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'Mascotas 2': una secuela fallida
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'Mascotas 2': una secuela fallida

El guionista Brian Lynch y el director Chris Renaud creían con pasión en esta secuela. Pero no debían

Foto: Copo de Nieve protagoniza la secuela del éxito de animación 'Mascotas'. (Universal)
Copo de Nieve protagoniza la secuela del éxito de animación 'Mascotas'. (Universal)

No tendría ningún sentido describir 'Mascotas' (2016) como una buena película, porque no lo era ni por asomo. Como mucho, era un trabajo de nivel intermedio por parte de Illumination, el estudio de animación conocido sobre todo gracias a esas malditas alubias andantes amarillas llamadas Minions. Dicho de otro modo: considerando que el máximo nivel de Illumination es como mucho una medianía, hablar de su nivel intermedio significa adentrarse en un terreno definitivamente inhóspito. En cualquier caso, aquella película era un derroche de talento comparada con 'Mascotas 2', una de las peores secuelas que este cronista recuerda haber visto en mucho tiempo.

Partamos de la base de que resulta absolutamente inconcebible que esta película exista porque el guionista Brian Lynch y el director Chris Renaud creían con pasión en ella. No, fue concebida como un robo, una maniobra inspirada por los asombrosos resultados de taquilla de su predecesora y destinada a repetirlos. ¿Y qué puede esperarse de los cineastas cuando deciden inventarle una segunda parte a una historia que no la necesita? Exacto.

'Mascotas 2' se compone de tres hilos narrativos más o menos autónomos, aunque podría definirse más exactamente como 86 minutos de gags relacionados con la tipología animal del título y vagamente conectados entre sí —el escueto metraje, claro, es lo más destacable de ella—. Y no son gags centrados en lo que en teoría es la premisa vehicular de la saga —lo que hacen los animales domésticos cuando sus dueños no están cerca o, en otras palabras, 'Toy Story' pero con bichos—; esa idea ya fue desarrollada y agotada en los primeros 10 minutos de la primera película. No, estos gags van por libre. El concepto de su diseño parece haber sido poner a una serie de animales generados por ordenador en situaciones propias de diferentes formas de cine de género —el cine de atracos, el 'actioner', el drama psicológico— y asumir que, por sí sola, la incongruencia bastará para obrar la magia de las risas.

placeholder Copo de Nieve y Daisy, en un momento de 'Mascotas 2'. (Universal)
Copo de Nieve y Daisy, en un momento de 'Mascotas 2'. (Universal)

La primera de las tres tramas está protagonizada por Max, el lindo perrito que ya estuvo al frente de la primera película. Si entonces el chucho se sentía amenazado por la llegada de una segunda mascota, ahora es el nacimiento del nuevo bebé de su dueño lo que lo inquieta. O al menos eso es así durante un rato; rápidamente, Max se convierte en algo así como un padre sustituto de la criatura, y sus miedos son sustituidos por el instinto de protección. A partir de entonces, 'Mascotas 2' detalla su creciente preocupación por la seguridad del niño, hasta que toda la familia, incluidos el can y su amigo Duke, se van de viaje a la granja de un pariente. Allí, Max se siente sobrepasado por el peligro que a su juicio encarnan la variedad de animales y ruidos extraños propios del entorno rural. Max, recordemos, luchó contra una gigantesca serpiente de alcantarilla en la primera película, así que se le supone más aplomo; pero el guion necesita que le tenga un miedo irracional a todo para que el perro pastor Rooster le pueda sermonear acerca de las maldades de ser un padre sobreprotector.

La idea ha sido colocar una serie de animales generados por ordenador en situaciones propias de diferentes formas de cine de género

Mientras tanto, decíamos, otras dos peripecias tienen lugar en la ciudad. Por un lado, Gidget, la perra enamorada de Max, pierde accidentalmente el juguete favorito de su amado en el apartamento de una señora que es más de gatos, y buscará adiestramiento por parte de la minina Chloe con el fin de llevar a cabo una misión de rescate. Y, por otro lado, la película a ratos pone el foco en el reformado conejito Pompón (Kevin Hart), que pasó de ser un supervillano a creerse un superhéroe y que, como tal, acepta ayudar a una Shi Tzu llamada Daisy a liberar un tigre de un circo ruso.

placeholder Duke, Liam y Max, en un momento de 'Mascotas 2'. (Universal)
Duke, Liam y Max, en un momento de 'Mascotas 2'. (Universal)

Habrá quien defienda 'Mascotas 2' argumentando, no sin cierta razón, que logra capturar algunos elementos de la psicología animal; y, asimismo, su retrato de Max como una mezcla de niño necesitado y padre neurótico tiene guasa porque, ¿qué son los padres, después de todo, si no niños secretamente convencidos de que lo de crear y educar a otro ser humano les queda grande?

placeholder Cartel de 'Mascotas 2'.
Cartel de 'Mascotas 2'.

El problema es que los adultos que vayan al cine a verla acompañando a sus hijos se sentirán demasiado aburridos como para prestar atención. Es una película carente por completo de energía, emoción, personajes con un mínimo de interioridad o humor no basado en la escatología —por otra parte, es probable que ningún otro estreno de 2019 nos proporcione una colección tan robusta de chistes de cacas—, tan mala que podría considerarse la peor producción de Illumination en toda su historia de no ser porque existe 'Hop' (2011). Tan mala que incluso es posible que ni siquiera le guste al crío.

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No tendría ningún sentido describir 'Mascotas' (2016) como una buena película, porque no lo era ni por asomo. Como mucho, era un trabajo de nivel intermedio por parte de Illumination, el estudio de animación conocido sobre todo gracias a esas malditas alubias andantes amarillas llamadas Minions. Dicho de otro modo: considerando que el máximo nivel de Illumination es como mucho una medianía, hablar de su nivel intermedio significa adentrarse en un terreno definitivamente inhóspito. En cualquier caso, aquella película era un derroche de talento comparada con 'Mascotas 2', una de las peores secuelas que este cronista recuerda haber visto en mucho tiempo.

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