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'Space Dogs': la oscura y cruel verdad sobre el papel de Laika en la carrera espacial
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'Space Dogs': la oscura y cruel verdad sobre el papel de Laika en la carrera espacial

El doloroso documental de Elsa Kremser y Levin Peter cuestiona la manipulación de los animales para generar relatos positivos y reivindica para ellos unas vidas dignas

Foto: La perra Laika, en una imagen de 'Space Dogs'. (Filmin)
La perra Laika, en una imagen de 'Space Dogs'. (Filmin)

En esa guerra de propaganda que también fue la carrera espacial, la Unión Soviética se apuntó un tanto importantísimo con Laika. Tras avanzarse con el lanzamiento del Sputnik en octubre de 1957, los soviéticos remataron la jugada enviando pocas semanas después el primer animal al espacio, una perrita mil leches de tres años de edad. El eco de este hito de la cosmonáutica se debe en buena parte al protagonismo del can. Laika no tardó en convertirse en una mascota de fama mundial: sigue dando nombre a todo tipo de objetos de consumo y productos culturales. También, sí, a esa canción de Mecano. Pocos perros reales han conseguido fijarse en el imaginario popular de todo un planeta como lo hizo ella.

Las autoridades soviéticas no explicaron en su momento qué había pasado con Laika una vez su nave, el Sputnik II, entró en órbita. Las informaciones confusas al respecto pretendían ocultar el triste destino del animal, y al mismo tiempo mantener vivas las narrativas propias de un cuento que se estaban forjando a su alrededor. Laika fue uno de los primeros animales en sufrir este proceso de 'cuquificación' ahora habitual en las redes. Se convirtió en una heroína entrañable a su pesar, era la imagen tierna que ganaba simpatías para la causa de los cosmonautas incluso en los países poco afines al comunismo. Ni con Hollywood y Disney en su bando consiguieron los astronautas estadounidenses un triunfo similar.

placeholder Elsa Kremser y Levin Peter dirigen 'Space Dogs'. (Filmin)
Elsa Kremser y Levin Peter dirigen 'Space Dogs'. (Filmin)

En sus primeros cinco minutos de arranque, 'Space Dogs' (2019) desmonta la odisea espacial de Laika tal y como se narró durante décadas. Hasta principios de este siglo, no se destapó la verdad en torno a este asunto: las precarias condiciones en que la perra viajó al espacio, lo rápido que falleció una vez entrada en órbita y su desintegración total junto a la nave en el viaje de regreso. En este documental firmado por los austríacos Elsa Kremser y Levin Peter, se revisa todo el relato propagandístico en torno a los viajes espaciales "tripulados" por perros para vaciarlo de cualquier contenido épico. Como recuerda la película, Laika era un perro vagabundo, uno de tantos que se pasean por las calles de Moscú. 'Space Dogs' parte de su mito como cosmonauta canino para hacer aterrizar su historia de nuevo en las terrenales avenidas de la capital soviética, sin descartar la pervivencia de Laika como fantasma que recorre el mundo.

Pero 'Space Dogs' no se desarrolla como un reportaje al uso que desmonte la leyenda de la gran estrella espacial. Una parte de la película recupera una cantidad ingente de material de archivo de la época, en muchos casos inédito. Con este metraje, el filme reconstruye las bambalinas de la historia de la conquista del espacio a partir del trato que recibían los animales. 'Space Dogs' visibiliza en este sentido la experimentación con perros sometidos a todo tipo de torturas en un momento en que apenas se cuestionaba la crueldad sobre los animales con fines científicos. Mientas los relatos oficiales celebraban, por ejemplo, los primeros retornos de bestias vivas del espacio exterior, las imágenes de los perros enviados a orbitar nos hablan de seres sometidos a unos niveles de estrés intolerables. Los ojos de los cosmonautas caninos no reflejaban heroísmo o entusiasmo, solo terror y vulnerabilidad.

placeholder 'Space Dogs' intenta desmontar el relato heróico de los animales usados en la carrera espacial. (Filmin)
'Space Dogs' intenta desmontar el relato heróico de los animales usados en la carrera espacial. (Filmin)

La película entrelaza estas imágenes documentales con el registro actual de las peripecias de un par de perros callejeros, lo que podrían ser unas Laikas contemporáneas que no han tenido la 'suerte' de ser elegidas para una misión gubernamental. Todo ello puntuado por un intermitente relato en off al que Aleksei Serebryakov, el protagonista, entre otras, del 'Leviatán' de Andréi Zviáguintsev, presta su imponente voz. Kremser y Peter sitúan la cámara a la altura de los animales para observar la ciudad desde su punto de vista. Hay algo de neorrealismo canino en su perspectiva de los canes callejeros. Los directores apenas revisten la vida de sus protagonistas de una historia al uso: los animales no necesitan de un gran relato para que se filmen sus andanzas. Tampoco se proyecta en las bestias la típica mirada antropomorfizada que les atribuya sentimientos y gestos propiamente humanos a fin de facilitar la identificación empática con ellos. En este aspecto, hacia el tercio del metraje de 'Space Dogs' se desarrolla la secuencia más cuestionable de la película, un momento en que los directores subrayan la naturaleza también brutal de los animales con una escena que raya lo 'snuff', una situación más próxima a ese cine de la crueldad un tanto gratuito que nos llega a veces de Austria que a las poéticas del seguimiento siempre humanistas que preconizaba Cesare Zavattini.

El cine de no ficción lleva unos años efectuando un giro hacia una visión no antropocéntrica del mundo, hacia una mirada en que el ser humano ya no ocupa el centro de todas las cosas. En 'Kedi' (2016) de Ceyda Torun, por ejemplo, se lleva a cabo un retrato de Estambul a través del vínculo que los gatos de la ciudad, ni del todo callejeros ni del todo domesticados, mantienen con los humanos, en una reivindicación de la esencia gatuna del carácter mediterráneo. En 'Acid Forest' (2018), la artista lituana Rugilė Barzdžiukaitė contempla la aniquilación de un bosque desde el punto de vista de sus habitantes y principales destructores, los cormoranes. En 'Gunda' (2021), Viktor Kossakovsky nos sumerge en la poética cotidianidad repleta de pequeños gestos conmovedores de los animales de una granja para acabar concienciándonos del horror invisible de la industria cárnica. En 'Cow', estrenada en el pasado Festival de Cannes, Andrea Arnold 'proletariza' a la vaca protagonista, cuya trayectoria vital y laboral en una explotación ganadera resigue con su cámara. En 'Space Dogs' se cuestiona la manipulación de los animales para construir a partir de ellos narrativas positivas, heroicas y encantadoras. La película de los austríacos tiene algo de invectiva contra la 'disneyficación' de los relatos protagonizados por perros u otras bestias, ya sea en los discursos de propaganda de cualquier tiempo y país, ya sea en las variantes 'cuquis' que pueblan las redes hoy en día. Elsa Kremser y Levin Peter reivindican que el espíritu de Laika se encuentra en cualquier bestia que intenta sobrevivir en las órbitas de los ámbitos domésticos.

En esa guerra de propaganda que también fue la carrera espacial, la Unión Soviética se apuntó un tanto importantísimo con Laika. Tras avanzarse con el lanzamiento del Sputnik en octubre de 1957, los soviéticos remataron la jugada enviando pocas semanas después el primer animal al espacio, una perrita mil leches de tres años de edad. El eco de este hito de la cosmonáutica se debe en buena parte al protagonismo del can. Laika no tardó en convertirse en una mascota de fama mundial: sigue dando nombre a todo tipo de objetos de consumo y productos culturales. También, sí, a esa canción de Mecano. Pocos perros reales han conseguido fijarse en el imaginario popular de todo un planeta como lo hizo ella.

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