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'Yesterday': ¿cómo sería un mundo sin Los Beatles?
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'Yesterday': ¿cómo sería un mundo sin Los Beatles?

Danny Boyle se alía con Richard Curtis en una comedia romántica con una premisa no del todo aprovechada:¿qué pasaría si, de repente, nadie conociese a los Beatles?

Foto: Himesh Patel es el protagonista de 'Yesterday', de Danny Boyle. (Universal)
Himesh Patel es el protagonista de 'Yesterday', de Danny Boyle. (Universal)

Si hubiera que atribuir la paternidad de cierto tipo de comedia inglesa mona, ligera y altamente exportable, sin duda el test genético apuntaría a Richard Curtis, guionista de 'clásicos básicos' como 'Cuatro bodas y un funeral', 'Notting Hill' y 'Love Actually'. Curtis, experto en diseñar estructuras precisas y efectivas como un reloj suizo, ha hecho equipo con otro británico insigne como Danny Boyle, director superviviente y ecléctico donde los haya, para firmar el producto más pop imaginable, una 'rom-com' musical que actúa como tributo a la banda de las bandas, al cuarteto más icónico e incuestionable de la historia de los pentagramas: Los Beatles. Porque la premisa, más prometedora que cumplidora, propone cómo sería un mundo sin ellos.

Jack Malik (Himesh Patel, que no es el hermano de Dev Patel) es un músico aficionado que tiene que compaginar sus conciertos en ferias locales y actuaciones en bodas y bautizos con un trabajo a media jornada como reponedor en un supermercado. Nadie de su entorno tiene fe en su talento y él mismo empieza a dejar de tenerla. Su único apoyo entusiasta e incondicional es el de Ellie (Lily James), amiga (o algo más) de la infancia y mánager. En el momento en que Jack está a punto de tirar la toalla y al mismo tiempo que se produce un apagón global, un autobús atropella al protagonista. ¿Consecuencias? Varios dientes rotos, una guitarra destrozada y una realidad en la que Los Beatles nunca han existido. Un mundo sin 'Yesterday'. Sin 'Hey Jude'. Sin 'All You Need Is Love'. Al menos para el resto del mundo, porque Jack es, aparentemente, el único que recuerda a John, Paul, George y Ringo. Y, más importante: sus canciones.

placeholder Lily James y Himesh Patel, en 'Yesterday'. (Universal)
Lily James y Himesh Patel, en 'Yesterday'. (Universal)

Más cerca de 'Qué bello es vivir' de Capra que del humor descreído y ácido contemporáneo, 'Yesterday' se revela como una fábula que utiliza esta premisa como pretexto sobre el que basar la epifanía del protagonista sin ahondar demasiado en los cambios socioculturales que ha experimentado el mundo desde que aparecieron Los Beatles en la década de los sesenta. ¿Sobrevivirían los de Liverpool en el rodillo comercial en el que se ha convertido la industria del entretenimiento? ¿Soportarían los vaivenes del mercado? ¿El aparato de 'marketing'? ¿Serían 'instagrammers'? ¿Habría salido a la luz alguna 'sex-tape'? No lo sabremos porque la película no plantea tales preguntas más allá de la aparición del personaje de Kate McKinnon como prototipo de directiva sin escrúpulos pasada de vueltas, el mayor acierto de 'casting' de la película.

Más bien al contrario, 'Yesterday' evita la crítica y opta por los terrenos más amables de una historia moral sobre la verdad, la creación y la belleza como parte imprescindible del arte y del mundo. Porque el protagonista aprovecha la oportunidad para hacer pasar como suyos los grandes éxitos de Los Beatles. Y así comienza su ascenso a la fama: apariciones en los 'late-shows' con más audiencia, conciertos junto a Ed Sheeran —que hace de sí mismo y demuestra su capacidad para mofarse de su propia imagen pública— y contratos multimillonarios.

placeholder Otro momento de 'Yesterday'. (Universal)
Otro momento de 'Yesterday'. (Universal)

Pero como fábula de manual, a medida que Jack consigue cumplir su sueño, o algo parecido, se da cuenta de que tiene que renunciar a ciertos aspectos de su vida que siempre ha dado por hecho y que nunca ha apreciado realmente. El guion de Curtis vuelve a poner sobre la mesa el valor incalculable del amor verdadero y esas cosas Disney que tanto le gustan frente a los bienes materiales y la fama. Sin embargo, las buenas intenciones de Curtis no son suficientes cuando el camino para llegar a la moraleja es superficial, naíf y predecible. Al menos, Curtis vuelve a demostrar su habilidad para escribir diálogos divertidos e inofensivos, una cualidad con valor al alza en estos últimos tiempos.

placeholder Cartel de 'Yesterday'.
Cartel de 'Yesterday'.
Foto: 'Spider-Man: lejos de casa'.

Más allá de los chistes sobre la condescendencia del entorno del protagonista, que no cree ni en su talento ni en su triunfo, y de los 'running gags' sobre la Coca-Cola, 'Yesterday' no deja de ser una historia de amor convencional revestida de los grandes temas de Los Beatles, una fórmula que servirá para atraer al público —mayoritariamente femenino— asiduo al género romántico tanto como a los melómanos seguidores de los de Liverpool, ahora que el musical basado en grupos de fama mundial se ha convertido en una moda más que rentable. Pero que no se hagan ilusiones los segundos: 'Yesterday' no va más allá de una sucesión superficial de las canciones más conocidas del grupo, sin ahondar en lo que Los Beatles han supuesto para la cultura, ni lo que la música contemporánea les debe, ni lo que separa un éxito de la radiofórmula del arte indeleble. ¿Qué es lo que hace que una canción o una película sean imprescindibles? En esta ocasión, parece que ni Boyle ni Curtis lo saben. O no les interesa. Pecar de lo que se critica, lo llaman.

Foto: 'Varda por Agnès'.

Si hubiera que atribuir la paternidad de cierto tipo de comedia inglesa mona, ligera y altamente exportable, sin duda el test genético apuntaría a Richard Curtis, guionista de 'clásicos básicos' como 'Cuatro bodas y un funeral', 'Notting Hill' y 'Love Actually'. Curtis, experto en diseñar estructuras precisas y efectivas como un reloj suizo, ha hecho equipo con otro británico insigne como Danny Boyle, director superviviente y ecléctico donde los haya, para firmar el producto más pop imaginable, una 'rom-com' musical que actúa como tributo a la banda de las bandas, al cuarteto más icónico e incuestionable de la historia de los pentagramas: Los Beatles. Porque la premisa, más prometedora que cumplidora, propone cómo sería un mundo sin ellos.

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