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'Becky': terror, gore y una adolescente sanguinaria
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'Becky': terror, gore y una adolescente sanguinaria

La película dirigida por Jonathan Milott y Cary Murnion, que polarizó la crítica en el último Festival de Sitges, llega ahora a Movistar+

Foto: Lulu Wilson es Becky en esta cinta de venganza. (Movistar+)
Lulu Wilson es Becky en esta cinta de venganza. (Movistar+)

Seleccionada en la Sección Oficial del Festival de Sitges, el tercer largometraje de los codirectores Jonathan Milott y Cary Murnion provocó reacciones tan polarizadas como vehementes. Heredera del 'revenge' femenino al estilo 'Hard Candy', pero con un mensaje mucho más diluido y alejado de cuestiones políticas que cimentan el género de venganza feminista, 'Becky' no aspira más que a ser un divertimento para fanáticos del terror y el gore, una cinta que también explota una trama 'home invasion' —un grupo de desconocidos allanan la casa de una familia—, pero sin ofrecer ningún giro novedoso, más allá de la edad de la protagonista de la revancha: aquí, la heroína —bastante psicópata— es una adolescente de 15 años. La versión femenina de Kevin McCallister bañada en litros y litros de sangre.

Como mucho, 'Becky' promete una lectura racial en la que no termina de ahondar, y el hecho de que los antagonistas sean un grupo de presidiarios nazis no es más que una forma de simplificar en un símbolo, la esvástica, la maldad humana. Que el padre y la futura madrastra de la protagonista sean una pareja interracial no da para más de un par de comentarios, a pesar de que el grupo de reclusos formen parte de un grupo supremacista. 'Becky' se centra más en el reflejo de la actitud destructiva y violenta de la adolescencia y la utiliza como excusa para dibujar un personaje colérico y dispuesto a cualquier tipo de atrocidad a pesar de su apariencia inofensiva y angelical. Porque la cinta se recrea en la sucesión de torturas que inflige una niña a media decena de adultos de pelo en pecho.

placeholder El grupo de presidiarios encabezados por Kevin James. (Movistar+)
El grupo de presidiarios encabezados por Kevin James. (Movistar+)

La tensión que manejan los directores reposa en los hombros de Lulu Wilson, que interpreta a Becky, una joven que acaba de perder a su madre a causa del cáncer y que reacciona contra el mundo ante la pérdida. Su padre (Joel McHale, el actor de 'Community') pretende, además, reconstruir su vida junto a Kayla (Amanda Brugel, actriz de 'El cuento de la criada') y su hijo pequeño. Los cuatro —y sus dos mastines— se disponen a pasar un fin de semana en familia en una casa en el bosque cuando irrumpe el grupo de presos encabezado por Dominick (Kevin James), un tipo rotundo, barbudo y calvo con una esvástica tatuada en la cabeza. Al inicio de 'Becky', los directores comparan la vida carcelaria con un instituto, trazando en paralelo las dos tramas que acabarán uniéndose en la cabaña.

La rabia adolescente se convierte en 'Becky' en ira homicida, y los directores apuestan por un tono de explotación que imagina cualquier tipo de tormento físico ejecutado con cualquier instrumento casero a mano: desde lápices hasta pistolas de agua llenas de combustible. Una especie de 'Solo en casa' pasado de vueltas que comienza con el asesinato de dos niños pequeños, una decisión que anuncia que todo puede pasar dentro de esa casa y que no hay nadie intocable. Los directores se deleitan con planos explícitos —parece más doloroso quitarse un cuchillo que clavarse uno— y con un despliegue de sangre que empapa la pantalla entera.

placeholder Lulu Wilson interpreta a Becky. (Movistar+)
Lulu Wilson interpreta a Becky. (Movistar+)

Sin embargo, la cinta falla cuando intenta explicarse a sí misma: la motivación de Dominick y compañía para aparecer en la casa no tiene demasiado sentido y, aunque intenta parecer misteriosa e, incluso, mística, acaba demostrándose una soberana tontería. Tampoco se entiende por qué la protagonista prefiere que los villanos torturen a su familia antes de entregarles aquello que están buscando. Tampoco funcionan los diálogos y los cambios de parecer en los momentos finales, que tiran por tierra la construcción de personajes propuesta al inicio. Donde sí consiguen la excelencia los directores es en su manera de rodar la hiperviolencia. Pero la sangre porque sí, sin un control ni un trasfondo, hace que 'Becky' no sea más que un título basado en la forma, un ejercicio de estilo que no permeará más allá de la duración de su metraje.

Foto: Timothy Spall y Vanessa Redgrave, en el 'biopic' del pintor L. S. Lowry. (Vercine)
Foto: La protagonista de 'La chica del brazalete'. (Surtsey)

Seleccionada en la Sección Oficial del Festival de Sitges, el tercer largometraje de los codirectores Jonathan Milott y Cary Murnion provocó reacciones tan polarizadas como vehementes. Heredera del 'revenge' femenino al estilo 'Hard Candy', pero con un mensaje mucho más diluido y alejado de cuestiones políticas que cimentan el género de venganza feminista, 'Becky' no aspira más que a ser un divertimento para fanáticos del terror y el gore, una cinta que también explota una trama 'home invasion' —un grupo de desconocidos allanan la casa de una familia—, pero sin ofrecer ningún giro novedoso, más allá de la edad de la protagonista de la revancha: aquí, la heroína —bastante psicópata— es una adolescente de 15 años. La versión femenina de Kevin McCallister bañada en litros y litros de sangre.

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