Es noticia
Último adoquín para el 'bipolar' Tom Boonen, un héroe en la bici al que se le fue la mano
  1. Deportes
  2. Ciclismo
dio POSITIVO tres veces por cocaína

Último adoquín para el 'bipolar' Tom Boonen, un héroe en la bici al que se le fue la mano

Será la última vez que el ciclista de Mol corra en la París-Roubaix, el monumento que ha ganado cuatro veces. Su carrera tiene lo más brillante y también agujeros de los que logró salir

Foto: Boonen, en la París-Roubaix. (Reuters)
Boonen, en la París-Roubaix. (Reuters)

El domingo, cuando desmonte de su bicicleta por última vez, morirá el hombre y nacerá la leyenda. Una leyenda forjada sobre muros de adoquín y labrada en los surcos que llevan de Compiègne a Roubaix. ¿Será capaz Tom Boonen de retirarse en lo más alto del podio?

La biografía ciclista de Tom Boonen (Mol, 1980) se puede trazar a pespuntes entre el Tour de Flandes y la París-Roubaix. Esa semana que se esfuma entre el primer y el segundo domingo de abril y en la que los campeones dejan de soñar con transitar en solitario los pasos alpinos para concentrarse en sobrevivir. Pero sobrevivir no es ganar. Y ganar, como Tommeke, tres veces De Ronde y cuatro en el Infierno del Norte no ocurre por casualidad, por más que la nefasta tradición ibérica llame “lotería” a lo que el resto del mundo llama monumento.

Hay que estar ahí, a más de cuarenta por hora durante siete, descontando los 29 tramos de adoquín. Trouée d'Arenberg, Mons en Pevele, Orchies, Carrefour de l’Arbre… Escuchar el crujir mecánico y el dolor ajeno. El propio dicen que es mejor ni sentirlo. De Rubaix, Boonen afirmó que es “una carrera muy fácil de ganar, sólo tienes que asegurarte de no morir para lograrlo”. Y también hay que estar ahí, siempre delante, en la sucesión de colinas de porcentajes imposibles que preceden a la larga línea de meta de Oudenarde… Kapelmuur, Kwaremont, Paterberg, Taaienberg y que no falle nada.

Foto: Alberto Contador empezó la Itzulia por los suelos. (Trek-Segafredo)

Ya en 2002, el año de su debut, acompañó en el podio de Roubaix a Johan Museeuw, el León de Flandes. Ha levantado los brazos en tres Kuurne-Bruselas-Kuurne, cinco E3 Harelbeke, dos Scheldeprijs, tres Gante-Wevelgem y los siete monumentos entre Flandes y Roubaix, todo ello salpicado de podios en la Milán-San Remo ante Óscar Freire (2007 y 2010), seis etapas en el Tour y un maillot verde. En total, más de 100 victorias como profesional. En la medida que Boonen heredó el cetro de Museeuw, se batió con los mejores sprinters por número de victorias en el cambio de siglo, Alessandro Petacchi y Erick Zabel, y con el mejor especialista en carreras que pasan de los 250 km –Mundial y Milán-San Remo– Óscar Freire, o el contrarrelojista desbocado que era Fabian Cancellara, su palmarés frío, desnudo, revela a uno de los más grandes clasicómanos de la historia y quizás el mejor especialista de nunca sobre el pavés.

La cocaína, y Cancellara

Más de una vez Boonen ha afirmado que ganaba en Roubaix porque tenía “cojones”. Hay que tenerlos para desafiar al Olimpo del ciclismo y hacerlo cuando te daban por muerto. Primero por la cocaína, la peculiar maldición arcoíris de Boonen. Luego por la supremacía del suizo Fabian Cancellara. Del binomio droga y ciclismo están las portadas y las cunetas llenas. Boonen salió de aquella con un par de tibias sanciones –dio varias veces positivo por una droga en teoría recreativa y todas ellas fuera de competición– y tibio repudio del Tour de Francia y de la afición. A su regreso le estaba esperando su tercer triunfo en Roubaix. Así esquivó la suerte del malogrado talento Franck Vandenbroucke de quién parecía iba a seguir los pasos.

Batir a Cancellara en el palmarés fue harina de otro costal. Después de que en 2010 el suizo lo destrozara como un guiñapo en el Muro de Grammont, en su casa, en Flandes, y siete días después el suizo seleccionara la carrera en un tramo de carretera insulso, anodino, impropio de una carrera que se llama el Infierno del Norte, Boonen volvió por sus fueros en 2012. Su segundo mejor año como profesional tras 2005. Con un ataque a 60 km de meta no le hizo falta más motor que su compañero Nikki Terpstra tirando de él. En Orchies, desbocado, se marchó a zapatazos en pos de la historia para igualar a Roger De Vlaeminck, Monsieur Paris-Roubaix. De aquella carrera Boonen ha dicho recientemente en una entrevista a Eurosport que fue “el mayor sufrimiento que he padecido jamás” pese a darse el lujo de entrar en solitario al velódromo alzando los brazos.

placeholder
TDF132 CAMBRAI (FRANCIA), 07/07/2015.- El ciclista alemán Tony Martin (i) del Etixx Quick Step celebra su victoria con el ciclista belga Tom Boonen (d) tras la cuarta etapa del Tour de Francia entre las localidades de Seraing (Bélgica) y Cambrai (Francia) de 223,5 kilómetros hoy 7 de julio de 2015 EFE/Yoan Valat

El duelo con Valverde

Su único gran duelo con el otro gran talento en carreras de un día de la clase del ochenta, Alejandro Valverde, se produjo en septiembre de 2005 en el paseo de la Castellana de Madrid. Fue un Campeonato del Mundo en el que solamente la victoria de Boonen y la plata de Valverde en el podio han hecho entrar en la historia. Tanto italianos como españoles corrieron a la contra en un circuito insulso. Los transalpinos, haciendo gala de su habitual caos táctico, no sabiendo o no queriendo saber si Petacchi iba bien o el grillo Bettini iba mal, se quitaron la responsabilidad de ordenar la carrera. Y los españoles, en ausencia de Freire lesionado, no acertaron a endurecer la prueba para seleccionar el pelotón. Muy poco para que Valverde tuviera opciones. Aún así, el murciano se sacó de las piernas un sprint descomunal que sólo le valió para ser segundo. La meta esperaba a Tornado Tom, aquella tarde Boonen también fue el mejor. Weireldcampionnen.
Donde todo empezó, todo acabará el domingo

Foto: Podio encabezado por Gilbert. (Foto: Twitter de @rondevlaanderen)

Boonen afirma que apunta al podio del domingo en Roubaix. Que está en forma. Sería un gran broche a una gran carrera. El año pasado, sin estar a su mejor nivel, se las apañó para llegar segundo al velódromo tras el sorprendente australiano Mathew Hayman. Este año se las verá con otro talento como Peter Sagan y con su compatriota Greg Van Avermaet. A su favor, el flamenco cuenta con la mejor escuadra del pelotón para estos lances, el Quick-Step y todo su bagaje.

Esta primavera se le ha visto suelto y metido en carrera pero sin el punch de antaño. Para delirio de la afición belga que lo recibió como un héroe en la salida del Tour de Flandes, él fue el encargado de partir en dos el pelotón propiciando la exhibición de su compañero Philippe Gilbert. Sin embargo tuvo mala suerte al paso por su colina, el Taaienberg, la montaña de Boonen. En ese punto, el campeón belga solía seleccionar la carrera a su antojo bien para ganar el E3 Harelbeke, bien para comprobar cómo iban los rivales en De Ronde. El pasado domingo su bicicleta se bloqueó y hasta tres veces tuvo que esperar al auxiliar quedando eliminado de la carrera por el triunfo.

El miércoles, en el Scheldeprijs, una carrera de transición entre Flandes y Roubaix y que transcurre paralela al río Escalda del que toma el nombre, los organizadores variaron el recorrido habitual para que éste pasara por la puerta de la casa de Boonen, en Mol. Estos homenajes ciclistas no suelen salir bien. Que se lo recuerden a Miguel Indurain en el Tour de 1996 cuando la etapa acababa en Pamplona y tras penar por las rampas de Soudet y Larrau, el pentacampeón tuvo que decir adiós al sexto amarillo ante sus paisanos. Demasiado doloroso. Y el miércoles, a menos de 10 kilómetros para meta, cuando trabajaba para su sprinter Marcel Kittel, un bandazo en el pelotón a punto estuvo de mandarlo a besar el asfalto y de dejar a los aficionados sin el último adoquín de Boonen. Menos mal que no fue así y que el próximo domingo las carreteras de Nord-Pas-de-Calais volverán a ser la alfombra roja del Infierno del Norte por la que rodará su último gran campeón.

El domingo, cuando desmonte de su bicicleta por última vez, morirá el hombre y nacerá la leyenda. Una leyenda forjada sobre muros de adoquín y labrada en los surcos que llevan de Compiègne a Roubaix. ¿Será capaz Tom Boonen de retirarse en lo más alto del podio?