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La lección repetida de Francia y el baloncesto FIBA a Estados Unidos y la NBA
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La lección repetida de Francia y el baloncesto FIBA a Estados Unidos y la NBA

Estados Unidos perdió ante Francia en los cuartos de final del Mundial. No estará en la lucha por las medallas después de ganar las dos últimas ediciones

Foto: El gran partido de Donovan Mitchell (29 puntos) no evitó la derrota de Estados Unidos ante Francia. (EFE)
El gran partido de Donovan Mitchell (29 puntos) no evitó la derrota de Estados Unidos ante Francia. (EFE)

Decir que se veía venir puede parecer ventajista, pero sí: se veía venir. Desde que hace unos meses empezaron a gotear las bajas de las grandes estrellas de la NBA, en el mundillo del baloncesto empezó a ser habitual la idea de que Estados Unidos podía tener problemas en el Mundial. La opinión sobre la selección norteamericana ha oscilado entre la certeza de que tenía jugadores y un entrenador con el suficiente talento para ganar a cualquiera y la evidencia de que no estaban tan por encima del resto como en otros torneos. Los avisos en la preparación y en la primera fase se convirtieron en un descalabro en los cuartos de final con la derrota ante Francia (79-89), primera en partido oficial desde 2006.

¿Es un fracaso? Sí. ¿Es una sorpresa? A medias. Estados Unidos jugó con fuego y ha acabado quemándose. Tienen parte de culpa los jugadores y el cuerpo técnico presentes en China, pero no son ni los únicos ni los principales responsables. Hay que apuntar más arriba, a la federación y la NBA, incapaces de convencer a la gran mayoría de estrellas de la liga para que aceptaran representar a la selección en el campeonato. Por razones que iban desde lesiones a la simple renuncia para preparar la próxima temporada, se fueron cayendo una a una hasta dejar a Gregg Popovich con un buen grupo de jugadores, con algún talento ofensivo de primer nivel como Kemba Walker o Donovan Mitchell (el mejor ante Francia), pero con evidentes carencias.

La derrota en cuartos de final es la primera en partido oficial desde las semifinales del Mundial 2006, cuando cayó ante Grecia (el tropiezo ante Australia en la preparación cortó la racha de victorias con jugadores NBA, pero fue un amistoso). Después de aquel batacazo, que llegó dos años después de otro parecido en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004, Estados Unidos reaccionó y comprendió que no podía depender únicamente del talento de sus jugadores para ganar. Necesitaba, además, que fueran los mejores (o algunos de los mejores), compromiso y planificación.

Este año, no ha tenido nada de eso. No basta con Walker y Mitchell, más un grupo de buenos jugadores, para ganar el Mundial. No ha habido compromiso por parte de las grandes estrellas y el equipo se formó a la fuerza, con los jugadores que iban quedando tras las renuncias. Popovich apenas pudo elegir y tuvo poco tiempo para conjuntar un grupo menos potente que los que ganaron los Mundiales de 2010 y 2014 y los tres últimos Juegos Olímpicos.

La distancia entre Estados Unidos y el resto del baloncesto es cada vez más corta, y lo es aún más si la selección estadounidense no es capaz de presentar un equipo de élite. El de este Mundial no lo era. La selección norteamericana quizá tenía el grupo de jugadores más talentoso, pero los tres mejores jugadores del torneo estaban en otros equipos: Giannis Antetokounmpo (Grecia), Nikola Jokic (Serbia) y Rudy Gobert (Francia).

De esos tres, el que mejor se adapta a este tipo de baloncesto, con menos espacios, es Gobert. El pívot francés es uno de los mejores pívots de la NBA, lo que trasladado al baloncesto FIBA, sin la regla de los tres segundos defensivos, le convierte en uno de los jugadores más decisivos. Ante Estados Unidos, terminó con 21 puntos, 16 rebotes y tres tapones.

Trece años después, Estados Unidos ha recibido por parte de Francia la misma lección que le dio Grecia: o va con lo mejor o se la puede pegar. Llevar un equipo de jugadores NBA de segundo o tercer nivel no le basta. La única buena noticia es que ha conseguido la clasificación para los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. Allí las cosas serán diferentes.

Decir que se veía venir puede parecer ventajista, pero sí: se veía venir. Desde que hace unos meses empezaron a gotear las bajas de las grandes estrellas de la NBA, en el mundillo del baloncesto empezó a ser habitual la idea de que Estados Unidos podía tener problemas en el Mundial. La opinión sobre la selección norteamericana ha oscilado entre la certeza de que tenía jugadores y un entrenador con el suficiente talento para ganar a cualquiera y la evidencia de que no estaban tan por encima del resto como en otros torneos. Los avisos en la preparación y en la primera fase se convirtieron en un descalabro en los cuartos de final con la derrota ante Francia (79-89), primera en partido oficial desde 2006.

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