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'Los informes de Sarah y Saleem': una israelí y un palestino practican sexo en Jerusalén
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'Los informes de Sarah y Saleem': una israelí y un palestino practican sexo en Jerusalén

Un inquietante drama psicosocial trufado de ingredientes de intriga política

Foto: 'Los informes de Sarah y Saleem'.
'Los informes de Sarah y Saleem'.

Cuando una aventura sexual tiene lugar en Oriente Próximo, en concreto, cuando lo hace entre un palestino y una israelí, es imposible que sea solo una aventura. Eso al menos es lo que demuestra este inquietante drama psicosocial trufado de ingredientes de intriga política, que retrata con convicción las tensiones físicas y psicológicas entre las dos mitades de la ciudad de Jerusalén y las fuerzas sociales que impiden cualquier relación interpersonal normalizada entre los judíos y los musulmanes que ocupan el área.

La historia que cuenta se resume así. Saleem es un repartidor de pan palestino. Sarah, israelí, es propietaria de un café. Cuando empieza la película, ya llevan un tiempo inmersos en una apasionada relación carnal surgida de la necesidad de ambos de escapar de las presiones cotidianas. Desafiando las normas culturales que imperan en la región, suelen reunirse de noche después del trabajo y pasar tiempo juntos en la furgoneta que él usa para hacer el reparto.

Saleem está casado y su esposa espera su primer hijo. Sarah también lo está y tiene una niña; su marido es coronel en las Fuerzas de Defensa de Israel. Ninguno de los matrimonios parece ser una unión sin amor y, por otra parte, Sarah y Saleem de ningún modo dan la sensación de estar verdaderamente enamorados el uno del otro. Lo suyo, de nuevo, es solo físico.

Llegado el momento, acosado por las dificultades financieras, Saleem es reclutado por su cuñado para que, tras el anochecer, reparta mercancía al otro lado del muro —no es una práctica exactamente legal—. Cuando Sarah decide acompañarlo contando con que hacerlo permitirá que ambos pasen tiempo juntos después, poco imagina que una imprudente relación extramarital en algo parecido a una crisis internacional en la que se combinarán la policía secreta, torturas, confesiones forzadas y, finalmente, el arresto de Saleem en Israel con base en una serie de acusaciones falsas. Y Sarah tendrá que decidir de parte de quién está: su esposo y su país por un lado o, por el otro, un amante a tiempo parcial que, sin comerlo ni beberlo, se ha convertido en un preso político.

A medida que desarrolla esa peripecia narrativa, decimos, 'Los informes de Sarah y Saleem' lleva a cabo un gran trabajo, subrayando la división geográfica existente dentro de Jerusalén, donde la zona oriental es territorio prohibido para los israelíes —aparte de los colonos, que buscan desplazar a la población palestina—, pero también el cisma religioso y étnico. Especialmente en su primera parte, la película deja hábilmente que el romance central transcurra en el contexto de ese choque. Por muy acaloradamente que Sarah y Saleem se sientan atraídos el uno por el otro, y por mucho que sus existencias se crucen, en realidad habitan dos mundos separados. Y su mutuo deseo del cuerpo del otro, un simple impulso que sobre el papel no implica más que la vulneración del compromiso matrimonial, se convierte en una traición a gran escala.

En ningún momento da la sensación el director de empujar las simpatías del espectador hacia un lado u otro según criterios de clase o religiosos

Mientras contemplamos a los personajes, el director Muayad Alayan se asegura de mantenernos inseguros de cómo sentirnos acerca de los acontecimientos que tienen lugar ante nosotros, y en ningún momento da la sensación de empujar las simpatías del espectador hacia un lado u otro según criterios de clase o religiosos. Es cierto, en todo caso, que prefiere dedicarse a forzar giros narrativos o retratar la corrupción institucional que impera en la zona que permitir que las emociones de sus personajes tomen verdadera forma; no pasamos suficiente tiempo con ellos para comprender por completo la magnitud y la urgencia de sus anhelos. Asimismo, el guion de Rami Alayan —hermano del director— trata de poner en funcionamiento demasiados personajes secundarios, y eso se revela contraproducente cuando algunos de ellos empiezan a comportarse de formas particularmente creíbles.

placeholder Cartel de 'Los informes de Sarah y Saleem'.
Cartel de 'Los informes de Sarah y Saleem'.
Foto: 'Litus'.

En última instancia, la película parece decantarse en exceso por cuanto la historia tiene de intriga política y legal, concentrándose más en las repercusiones del arresto de Saleem que en asuntos del corazón. Sin embargo, por otra parte, ese desvío narrativo no hace más que poner énfasis en el hecho de que, en un lugar como el Israel actual, resulta inútil hacer distinciones entre lo privado y lo político. Lo privado es una forma de política.

Foto: Jean-Louis Trintignant y Anouk Aimée, en 'Los años más bellos de una vida'. (Caramel)

Cuando una aventura sexual tiene lugar en Oriente Próximo, en concreto, cuando lo hace entre un palestino y una israelí, es imposible que sea solo una aventura. Eso al menos es lo que demuestra este inquietante drama psicosocial trufado de ingredientes de intriga política, que retrata con convicción las tensiones físicas y psicológicas entre las dos mitades de la ciudad de Jerusalén y las fuerzas sociales que impiden cualquier relación interpersonal normalizada entre los judíos y los musulmanes que ocupan el área.

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