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'El callejón de las almas perdidas': los verdaderos monstruos de Guillermo del Toro
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'El callejón de las almas perdidas': los verdaderos monstruos de Guillermo del Toro

El cineasta mexicano dirige un 'remake' de la película homónima de 1947, un 'neonoir' protagonizado por Bradley Cooper y Rooney Mara

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Debajo de la magia solo queda el truco. La última película de Guillermo del Toro, 'El callejón de las almas perdidas', es una historia melancólica, añeja, que nos habla de los subtextos de la vida, de lo que se esconde bajo lo visible. El circo siempre ha sido un lugar triste, incluso siniestro. La estridencia de los colores y las músicas soterra las vidas ambulantes de los hombres forzudos y las mujeres barbudas. El estereotipo —todos los estereotipos guardan una verdad— de gente sin raíces e inadaptada que.encuentra una familia postiza entre nómadas como ellos. Del Toro siempre ha reconocido la fascinación por ese tipo de ambientes y personajes, esa búsqueda de la definición de lo monstruoso. Si en 'La forma del agua', por la que ganó el Oscar, encontró la humanidad dentro de la criatura, en esta ocasión el trabajo es a la inversa: el monstruo era humano.

Me contaron recientemente que al autor de la novela en la que se basa la película, William Lindsay Gresham, publicada en 1946, se le ocurrió la idea cuando, luchando como voluntario en la Guerra Civil española en el bando republicano, un médico le contó su experiencia trabajando en una feria ambulante: una de las atracciones la protagonizaba un hombre tan degenerado por su alcoholismo que se ofrecía a cambio de una botella a perpetrar los actos más grotescos: rebozarse en sus propios excrementos y rebanar las cabezas de gallinas y serpientes a mordiscos. Él era el engendro, mitad hombre, mitad bestia. Un año después, Edmund Goulding llevó la novela al cine en una adaptación convertida hoy en clásico de culto y protagonizada por Tyrone Power y Joan Blondell. Y ahora es Guillermo del Toro quien readapta en forma de 'neonoir', en un filme oscuro y pesimista con el que toman el relevo Bradley Cooper, Rooney Mara y Cate Blanchett.

placeholder Mark Povinelli y Ron Pearlman, en 'El callejón de las almas perdidas'. (Disney+)
Mark Povinelli y Ron Pearlman, en 'El callejón de las almas perdidas'. (Disney+)

Del Toro vuelve a demostrar su habilidad para crear escenarios de fantasía de una poderosa belleza visual. Pero también que su narrativa no deja espacio para la sorpresa. Aunque justificado por la época en la que transcurre la acción —entre finales de los años treinta y principios de los cuarenta— y por el uso de los códigos del 'noir', el cine de Del Toro se deja arrastrar por una sensación añeja, de ya visto, ya oído. Aun así, consigue atrapar con sus atmósferas entre la fascinación y el terror de un cuento gótico, entre la belleza y el horror. Y explota todas las oportunidades que ofrece el contexto del mundo circense de principios del siglo XX, mucho más proclive entonces a la denigración y el espanto.

'El callejón de las almas perdidas' entra directamente a la acción: un hombre arrastra un cadáver, lo entierra bajo el suelo de una casa y la prende. Del Toro no se anda con rodeos para sembrar la curiosidad del espectador por el protagonista de su historia: Stanton Carlisle (Bradley Cooper), un tipo silencioso, observador y hermético. Y, como intuimos desde el inicio, un criminal. La película se divide en dos partes estéticamente muy marcadas: el circo y la gran ciudad art decó. La primera es estridente y colorida —a pesar del tono sepia que baña toda la cinta—, mientras que la segunda es oscura e inquietante. Esta es, probablemente, la película más 'burtoniana' de Del Toro.

placeholder Rooney Mara es Molly Cahill, la mujer eléctrica. (Disney)
Rooney Mara es Molly Cahill, la mujer eléctrica. (Disney)

Nos encontramos a finales de los años treinta. Los acontecimientos históricos que suceden fuera de campo son los que contextualizan temporalmente: "El alemán que se parece a Chaplin acaba de invadir Polonia", comenta uno de los personajes. Entonces, Estados Unidos todavía arrastra las secuelas de la gran crisis del 29. La pobreza afecta a las clases más humildes, a lo que hay que sumar los ecos de la Gran Guerra, de la que muchos jóvenes volvieron con graves problemas mentales y adaptativos que luego los llevaron al alcohol. El alcoholismo, precisamente, en una cuestión recurrente en 'El callejón de las almas perdidas': muchos de los personajes tienen una relación compleja con la bebida que les acabará llevando a la perdición.

De forma fortuita, el misterioso Stanton recala en una feria ambulante regentada por Clem (Willem Dafoe), un empresario sin escrúpulos que le ofrece trabajo. Del Toro nos invita a recorrer este mundo de supuestos talentos extraordinarios: Bruno, el hombre más fuerte del mundo (Ron Perlman), el Alcalde, el hombre más diminuto (Mark Povinelli), Molly, la mujer capaz de transmitir por su cuerpo descargas eléctricas (Rooney Mara) y la pareja de mentalistas formada por Pete (David Strathairn) y Zeena (Toni Collette). Todos los personajes son, en cierta manera, estafadores revestidos de un bonito envoltorio. Salvo el engendro, una de las grandes atracciones, mitad bestia, mitad humano, al que de vez en cuando sacan de una jaula para que decapite gallinas a mordiscos para aplauso del público. Pero, de nuevo, debajo de la magia solo queda el truco. El hombre más fuerte sufre de dolor de rodillas y los adivinos simplemente utilizan una serie de estratagemas para comunicarse y pasarse información sin que nadie los vea. Y el engendro no es más que un borracho al que todo el mundo humilla y al que Clem mantiene retenido: busca un hombre alcoholizado, que lo haya perdido todo, al que ni tan siquiera le quede la dignidad ni la esperanza, y lo convertirás en un engendro.

placeholder Otro momento de 'El callejón de las almas perdidas'. (Disney)
Otro momento de 'El callejón de las almas perdidas'. (Disney)

Stanton decide aprender los trucos de los mentalistas y participar en su número: se da cuenta de que con su intuición, su capacidad de observación y una pequeña ayuda del manual podrá inducir a la gente para conseguir lo que quiere. Del Toro plantea una trama en torno a la capacidad de manipulación del protagonista, pero también a la necesidad del engaño del público. Stanton acaba aumentando el alcance de sus juegos mentales hasta que se cruza en su camino la doctora Lilith Ritter (Cate Blanchett), una psiquiatra caracterizada como el epítome de la 'femme fatale'. Es en esta segunda mitad cuando Del Toro recurre absolutamente a las herramientas del 'noir' y lo adereza con un toque gótico fantasmal. Los claroscuros, las persecuciones y el recorrido de una investigación sobre quién engaña y quién dice la verdad. Una nueva interpretación de lo monstruoso no a partir del físico, sino de la moral. Porque, ¿quién es el monstruo? ¿El engendro o aquellos que se ríen del engendro?

Debajo de la magia solo queda el truco. La última película de Guillermo del Toro, 'El callejón de las almas perdidas', es una historia melancólica, añeja, que nos habla de los subtextos de la vida, de lo que se esconde bajo lo visible. El circo siempre ha sido un lugar triste, incluso siniestro. La estridencia de los colores y las músicas soterra las vidas ambulantes de los hombres forzudos y las mujeres barbudas. El estereotipo —todos los estereotipos guardan una verdad— de gente sin raíces e inadaptada que.encuentra una familia postiza entre nómadas como ellos. Del Toro siempre ha reconocido la fascinación por ese tipo de ambientes y personajes, esa búsqueda de la definición de lo monstruoso. Si en 'La forma del agua', por la que ganó el Oscar, encontró la humanidad dentro de la criatura, en esta ocasión el trabajo es a la inversa: el monstruo era humano.

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