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De la serie de Netflix sobre el 11-S a la conexión saudí: novedades sobre los atentados 20 años después
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20 ANIVERSARIO DEL 11-S

De la serie de Netflix sobre el 11-S a la conexión saudí: novedades sobre los atentados 20 años después

Netflix estrena una serie de cinco capítulos sobre el 11-S y las guerras de Afganistán e Irak, al tiempo que EEUU exige a Biden que desclasifique las conexiones con Arabia Saudí

Foto: Fotograma de 'Momentos decisivos'. (Netflix)
Fotograma de 'Momentos decisivos'. (Netflix)
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Se cumplen 20 años de aquel 11 de septiembre de 2001 en que el mundo entró de golpe en el siglo XXI. Los medios preparamos los especiales para la gran efeméride y el cine y las plataformas han preparado 'contenidos' para aprovechar una nueva ola en la que es difícil aportar algo nuevo, valga la redundancia. Del 11-S se ha contado todo. Quiénes eran los diecinueve terroristas suicidas, quiénes son sus familias, dónde estudiaron, en qué escuela de aviación aprendieron a pilotar, qué desayunaron aquel día. También sabemos las historias personales de todas las víctimas. Aquel agente del FBI, John P O'Neill, que acababa de abandonar el cuerpo por alertar de la inminencia de un gran atentado y que murió en el World Trade Center menos de un mes después como jefe de seguridad del complejo. Aquel chico de la bandana roja, Welles Crowther, que ayudó a evacuar a varias personas por las escaleras de la Torre Sur. O la azafata del vuelo 11 de American Airlines, Betty Ong, quien dio la primera voz de alarma del secuestro del primer avión que impactó contra las torres. O el hombre, Ron DiFrancesco, que sobrevivió guiado por una voz fantasmal que le ayudo a encontrar la salida. O el vicepresidente de Euro Brokers, Brian Clark, que sacó de entre los escombros de la planta 81 de la Torre Sur a Stanley Praimnath, antes de que el edificio se viniese abajo.

Desde 'World Trade Center' de Oliver Stone hasta 'United 93' de Peter Greengrass, ficción, documental, vídeos caseros. En un momento en el que todavía no existían los 'smartphones' con cámara —¿se imaginan la cantidad de información audiovisual que generaría hoy un suceso así?—, las imágenes fortuitas que grabaron dos estudiantes de cine franceses radicados en Nueva York, Jules y Gédéon Naudet, fueron el camino más preciso a entender qué se vivió dentro de aquellas torres. Los cineastas grababan un documental de bajo presupuesto sobre un bombero novato en la central Engine 7, Ladder 1 de Nueva York cuando un brusco giro de cámara captó cómo el avión se empotraba en la Torre Norte, preludio de una evacuación cuenta atrás mientras el acero y el cristal del edificio ardían antes de venirse abajo.

Dos décadas después, Netflix ha encargado al documentalista Brian Knappenberger ('Nobody Speak: Trials of the Free Press', 2017, y 'La historia de Aaron Swartz. El chico de Internet', ambas seleccionadas por Sundance) la dirección de una serie de televisión de cinco capítulos, 'Momentos decisivos: el 11-S y la guerra contra el terrorismo' —una traducción poco inspirada del original 'Turning Point'— que repasa del 11-S desde varios prismas: el día del atentado, las repercusiones geopolíticas, el comienzo de la sociedad de la hipervigilancia, la injerencia estadounidense en Oriente Medio, las ilegalidades que cometió Estados Unidos en el fragor del arrebato, y la invasión de Afganistán e Irak desde el punto de vista de un marine, él mismo, que cuestiona la necesidad, la utilidad y los intereses ocultos de dos guerras en las que han muerto varios miles de soldados y civiles y que ha impulsado la expansión de las ramas más fundamentalistas del islam. Lo que no previó Knappenberger es que su documental quedaría, si no obsoleto, sí incompleto, cuando unos meses antes del aniversario los talibanes han expulsado a las tropas occidentales y han reinstaurado el Emirato Islámico de Afganistán.

La serie aporta grabaciones inéditas e incluso reconstruye el secuestro de los aviones a través de las conversaciones telefónicas con las torres de control. También honra la memoria de los muertos, de los héroes, de los cuerpos de seguridad. Y analiza de manera muy crítica la reacción no solo de la Administración Bush, sino de un país que pidió venganza rápida —no importan contra quién ni el cómo, sino el ya— y que aceptó que se cometiesen abusos en contra tanto del derecho estadounidense como del derecho internacional. Knappenberger entrevista a políticos como Bárbara Lee, que se opuso a la Ley Patriótica y recibió decenas de miles de amenazas de muerte por ello, el exfiscal de Estados Unidos Alberto Gonzales y varias figuras del gabinete Bush que se muestran más o menos críticas con la estrategia que dirigió el tejano. Incluso cuenta con la reflexión del exmarine y veterano de la Guerra de Afganistán reconvertido en reportero de investigación James LaPorta, que se plantea en primera persona el sentido de la invasión y que incide en los abusos que muchos de sus compañeros cometieron mientras otros morían en una guerra que no cambió el país a mejor, sino a mucho peor. Y reflexiona también sobre cómo esa mala actuación de las tropas occidentales han sido el catalizador de que gran parte de la población afgana haya decidido que era mejor apoyar un Gobierno talibán a aplaudir el colonialismo occidental. Knappenberger entrevista también al político afgano Gulbuddin Hekmatyar, antiguo muyahidín, que sabiamente sentencia: "cuando luchábamos por expulsar a los soviéticos nos llamaban valientes; cuando hacemos exactamente lo mismo por expulsar a las tropas americanas nos llaman terroristas".

placeholder Imágenes de 'Momentos decisivos'. (Netflix)
Imágenes de 'Momentos decisivos'. (Netflix)

La serie recuerda que Osama Bin Laden primero negó su participación en el atentado para luego adjudicárselo. Los registros de movimientos de Mohammed Atta y compañía situaron a muchos de ellos combatiendo en Chechenia, Afganistán y en una cumbre en Kuala Lumpur —sí, al parecer existen los congresos de terroristas— y en la órbita del cabecilla de Al Qaeda. Bin Laden había asentado su base de operaciones en Khartoum (Sudán) hasta que Estados Unidos propuso que lo enviasen más lejos aún, al remoto Afganistán, un país sin apenas infraestructuras ni comunicaciones. Después del 11-S, ironías, George Bush declaró la guerra a Afganistán por ser la guarida de Bin Laden y los miembros de Al Qaeda, gobernada entonces por los mismos talibanes a los que Estados Unidos había armado en la guerra contra los soviéticos entre 1979 y 1989. Y ya que estaban allí, aprovecharon para invadir Irak con la excusa más peregrina.

¿Quién no recuerda aquello de las 'armas de destrucción masiva'? Colin Powell, Donald Rumsfeld, Dick Cheney repitieron el mantra para derrocar a Saddam Hussein, apenas 12 años después de la primera Guerra del Golfo. A Hussein lo mandaron a la horca en 2006. Los motivos para invadir y declarar la guerra a Afganistán e Irak parecen mucho más débiles cuando, como apunta levemente el documental y muchos análisis posteriores, se cuestiona el papel de Arabia Saudí en la ecuación. Porque Osama Bin Laden nació y se crio en Arabia Saudí. Porque 15 de los 19 terroristas procedían de Arabia Saudí. Y cuando la Administración Biden ha prometido desclasificar documentos sobre la relación entre el país de la dinastía Saúd con el atentado, después de que las familias de las víctimas presionasen para ello.

placeholder Powell, Bush, Cheney y el general Douglas Lute. (Netflix)
Powell, Bush, Cheney y el general Douglas Lute. (Netflix)

'The New York Times' informó el pasado mes de agosto de que el Gobierno estadounidense revisará los documentos que las familias piensan que confirmarían "la implicación saudí en la financiación de los ataques". La Comisión del 11-S en su momento llegó al acuerdo de que "no existen pruebas de que Arabia Saudí como institución o altos cargos saudís hubiesen participado en la financiación de Al Qaeda". Sin embargo, "una investigación llevada a cabo el año pasado por 'The New York Times Magazine' y la agencia de noticias independiente ProPublica descubrieron que agentes del FBI, que han investigado en secreto las conexiones saudíes con el 11-S, habían a su vez descubierto pruebas circunstanciales de dicho apoyo". Ese informe puede leerse pinchando aquí.

La relación entre Estados Unidos y Arabia Saudí ha sido muy estrecha, especialmente durante los mandatos de George Bush padre y Donald Trump. Aunque este último pidió al fiscal general del Estado William P. Barr que desclasificase información que relaciona a un diplomático saudí con el 11-S, aunque finalmente el nombre del político quedó en secreto porque su publicación "podía poner en peligro la seguridad nacional". El 6 de julio de este mismo año la agencia AP se hacía eco de las trabas que el Gobierno estaba poniendo a una demanda judicial colectiva a cargo de las familias de las víctimas, que están convencidas de la conexión saudí. Algunos documentos publicados en estos veinte años demuestran que muchos de los terroristas, que no estaban preparados para desenvolverse en la sociedad occidental —algunos no hablaban inglés—, recibieron ayuda de diplomáticos saudís en tierra americana. El 10 de septiembre de 2016, "el legislativo aprobó por unanimidad un proyecto de ley que autoriza a las familias a emprender acciones legales contra el país árabe", aunque Obama posteriormente vetó la iniciativa. sin embargo, el Congreso la apoyó y, aunque lenta, la denuncia colectiva prospera.

placeholder Gulbuddin Hekmatyar, político afgano y antiguo muyahidín. (Netflix)
Gulbuddin Hekmatyar, político afgano y antiguo muyahidín. (Netflix)

Como explica el artículo de 'The New York Times Magazine', agentes del FBI que han tirado de este hilo se han encontrado con las reticencias de "su propio Gobierno". "Desde el día de los atentados las pistas parecían apuntar hacia Arabia Saudí. Primero, el hecho incontestable de que, al igual que Osama Bin Laden, 15 de los 19 terroristas eran saudís. Los dos que llegaron primero aterrizaron en Los Ángeles en el 2000 y fueron directamente a una mezquita saudí. Unas semanas después, cuando se trasladaron a San Diego, pidieron ayuda a un estudiante saudí de mediana edad del que el FBI sospechaba que era informante del reino saudí". Sin embargo, después las conclusiones de las investigaciones concluyeron que no había indicios sólidos.

Daniel Gonzalez, agente del FBI, se dio cuenta de que la investigación, aunque cerrada, dejaba muchas preguntas sin responder. "Con un pequeño grupo de investigadores neoyorquinos y californianos que también pensaban que quedaban hilos de los que tirar, encontraron más testigos y recolectaron más pistas que se habían ignorado previamente. Las pruebas eran circunstanciales, pero planteaban más preguntas sobre el papel del Gobierno saudí". Muchos agentes han admitido que las "complejas relaciones con el gobierno saudí" han determinado las investigaciones. Aparte de que los saudís no se han caracterizado por su cooperación. Gonzalez está convencido de que los terroristas contaron con una red de apoyos en suelo americano.

placeholder Otra imagen de 'Momentos decisivos'. (Netflix)
Otra imagen de 'Momentos decisivos'. (Netflix)

Las familias han puesto a Biden en una encrucijada: si quiere aparecer en la conmemoración de los 20 años del atentado deberá desclasificar los informes. ¿Por qué Estados Unidos ha ignorado la conexión saudí mientras que declaró la guerra a Afganistán y a Irak, este último un país que ni pinchó ni cortó en el 11-S? De momento, el presidente estadounidense se ha comprometido a hacerlo, pero nada más. Como bien indica el columnista de 'The Washington Post' George F. Will, no hay que olvidar que Estados Unidos desclasificó lo que realmente había ocurrido durante la invasión de Bahía Cochinos 55 años después del intento de ocupación en 1961.

Se cumplen 20 años de aquel 11 de septiembre de 2001 en que el mundo entró de golpe en el siglo XXI. Los medios preparamos los especiales para la gran efeméride y el cine y las plataformas han preparado 'contenidos' para aprovechar una nueva ola en la que es difícil aportar algo nuevo, valga la redundancia. Del 11-S se ha contado todo. Quiénes eran los diecinueve terroristas suicidas, quiénes son sus familias, dónde estudiaron, en qué escuela de aviación aprendieron a pilotar, qué desayunaron aquel día. También sabemos las historias personales de todas las víctimas. Aquel agente del FBI, John P O'Neill, que acababa de abandonar el cuerpo por alertar de la inminencia de un gran atentado y que murió en el World Trade Center menos de un mes después como jefe de seguridad del complejo. Aquel chico de la bandana roja, Welles Crowther, que ayudó a evacuar a varias personas por las escaleras de la Torre Sur. O la azafata del vuelo 11 de American Airlines, Betty Ong, quien dio la primera voz de alarma del secuestro del primer avión que impactó contra las torres. O el hombre, Ron DiFrancesco, que sobrevivió guiado por una voz fantasmal que le ayudo a encontrar la salida. O el vicepresidente de Euro Brokers, Brian Clark, que sacó de entre los escombros de la planta 81 de la Torre Sur a Stanley Praimnath, antes de que el edificio se viniese abajo.

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