Nueve días para quitarse el mal sabor de boca de un Mundial con otro

En la rueda de prensa posterior a la derrota de la selección masculina en los cuartos de final del Mundial, José Luis Sáez, presidente de la Federación Española de Baloncesto (FEB), confesó que su peor momento al frente del baloncesto nacional, además de lo ocurrido 48 horas antes, había sido la no clasificación de la selección femenina para los Juegos Olímpicos de Londres. El mal Campeonato de Europa del 2011 dejó a las jugadoras españolas sin opciones de acudir a la capital británica. Pero supieron levantarse. Y el año pasado se resarcieron con el oro europeo. A partir de este sábado, en Turquía, quieren alargar la racha de victorias en el Mundial y de paso cerrar el verano de la FEB con una alegría.

El primer rival será Japón (15:15 horas, Teledeporte), un equipo que puede ser el juez del Grupo A, el más duro del Mundial junto con el B (Canadá, Francia, Turquía y Mozambique). El domingo (20:15), España se verá las caras con Brasil, para luego cerrar la primera fase el martes (15:15) contra la República Checa. "Lo más importante es que entremos al partido emocionalmente estables. En un primer partido de campeonato es vital porque una vez que estás dentro ya casi funcionas con automatismos", analizó el seleccionador Lucas Mondelo.

Japón llega al Mundial como campeón de Asia por primera vez en 40 años y con un grupo renovado y más poderoso físicamente, lo que le convierte en un equipo más peligroso. "Hablar de físico por parte nuestra es un poco broma, ahora ya no son tan pequeñas", comentó Mondelo, que apuntó a la base Yugo Oba, máxima anotadora del último mundial y jugadora que tuvo a sus órdenes en la Liga china, y al juego interior como los mayores peligros del rival. "Con Japón hay dos puntos vitales, no dejarlas correr intentando cargar rebote ofensivo para retrasar el primer pase y trabajar muchos sobre sus zonas de tiro habituales. Que no jueguen con el apoyo del triple y que sea algo anecdótico", añadió.

Tras casi un mes de concentración, España llega a Turquía con el objetivo, en primer lugar, de llegar a los cuartos de final. Y a partir de ahí, soñar con las medallas en un torneo que se presenta muy igualado. De los 16 equipos participantes, 8 tienen opciones de estar en la lucha por subir al podio, entre ellos Estados Unidos, que aunque perdió con Francia en su pennúltimo amistoso tiene a las mejores jugadoras con diferencia. Además, a las selecciones ya mencionadas hay que añadir a Australia y Canadá.

Para llegar a los cuartos de final hay dos caminos, después del cambio de formato con respecto a la cita de la República Checa en el 2010. Entonces, a la primera fase le seguía una segunda con dos grupos de seis equipos, de los cuales pasaban los cuatro primeros a los cuartos de final. Ese campeonato duró 11 días, dos más que el de Turquía, que se alargará durante 9 (27 de septiembre-5 de octubre).

En esta cita, los primeros clasificados de cada uno de los cuatro grupos se clasifican directamente, mientras que los segundos y terceros se enfrentan entre sí en una especie de octavos de final para decidir los otros cuatro equipos que lucharán por entrar en la final. El calendario preparado por la FIBA es infernal, con la competición comprimida en solo nueve días. Los equipos que jueguen los cuartos tras haber disputado antes la eliminatoria previa acabarán el campeonato con siete partidos en las piernas.

Un mes después, el balance es de ocho victorias (ante Serbia, Japón, Angola, Turquía, Bielorrusia, China, Canadá y Cuba, todos equipos que estarán en el Mundial). Laura Herrera, Queralt Casas, Cristina Ouviña, Cindy Lima y Astou Ndour fueron los descartes. Y Sancho Lyttle, uno de los pilares del equipo junto a Laisa Palau, Marta Xargay y Alba Torrens, se incorporó hace apenas unos días tras la temporada en la WNBA.

Como demostró el caso de la selección masculina, una fase de preparación inmaculada no asegura el éxito luego, pero más allá de los resultados, lo que Lucas Mondelo ha destacado es el buen trabajo realizado por unas jugadoras, campeonas de Europa, que no tienen "ni presión ni miedo" . "Nosotras no tenemos ninguna presión, solo la presión que nos pongamos porque nos gusta ganar. Somos muy competitivas, es nuestro ADN", afirmó el seleccionador. Ahora toca hacer ver ese ADN en Turquía.