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Lawrence Wright: "El 11-S alimentó un caos político en EEUU que aún no ha terminado"
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Lawrence Wright: "El 11-S alimentó un caos político en EEUU que aún no ha terminado"

El periodista estadounidense es autor de 'La torre elevada', premio Pulitzer y considerado el mejor libro sobre los atentados de 2001, de los que se cumplen ahora 20 años

Foto: Lawrence Wright.
Lawrence Wright.
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Fue en un camarote de primera clase de un crucero que había zarpado desde Alejandría a Nueva York en el otoño de 1948, ocupado por un enfermizo escritor egipcio cuarentón, donde el islam sufrió su última y más mortífera mutación destinada a incendiar el planeta. A Sayyid Qutb le invadieron en aquel camarote unas dudas acerca de su propia trayectoria vital, del papel amenazado de su religión en el capitalismo global y pecador que encarnaba su destino americano y de la urgencia de unir a los creyentes contra el mal, dudas que terminarían poco a poco por configurar una nueva tendencia islamista cuya culminación llegaría el 11 de septiembre de 2001, hace ahora 20 años. Fue entonces cuando unos tipos armados con cuchillos de plástico a las órdenes de un oscuro príncipe saudí refugiado en la cueva afgana de Tora Bora estrellaron varios aviones contra los principales símbolos del poder de EEUU.

La historia de Sayib Qutb y de la eclosión de un islam terrorista que conduce por tortuosos senderos a los tentados del 11-S —y la de aquellos hombres, como los agentes del FBI John O'Neill y Ali H. Soufan, que estuvieron a punto de impedirlos— armó en 2016 un libro fundamental que ganó el Pulitzer, la mejor crónica escrita sobre el mayor ataque sufrido por EEUU en su propio territorio, que el periodista texano Lawrence Wright tituló 'La torre elevada' (Debate). Hoy, cuando dos décadas después de los hechos la desastrosa retirada de Afganistán ha parecido cubrir con un manto de derrota lo que enfáticamente fue bautizado como guerra contra el terror, ha llegado el momento de actualizar junto a Wright su obra de referencia.

placeholder 'La torre elevada'. (Debate)
'La torre elevada'. (Debate)

PREGUNTA. En el epílogo a la edición de ‘La torre elevada’ de 2011, defendía que la invasión de Afganistán fue básicamente correcta salvo por dejar escapar a Bin Laden y que el problema fue la posterior y catastrófica invasión de Irak. ¿El regreso actual al poder de los talibanes obedece más a la toma de Bagdad en 2003 que a la de Kabul en 2001?

RESPUESTA. Si Estados Unidos y sus aliados hubieran terminado el trabajo de capturar a Bin Laden después de los atentados del 11 de septiembre, en lugar de invadir Irak, Al Qaeda se habría extinguido. En cambio, lo que permitió la guerra de Irak fue el renacimiento de Al Qaeda. También fue un error intentar convertir Afganistán en una democracia de tipo occidental. Ese experimento ha concluido ahora después de dos décadas de fracasos.

P. Y, sin embargo, en Irak sí fue derrotado el Estado Islámico, mientras que el califato ha vuelto a Afganistán. ¿Qué futuro les espera a los talibanes?

R. Es demasiado pronto para aventurar el futuro del gobierno talibán. Si volvieran a ofrecer acomodo al terrorismo, es probable que las naciones occidentales tuvieran que volver a entrar allí, como lo hicieron en Irak cuando ISIS floreció y representó una amenaza para la región y para todo el mundo.

Es probable que las naciones occidentales tengan que volver a entrar en Afganistán, como lo hicieron en Irak cuando el ISIS floreció

P. Biden ha sido claro tras la salida de Afganistán: los EEUU fueron a Afganistán a destruir a los terroristas que los atacaron, pero no a imponer la democracia. Esta sorprendente sinceridad, ¿obedece a los nuevos tiempos, más cerrados y menos globalistas?

R. Recuerde usted que Biden ya defendía una posición semejante durante la Administración Obama, que, sin embargo, optó por imponer un aumento de tropas en Afganistán. Creo que la experiencia de Biden al respecto le ha vuelto muy desconfiado acerca de la posibilidad de construir allí una nación.

Foto: EC.
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P. ¿Por qué hemos aceptado tan rápido ahora que la democracia no se puede exportar con bombas cuando los antecedentes históricos no son unívocos? Como Japón en 1945...

R. Creo que los paralelos habría que buscarlos más bien en la era colonial, como por ejemplo en la experiencia condenada de Francia en Argelia, o también en lo ocurrido con Gran Bretaña en Sudáfrica. La democracia es difícil de imponer, los tiranos no.

P. Hay muchos análisis sobre en qué ha fallado EEUU en la retirada de Afganistán y, en general, en su presencia allí estos 20 años. ¿Cuál es el suyo?

R. Visité Afganistán en 2003, un periodo de esperanza, cuando lo que se escuchaban en Kabul eran martillos y sierras, no coches bomba. Aquel fue un momento en que Estados Unidos y una variedad de aliados se hubieran podido retirar con gracia, dejando un Gobierno inestable, pero un país que parecía estar al borde de la modernidad y la paz. En cambio, nos quedamos demasiado tiempo y nos ocupamos de supervisar a los jefes del Gobierno afgano. Sí, el Gobierno era corrupto, pero miles de millones de dólares en ayuda lo hicieron aún más.

Foto: La famosa imagen del 'Hombre cayendo'.

P. ¿Afganistán será el Vietnam de Biden o se olvidará más rápidamente de lo que pensamos?

R. Biden es el responsable de una salida fallida, pero sospecho que si logra una presidencia exitosa, lo de Afganistán acabará quedando como una nota a pie de página. Pero es cierto que la mala suerte, el catastrófico intento de Jimmy Carter de rescatar a los rehenes en Irán, por ejemplo, puede condenar a cualquier Gobierno. Biden necesita ahora grandes victorias.

P. Una de las cosas más interesantes de ‘La torre elevada’ era la caracterización del islamismo actual como un movimiento 'moderno' y no 'medieval', como suele decirse: Sayyid Qutb responde contra la modernidad, pero es al tiempo una creación suya.

R. Esta paradoja es claramente evidente en Al Qaeda y en los ataques del 11 de septiembre. Un hombre en una cueva en Afganistán subvirtió las herramientas de la modernidad —aviones a reacción— en contra de la modernidad misma. Al Qaeda es una entidad estrictamente moderna que encierra un antiguo conjunto de creencias.

Un hombre en una cueva de Afganistán subvirtió las herramientas de la modernidad contra la modernidad misma

P.‘La torre elevada’ ganó el Pulitzer y hoy es el libro de referencia sobre el 11-S. ¿Cuáles diría hoy que son las mayores virtudes, y tal vez también el mayor error de apreciación, de aquel libro?

R. Cuando escribí 'La torre elevada', existía poco material sobre los orígenes de Al Qaeda y las personas que lo crearon. Esa sigue siendo la contribución más fuerte, creo. Desde que salió el libro en 2006, se han publicado varias memorias de miembros de la familia Bin Laden con quienes no tuve la oportunidad de hablar. Ojalá pudiera haber incluido algunas de sus historias.

Foto: Osama Bin Laden ve la televisión en Abbottabad. (CIA)

P. Su último libro se ocupa de la pandemia. ¿La pandemia ha culminado el periodo histórico de polarización y locura política en EEUU, que empieza con el 11 de septiembre y llega a su apoteosis tal vez con la toma del Congreso por las hordas trumpistas?

R. Usó la palabra 'culminar', lo que sugiere que la locura política ha culminado y está en declive. Eso aún no se ha demostrado.

P. ¿No corren un peligro los demócratas americanos pensando que, como Trump ha perdido las elecciones, pueden olvidarse de él y de lo que encarnaba? ¿Y si el paréntesis acaba siendo Biden?

R. Es sin dudas un riesgo real. La tendencia extremista sigue siendo dominante en el partido republicano.

P. La historia no se repite, pero rima. Vencida la pandemia, ¿tocan ahora los felices años veinte? ¿Y luego? ¿El desastre final?

R. La pandemia de 1918 prefiguró los locos años veinte, pero es posible que no directamente: quedó eclipsada por la contienda, a pesar de que ese virus mató a muchas más personas, e incluso a más soldados, que la guerra. Algunas catástrofes son transformadoras. A causa de la Gran Depresión, Estados Unidos se convirtió en una sociedad más compasiva y competente. La Segunda Guerra Mundial marcó la forja del país más poderoso de la historia del mundo. Por otro lado, el 11 de septiembre llevó a la invasión de Irak, la tortura, Guantánamo, alimentó el caos político dentro de los Estados Unidos y disminuyó su posición. ¿Quién sabe en qué dirección nos llevará el covid-19?

Fue en un camarote de primera clase de un crucero que había zarpado desde Alejandría a Nueva York en el otoño de 1948, ocupado por un enfermizo escritor egipcio cuarentón, donde el islam sufrió su última y más mortífera mutación destinada a incendiar el planeta. A Sayyid Qutb le invadieron en aquel camarote unas dudas acerca de su propia trayectoria vital, del papel amenazado de su religión en el capitalismo global y pecador que encarnaba su destino americano y de la urgencia de unir a los creyentes contra el mal, dudas que terminarían poco a poco por configurar una nueva tendencia islamista cuya culminación llegaría el 11 de septiembre de 2001, hace ahora 20 años. Fue entonces cuando unos tipos armados con cuchillos de plástico a las órdenes de un oscuro príncipe saudí refugiado en la cueva afgana de Tora Bora estrellaron varios aviones contra los principales símbolos del poder de EEUU.

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