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'Burning': cómo convertir un cuento de Murakami en una película monumental
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'Burning': cómo convertir un cuento de Murakami en una película monumental

Ocho años después de 'Poesía' —ganadora del mejor guion en Cannes—, el surcoreano Lee Chang-dong vuelve con un filme que promete 'quemar' durante mucho tiempo

Foto: Ah-In Yoo protagoniza 'Burning', la última película del surcoreano Lee Chang-Dong. (Vértigo)
Ah-In Yoo protagoniza 'Burning', la última película del surcoreano Lee Chang-Dong. (Vértigo)

Han pasado ocho largos años desde que el coreano Lee Chang-dong estrenó 'Poesía' (2010), pero la espera ha valido la pena: su nueva película es un trabajo absolutamente monumental. Tomando un relato de 13 páginas de Haruki Murakami como mero punto de partida, 'Burning' —tradúzcase como ardiente o ardor o, simplemente, quema— se despliega meticulosamente a lo largo de dos horas y media de metraje crecientemente tensas, en las que cada escena y cada plano están precisamente calibrados para lograr el máximo significado y el máximo efecto dramático; y en el proceso va pasando con paciencia y sutileza asombrosas del territorio del drama romántico al de la intriga criminal.

Su principal protagonista es Jong-su (Yoo Ah-In), un muchacho de campo aspirante a escritor, desempleado y aparentemente conmocionado por el consumismo salvaje que define la sociedad coreana. Al principio de la película, el joven se reencuentra con una antigua compañera de colegio, Hae-mi (Jeon Jong-seo); tras una cita y algo de sexo, ella se va de vacaciones a África. Regresa acompañada de Ben (Steven Yeun), un compatriota que tiene un Porsche y un apartamento de lujo y maneras arrogantes refinadas, y que desde el principio se gana a la chica a base de exhibiciones de riqueza y cenas románticas. Y mientras tanto convierte a Jong-su en testigo impotente de su cortejo, ofreciéndole gestos de amistad y generosidad envueltos en aires de superioridad y también en algo más, no del todo identificable pero definitivamente siniestro.

placeholder Los tres protagonistas de 'Burning'. (Vértigo)
Los tres protagonistas de 'Burning'. (Vértigo)

Podríamos definir la dinámica que se establece entre ellos como un triángulo amoroso, de no ser porque hacerlo no haría justicia a la increíble complejidad psicológica que 'Burning' va gradualmente adquiriendo. Una escena central durante la que el trío comparte un porro al atardecer acarrea dos revelaciones: el deseo de Hae-mi de desvanecerse y la obsesión de Ben con incendiar invernaderos abandonados. Poco después ella desaparece. Y los dos hombres se entregan a una danza compartida de acoso y provocación de la que no es posible salir ileso.

Los dos hombres se entregan a una danza compartida de acoso y provocación de la que no es posible salir ileso

Mientras relata estos acontecimientos, Lee deja que el significado de ciertas acciones, conversaciones y decisiones se tome su tiempo para revelarse, para que nosotros vayamos tomando conciencia a la vez que Jong-soo. El joven pasa gran parte de la película ligeramente boquiabierto, como quien intenta desesperadamente tragar el aire que lo rodea o se bloquea al tratar de articular lo que realmente piensa; es perfectamente razonable sentir lo mismo viendo 'Burning'.

placeholder Ah-In Yoo, en otro momento de 'Burning'. (Vértigo)
Ah-In Yoo, en otro momento de 'Burning'. (Vértigo)

El asunto primordial de la película parecen ser las jerarquías de clase y privilegio. Lee, después de todo, convierte el estatus social en factor clave de cada interacción, y colorea la relación entre sus tres personajes con un acusado desequilibrio de poder: por un lado, Jong-su y Hae-min sueñan con una vida muy por encima de sus posibilidades; por otro, la riqueza de Ben le otorga el poder de crear y destruir a su antojo. Sin embargo, desde un punto de vista más puramente existencial, puede describirse como la historia de un hombre encerrado en sí mismo que finalmente se abre el mundo, solo para descubrir que el mundo no tiene otra intención que pisotearlo.

La riqueza de Ben le otorga el poder de crear y destruir a su antojo

La intención de Lee, en cualquier caso, es que cada espectador escoja el significado que más le convenga. La película está llena de situaciones que pueden ser interpretadas de formas dispares, y una y otra vez nos deja atrapados dentro del relato en una red invisible de miradas y secretos y engaños.

placeholder Cartel de 'Burning'.
Cartel de 'Burning'.
Foto: Julia Goldani Telles es Hallie en 'Slender Man'. (Sony)

Cada avance narrativo sienta las bases del que vendrá después al tiempo que cambia nuestra perspectiva del que tuvo lugar antes; y eso hace que 'Burning' siga una trayectoria impredecible, aunque, por otra parte, cuando el relato finalmente se resuelve comprendemos que no podría haberlo hecho de ninguna otra manera. Llegado ese momento, en realidad no habremos visto arder muchas cosas a lo largo de la película; pero el efecto de todos los momentos que va acumulando, tan inesperados como perfectamente inevitables, promete quemar durante mucho tiempo.

Foto: Daniel Grao y Natalia de Molina, en 'Animales sin collar', el debut en el largo de Jota Linares. (E One)

Han pasado ocho largos años desde que el coreano Lee Chang-dong estrenó 'Poesía' (2010), pero la espera ha valido la pena: su nueva película es un trabajo absolutamente monumental. Tomando un relato de 13 páginas de Haruki Murakami como mero punto de partida, 'Burning' —tradúzcase como ardiente o ardor o, simplemente, quema— se despliega meticulosamente a lo largo de dos horas y media de metraje crecientemente tensas, en las que cada escena y cada plano están precisamente calibrados para lograr el máximo significado y el máximo efecto dramático; y en el proceso va pasando con paciencia y sutileza asombrosas del territorio del drama romántico al de la intriga criminal.

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