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La mayor victoria de Valverde es regalarle la Lieja-Bastoña-Lieja a su amigo Scarponi
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"el premio es para su familia", dijo el murciano

La mayor victoria de Valverde es regalarle la Lieja-Bastoña-Lieja a su amigo Scarponi

"Mis primeras palabras son para Scarponi, a él le dedico la victoria, era un gran amigo mío. El premio en metálico va para la familia, para ellos", dijo el ganador emocionado tras su triunfo

Foto: Valverde, escoltado por Martin y Kwiatkowski en el podio. (EFE)
Valverde, escoltado por Martin y Kwiatkowski en el podio. (EFE)

Alejandro Valverde nunca ha necesitado retos impuestos desde fuera en su carrera. La motivación le corre por la sangre al ciclista murciano desde que empezó a competir contra otros montado en una bici. De eso hace muchísimo. Más de dos décadas. Y ahora, cuando podría estar perfectamente pensando en calentarse lo menos posible la cabeza esperando que le llegue la hora de dedicarse al ciclismo lejos de las carreteras y del sufrimiento, está alcanzando un nivel competitivo que ya les gustaría tener a cientos de jóvenes que empiezan a correr y que se conforman con destacar un poco. Valverde no necesita ningún empujón, ni que nadie le aliente a ganar. Y sin embargo la está encontrando en las desgracias. Unas menores, otras que le destrozan el corazón.

Foto: Scarponi, siempre divertio. (EFE)

Ganó la Volta por el resquemor que sintió después de que la organización sancionara a todo su equipo con un minuto por una 'ayuda' de un compañero a otro en la contrarreloj por equipos. Se llevó el jersey blanco por pura rabia, porque se empeñó en ganar todas las etapas sobre los mejores adversarios que se puede encontrar en carrera. Tres etapas, un segundo puesto y liderato final para una semana en la que acabó tan contento como cabreado. Lo de Lieja ha sido muy diferente y ojalá, pensará, no hubiera tenido que vencer una vez más para señalar al cielo, donde desde hace solo unas horas reposa ya eternamente un buen amigo.

"Mis primeras palabras son para Scarponi, a él le dedico la victoria, era un gran amigo mío. El premio en metálico va para la familia, para ellos". Escrito parece que lo dijo con sencillez, de la manera en la que habla siempre Valverde, que es con claridad (y, por qué no decirlo, forzando la pronunciación de la letra 's', algo que a los murcianos nos cuesta). Pero entre esas palabras había mucho dolor. Se le entrecortó la voz en varias ocasiones y estuvo a punto de romper a llorar nada más empezar la entrevista en Lieja, como sí hizo unos minutos antes, nada más cruzar la meta por delante de Dan Martin y gritar de felicidad mientras pensaba en su amigo Michele.

Foto: Alejandro Valverde se pone a 100 (victorias). Opinión

Mientras se acercaba al podio, aún subido a la bicicleta, se fue encontrando a sus compañeros. A Dani Moreno le dijo un sonoro "gracias", como a Sutherland. Con su paisano José Joaquín Rojas se fundió en un abrazo y mostró la complicidad que dan los muchos años compitiendo hombro con hombro, pedalada tras pedalada. Valverde ha ganado once veces en este 2017, más que en todo 2016 y estamos solo en abril, pero al ciclista de Las Lumbreras se le sigue poniendo la piel de gallina cuando cruza el primero una línea de meta. Ese es su afán de ser mejor cada día. "Naturaleza", respondió el miércoles tras ganar su quinta Flecha Valona, la "más fácil" de las cinco, cuando le preguntaron cómo se mantiene tan bien con casi 37 años. Naturaleza y tozudez, podríamos añadir.

Quedaban dos kilómetros para la llegada en Lieja y Davide Formolo tenía cierta ventaja con el grupo perseguidor. Éste se había formado con una escapada muy numerosa, no había sido fácil encontrar el hueco en ella, pero el Movistar situó a su líder en cabeza y lo colocó entre los favoritos. En ese grupo estaba Dan Martin, Michal Kwiatkowski, Greg Van Avermaet, Ion Izagirre, Romain Bardet, Michael Matthews, Adam Yates, Rafal Majka... Valverde no estaba solo, sino rodeado por una serie de bestias que bien podían pelear con él por el triunfo final. Solo que para ello había que dejarlo atrás, como pasó en la Amstel. Si llegas con él, sabes que vas a perder.

Se lanzó Martin a cazar a Formolo, que no tenía intención de rendirse hasta que no tuviera más remedio. Ese movimiento del irlandés fue la victoria de Valverde. El grupo se juntó, se zafó del italiano y el 'Bala' solo tenía que esperar los últimos metros para meter el cuchillo. En cuanto arrancó, Martin lo vio pasar y supo que no había nada que hacer. Levantó los brazos sabiéndose ganador cuando aún quedaba un trecho para cruzar la raya. Ahí ya estaba pensando solo en Michele y quizá recordando alguna imitación de su colega, un chiste que una vez le contó durante un entrenamiento o un almuerzo. Sin creerse aún que ya no estaba, Valverde siguió ganando. Pero esta vez no hay mayor victoria para él que regalarle el triunfo y el premio a la familia Scarponi.

Alejandro Valverde nunca ha necesitado retos impuestos desde fuera en su carrera. La motivación le corre por la sangre al ciclista murciano desde que empezó a competir contra otros montado en una bici. De eso hace muchísimo. Más de dos décadas. Y ahora, cuando podría estar perfectamente pensando en calentarse lo menos posible la cabeza esperando que le llegue la hora de dedicarse al ciclismo lejos de las carreteras y del sufrimiento, está alcanzando un nivel competitivo que ya les gustaría tener a cientos de jóvenes que empiezan a correr y que se conforman con destacar un poco. Valverde no necesita ningún empujón, ni que nadie le aliente a ganar. Y sin embargo la está encontrando en las desgracias. Unas menores, otras que le destrozan el corazón.

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