIETRICH MATESCHITZ

De cómo Horner y Red Bull cortejaron y 'cazaron' a Adrian Newey

“Y le mostramos cómo es Red Bull…. Entre otras cosas, le metimos en nuestro caza de combate Alpha Jet y le hicimos volar invertido en torno

Foto: De cómo Horner y Red Bull cortejaron y 'cazaron' a Adrian Newey
De cómo Horner y Red Bull cortejaron y 'cazaron' a Adrian Newey

“Y le mostramos cómo es Red Bull…. Entre otras cosas, le metimos en nuestro caza de combate Alpha Jet y le hicimos volar invertido en torno a Kitzbühel a 150 metros del suelo”. Así, entre otras varias exhibiciones del espíritu y poderío económico de Red Bull, el equipo austríaco logró hacerse con los servicios de Adrian Newey.

La decisión final para captar al genio británico fue lógicamente de Dietrich Mateschitz, el propietario de la famosa marca de bebidas. Pero el cortejo y puesta ante el altar para el sí definitivo fue obra de Christian Horner, el team principal que  con perspicacia y sutileza logró el acercamiento a Adrian Newey. La visión y el 'cash flow' de Red Bull y Mateschiz hicieron el resto.

“No se me juzga por lo que digo, sino por lo que hago. Lo que hemos conseguido en Red Bull -36 victorias hasta ahora, 48 poles y seis campeonatos del mundo- demuestra que nos hemos unido a un selecto grupo de equipos”. Desde 2005 hasta el presente, el austríaco se ha convertido en el quinto por triunfos en la historia de la Fórmula 1. En estas últimas fechas, el 'Vettelgate' de China parece haber obligado a Horner a reivindicar su posición y cuota de responsabilidad en los éxitos de Red Bull. Y entre ellos, sin duda, se cuenta su habilidad para colocar en el seno del equipo una piedra angular de sus triunfos: la incorporación de Adrian Newey.

Dos estilos radicalmente diferentes

Paddock de Imola, 2005. Red Bull llegó a la Fórmula 1 con su estilo iconoclasta y rompedor. Una de sus primera decisiones fue introducir la Energy Station, un gigantesco motorhome como no se había visto hasta el momento en la Fórmula 1, que necesitaba once camiones para transportarlo y veinticinco personas para montarlo. Newey, todavía en McLaren, salió del suyo y se quedó absorto delante del edificio azul de los austríacos. Horner, que nunca había hablado con él, se apercibió de ello, le invitó a entrar, y le enseñó las instalaciones. “No pudo evitar ver el contraste entre el estilo de McLaren y el nuestro”, relataba en la revista Motorsport al recordar aquellos momentos.

Newey volvió a darse una vuelta por la Energy Station que  flotaba esta vez majestuosa en plena bahía de Mónaco. Y allí, en el mar, Horner decidió echar la caña de pescar, aunque todavía sin anzuelo. Uno de sus pilotos era David Coulthard, que había coincidido con Newey en McLaren, y confesó sus intenciones al escocés, al que se le cayeron las pestañas ante semejante posibilidad. Coulthard le dio a Horner el número de teléfono del ingeniero primero, y organizó una cena con sus respectivas parejas después. En aquella velada Horner no hizo la menor mención a una posible colaboración. Pero pudo sentir “que estaba frustrado en McLaren, no le habían tratado particularmente bien y no parecía que hubiera ninguna magia entre él y Ron”. Y también supo que el contrato de Newey estaba a punto de expirar. 

"Le dije la cifra, se quedó callados unos segundos..."

Horner llamó a Mateschitz, pero “no le dije en ese momento nada de lo elevada que podría ser la inversión si saliera”. El magnate cogió la oportunidad al vuelo. “Veamos si podemos hacer que ocurra”. Y entró en juego la potencia de fuego de Red Bull.  En octubre de aquel año se le hizo volar en avión privado hasta Salzburgo, después un helicóptero le llevó a las montañas para comer con Mateschitz, quien sacaría el plumaje de pavo ante Newey con exhibiciones de todo tipo que materializaban el estilo y filosofía de Red Bull, incluyendo la impresionante flota de aviones del magnate austríaco.

Fue aquella tarde cuando Horner le preguntó por primera vez a Newey si este quería ‘casarse’ con Red Bull. “Me pidió una cifra que me dejó sorprendido, porque era un 70% superior a lo que le dije a Dietrich que posiblemente tendría que pagar”. Y entonces llegó aquella escena que tanto ilustra el estilo de gestión -y potencial económico- de Red Bull: “Le llamé, le dije la cifra, se quedó callado durante unos segundos, y luego dijo: “Vamos a por ello”.

“Esto es lo grande de Red Bull”, reflexionaba al respecto en el reportaje donde recordaba toda la historia, “es su compañía, suya y de otra persona en Tailandia, no hay reuniones de directivos, no hay accionistas, solo decisiones instantáneas. El domingo por la tarde Adrian y yo nos dimos la mano, y voló a casa para darle las noticias a Ron (Dennis)”.

Empezar de cero

Adrian Newey comenzó a trabajar con el equipo en febrero del 2006. “Forzó un cambio cultural en todos nosotros, no estábamos preparados para el nivel de detalle al que llega”. Incluso Horner tuvo que llegar a un acuerdo con Martin Whitmarsh para poder recuperar de McLaren el tablero de dibujo de Newey, que usaba desde los tiempos de Williams. A cambio de un donación económica a una asociación benéfica.

En Williams y McLaren, Newey era un técnico dentro de una estructura ya establecida. Quiso ser accionista del primero y contar con un rol directivo. Frank Williams y Patrick Head se negaron. Se marchó al equipo de Dennis. Tampoco lo logró. “Aquí traía su creatividad y dirección técnica, teníamos departamentos que no estaban estructurados, un túnel de viento anticuado, no teníamos CFD (dinámica computacional de fluidos), no teníamos simulador, teníamos que empezar de cero, y aquello le atrajo a Adrian”, recordaba Horner. El ingeniero británico tenía plenos poderes y capacidad de maniobra. Primero se aplicó a establecer las bases e infraestructura técnica. Luego, a diseñar monoplazas ganadores.

El primer monoplaza de Newey con Red Bull fue el RB3 de 2007. Aquel año el equipo sufrió catorce abandonos. En 2009 el RB5 no ganó el título por el doble difusor de Brawn. El resto es reciente historia. Y Christian Horner sabe como nadie qué parte ha jugado y juega en ella.

“Y le mostramos cómo es Red Bull…. Entre otras cosas, le metimos en nuestro caza de combate Alpha Jet y le hicimos volar invertido en torno a Kitzbühel a 150 metros del suelo”. Así, entre otras varias exhibiciones del espíritu y poderío económico de Red Bull, el equipo austríaco logró hacerse con los servicios de Adrian Newey.