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Las chicas consiguen lo que no pudieron los chicos: jugarse el Mundial ante EEUU
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nuevo hito del baloncesto femenino (20.15)

Las chicas consiguen lo que no pudieron los chicos: jugarse el Mundial ante EEUU

21 días después de la debacle masculina, las de Lucas Mondelo hacen historia y disputarán la primera final mundialista de su historia ante el rival soñado por ellos

Foto: Las jugadoras de la selección celebran el pase a la final.
Las jugadoras de la selección celebran el pase a la final.

El pasado 14 de septiembre, el Palacio de los Deportes acogió la final del Mundial masculino entre Estados Unidos y Serbia. Un día donde, en medio de la exquisitez y el espectáculo del combinado NBA, todavía coleaban los gritos de ‘Orenga dimisión’ que habían inundado la plaza madrileña durante las últimas noches. Cuatro días antes, la decepción adoptó la forma de un balón de baloncesto. Como ocurriera en Turquía en 2010, donde un triple estratosférico de Milos Teodosic nos devolvió a la tierra en cuartos, España caía inesperadamente ante Francia en la antesala de la lucha por las medallas. Todavía sentimos una angustiosa presión en el pecho al recordarlo. Con la etiqueta de favoritos y un cuadro amañado para volver a intentar lo que nos fue negado en Pekín y Londres, la sensación de agonía y vacío se multiplican. Sí, España perdió el que, independientemente de lo que ocurriera en el hipotético último encuentro, iba a ser ‘su’ Mundial. El epílogo soñado para la mejor generación de baloncestistas de nuestra historia.

Tras jugar al despiste, Orenga se apartó del disparadero y se aferró a un su cargo en la Federación que le garantiza un sueldo que no merece por sus prestaciones como seleccionador. Sin embargo, 21 días después de la no final, el baloncesto patrio vuelve a estar de enhorabuena. El pasado sábado, el combinado español tumbaba a Turquía en las semifinales del Mundial (66-56) que se disputa en el país otomano. En la otra semifinal, la gran favorita no fallaba y se deshacía de la combativa Australia (70-82). De esta forma, las chicas de la selección española alcanzaban la primera final mundialista de su historia. Además, lograron lo que no pudieron hacer los chicos: jugarse el cetro mundial ante la omnipotente selección estadounidense.

Tras proclamarse campeonas de Europa en 2013 en Francia después de ganar a las anfitrionas (70-69) en la final, este año tocó subir un peldaño más. La gran final (20.15 horas, La 1) será la reedición de las semifinales del Mundial de 2010 disputado en la República Checa. En aquella ocasión, en la ciudad de Karlovy Vary, las españolas fueron barridas sin contemplaciones por el ciclón yanqui (106-70). Pero tras vencer a Bielorrusia (68-77) en la final de consolación se alzaron con un bronce que suponía la primera medalla mundialista de siempre. Nueve días de competición para borrar la amargura que nos dejó el fracaso de los Gasol, Navarro, Rudy, Ibaka y compañía donde las actuales campeonas de Europa han rayado a un nivel espectacular.

“Es un logro para el país y estoy feliz de contribuir a ello y permanecer en la pista para sumar para España", aseguraba Sancho Lyttle (18,6 puntos y 11,6 rebotes). Naturalizada española en 2010, la ala-pívot nacida en Kingstown (San Vicente y las Granadinas) y formada en la Universidad de Houston es una de las grandes artífices de la euforia que invade en estos momentos la expedición española. "Lo que nos ha llevado a la final ha sido el juego de equipo y solo los grandes equipos pueden llegar a la final". Así se expresaba una entusiasmada Alba Torrens (16,6 puntos, 3,6 rebotes y 3 asistencias) que no quería monopolizar el protagonismo tras los 28 puntos y 6 rebotes conseguidos ante las turcas.

Las dos máximas anotadoras del torneo, que militan en el Galatasaray y que jugaron en territorio hostil por partida doble, volvieron a ser los estiletes en un partido para la eternidad. Tras aguantar la primera embestida de las locales (19-20 con 8/13 en tiros de campo en el primer cuarto), el segundo cuarto fue una transición donde el recelo y la presión agarrotaron las muñecas (28-27 al descanso). En la reanudación, los 9.200 espectadores convirtieron el Fenerbahçe Arena en una olla a presión, tratando de provocar el pánico en las españolas. El 32-39 a 4:22 del final marcó un punto de inflexión. La batuta de Nuria Martínez, veterana de guerra que ha vuelto al grupo tras unos años alejada de la selección, unida a la inspiración de una sublime Torrens fue suficiente para deshacer el embrollo. De ahí al final un parcial de 34-17, sonrisas en el banco y el gesto contrariado de Ceyhun Yildizoglu. El seleccionador turco fue presa de la impotencia y, ante la exhibición de Torrens (12 puntos en el último acto) allanó más el camino con una técnica sintomática de la rabia que le poseía.

Además de solventar la siempre difícil prueba de velar armas con la organizadora, España ha cuajado un bagaje sin mácula hacia la final. Cuatro victorias por aplastamiento en otros tantos partidos. Envites que acabaron por ser meros trámites para las españolas. Japón, campeón de Asia, Brasil, República Checa (subcampeona mundial en 2010) y China fueron cayendo como moscas: 72,2 (43,7% en tiros de campo y 30,9% en triples) puntos a favor y 52 en contra. Como no podía ser menos, Estados Unidos también superó con éxito todos los exámenes previos a la gran cita. Excepto Australia, que intentó plantar cara en algunas fases del encuentro de semifinales, nadie se atrevió a toser a un conjunto exuberante que atesora un talento innato para este deporte. 95,2 puntos a favor (54% en tiros de campo y 44% en triples) y 63,2 en contra. Paliza tras paliza, paseo tras paseo, el elenco de estrellas de la WNBA está preparado para reinar.

Humildad y trabajo, la receta del éxito

Desde el principio, la humildad ha sido (y será) la tónica dominante. Un mes antes del inicio del campeonato, cuando todos los ojos andaban puestos en la cita masculina que se disputó en nuestro país, el seleccionador femenino optó por la prudencia y fue comedido en sus pronósticos: "Estados Unidos está por encima de todas. Luego pondríamos en un segundo escalón a Francia y Australia. Aunque a Francia le hayamos ganado en su campo, fue una sorpresa. Es la subcampeona olímpica. En un tercer escalón, con opciones, hay selecciones como Brasil, República Checa, Canadá, nosotros y Turquía, la anfitriona”, comentaba en una charla con este periódico. Modestos augurios que se han visto superados con creces gracias a la unión, el compromiso y la solidaridad de un equipo que, por encima de sus aptitudes sobre el parqué, constituye un grupo humano excepcional.

Mientras la selección española masculina vendía la piel del oso antes de cazarlo y se pavoneaba de contar con el mejor juego interior del mundo, llegando a poner en entredicho la hegemonía estadounidense antes de que llegara el no duelo, en el caso de las chicas se insistía en reconocer la supremacía de un equipo inabordable. “Actualmente, por el elenco de estrellas que reúne, es comparable, para que nos hagamos una idea, al único 'Dream Team' que ha habido, el masculino de 1992", explicaba Mondelo con conocimiento de causa. El técnico español dirige en el Shanxi Rui Flame, vigente campeón de la liga china, a Maya Moore, una de las grandes estrellas del panorama baloncestístico femenino.

A sus 25 años, la ex del desaparecido Ros Casares es una jugadora descomunal. Con dos títulos de la WNBA a sus espaldas (2011 y 2013), la alero de las Minnesota Lynx se convirtió este mes de agosto en la tercera jugadora en la historia de la WNBA en ser nombrada MVP (23,9 puntos, 8,1 rebotes y 3,4 asistencias), MVP de las Finales (2013) y Novata del año (2011), sólo por detrás de Diana Taurasi (también integrante del roster estadounidense) y Tamika Catchings. “Somos España y España va a competir el partido. Ganemos o perdamos, estaremos orgullosos de lo que hemos hecho”, sentenciaba Mondelo. Con los deberes hechos el límite es el cielo. Antes de pensar en el Europeo de Hungría del próximo año, cita donde España deberá asegurar el billete para Río que no pudo conseguir en 2011 para estar en Londres, toca soñar. Se lo han ganado.

El pasado 14 de septiembre, el Palacio de los Deportes acogió la final del Mundial masculino entre Estados Unidos y Serbia. Un día donde, en medio de la exquisitez y el espectáculo del combinado NBA, todavía coleaban los gritos de ‘Orenga dimisión’ que habían inundado la plaza madrileña durante las últimas noches. Cuatro días antes, la decepción adoptó la forma de un balón de baloncesto. Como ocurriera en Turquía en 2010, donde un triple estratosférico de Milos Teodosic nos devolvió a la tierra en cuartos, España caía inesperadamente ante Francia en la antesala de la lucha por las medallas. Todavía sentimos una angustiosa presión en el pecho al recordarlo. Con la etiqueta de favoritos y un cuadro amañado para volver a intentar lo que nos fue negado en Pekín y Londres, la sensación de agonía y vacío se multiplican. Sí, España perdió el que, independientemente de lo que ocurriera en el hipotético último encuentro, iba a ser ‘su’ Mundial. El epílogo soñado para la mejor generación de baloncestistas de nuestra historia.

Alba Torrens Sancho Lyttle
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