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'Animales sin collar': políticos, chantajes y desengaños en la Junta de Andalucía
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'Animales sin collar': políticos, chantajes y desengaños en la Junta de Andalucía

En su primer largometraje, Jota Linares traslada 'Casa de muñecas' a la Andalucía contemporánea en un drama de personajes enmarcado en un 'thriller' político

Foto: Daniel Grao y Natalia de Molina, en 'Animales sin collar', el debut en el largo de Jota Linares. (E One)
Daniel Grao y Natalia de Molina, en 'Animales sin collar', el debut en el largo de Jota Linares. (E One)

Hasta hace pocos años, cierto cine español de género replicaba los modelos de éxito del norteamericano pero neutralizando cualquier seña de identidad nacional. Las películas de terror o los 'thrillers' sucedían en lugares neutros o despojados de cualquier historia o idiosincrasia propia. Al parecer, así se llegaba a un mercado internacional en principio poco receptivo a productos que parecieran 'locales'. Esta tendencia ha cambiado, para bien, en los últimos años, a partir sobre todo del éxito de películas como 'La isla mínima', de Alberto Rodríguez, demostración de que se podía rodar un 'thriller' vigoroso en un contexto geográfico muy particular y abordando cuestiones políticas concretas. En su paso por la Mostra de Venecia para presentar su ópera prima como director, 'Tarde para la ira', Raúl Arévalo comentaba que aquello que le parecía más atractivo al público internacional de su filme era su indiscutible carácter español.

La productora de 'Tarde para la ira', Beatriz Bodegas, también se encuentra detrás de 'Animales sin collar', el primer largometraje de Jota Linares, cineasta forjado en el mundo de la publicidad y el cortometraje. Linares ambienta este drama con trasfondo político en un muy apropiado contexto andaluz. Abel (Daniel Grao) está a punto de ser nombrado nuevo presidente de la Junta como representante de un nuevo partido. Joven y atractivo, su madre trabajaba en la casa de un señorito, un cacique caído en desgracia a causa de un escándalo económico. Encarna pues al chico humilde que ha conseguido convertirse en un brillante político, la legítima promesa de renovación frente a la podredumbre de la clase dominante de toda la vida. Al director no le hace falta identificar a sus personajes con un partido en concreto para que el panorama que dibuja resulte perfectamente creíble. También ayuda lo bien dibujado que está el personaje del asesor de Abel, a quien da vida de forma muy convincente Mario Tardón.

placeholder Natalia de Molina y Natalia Mateo, en un momento de 'Animales sin collar'. (E One)
Natalia de Molina y Natalia Mateo, en un momento de 'Animales sin collar'. (E One)

En el perfil impecable de político perfecto no le falta al protagonista la compañera fiel, Nora, su novia de la juventud que siempre ha estado allí en los momentos más difíciles. Jota Linares había demostrado ya su gusto por los dramas de cámara donde dos o tres personajes se embarcan en una espiral de destrucción a causa de rencores incontrolables y frustraciones amorosas en cortometrajes como 'Ratas' y 'Rubita'.

El personaje que encarna Natalia de Molina se inspira en la protagonista homónima de 'Casa de muñecas', de Henrik Ibsen

En su primer largo, el personaje que encarna Natalia de Molina se inspira en la protagonista homónima de 'Casa de muñecas', de Henrik Ibsen, obra clave del teatro moderno que marcó un periodo de la literatura en que la crítica a la doble moral de la sociedad burguesa se llevaba a cabo a través de la insatisfacción de una mujer casada. La película también toma prestada de la pieza del noruego el desencadenante del drama. Como su homónima literaria, Nora pidió en el pasado un préstamo para ayudar a su marido sin consultárselo. Y ahora esta decisión desesperada y altruista está a punto de girarse en su contra. La mujer intenta gestionar ella misma el chantaje del que es víctima, en un momento en que resurgen otras personas de su pasado.

placeholder Natalia de Molina es Nora. (E One)
Natalia de Molina es Nora. (E One)

'Animales sin collar' se desarrolla a lo largo del fin de semana anterior a la investidura de Abel. El protagonista invita a su casa a un viejo amigo que va a dedicarle un reportaje fotoperiodístico. Mientras tanto, Nora intenta evitar que los secretos del pasado enturbien el momento de éxito de su marido. Linares sitúa la película en una Andalucía desértica que le otorga un tono duro y reseco, casi de wéstern. Nora, por ejemplo, queda con su chantajista, Víctor (Ignacio Mateos), en un viejo cortijo aislado y polvoriento, un escenario propio de los fuera de la ley o de los perdedores de la historia.

Linares sitúa la película en una Andalucía desértica que le otorga un tono duro y reseco, casi de wéstern

Aunque al principio podría ser el villano del filme, la aparición de Víctor, el hijo del señorito que jugaba con Abel en su casa cuando eran pequeños y ahora ejerce de su némesis, otorga una inyección de complejidad a un relato que plantea cuestiones oportunas, como hasta qué punto todo éxito se levanta sobre algún tipo de vacío moral o si la legitimidad política excusa un comportamiento injusto. Cuando Nora confiesa a su marido la verdad sobre el chantaje, se da cuenta de que su esposo se muestra más preocupado por su carrera que por todo lo que ella se ha visto obligada a hacer para protegerle. Toda una revelación que supondrá para ella emprender el mismo camino que la Nora teatral.

placeholder Cartel de 'Animales sin collar'.
Cartel de 'Animales sin collar'.

Al contrario de otros 'thrillers' políticos fascinados por el poder, 'Animales sin collar' explora la dimensión más personal e íntima de una práctica política que no puede desvincularse de la ética individual. Algún personaje, como el de Víctor, peca en exceso de trágico, y el desenlace se apoya demasiado en la salvación de Nora, pero 'Animales sin collar' destaca por su reflexión en torno a las sombras de cualquier proyecto triunfador y por otorgar ritmo de 'thriller' a un drama de personajes en crisis por no haber sabido encarar las deudas con el pasado.

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Hasta hace pocos años, cierto cine español de género replicaba los modelos de éxito del norteamericano pero neutralizando cualquier seña de identidad nacional. Las películas de terror o los 'thrillers' sucedían en lugares neutros o despojados de cualquier historia o idiosincrasia propia. Al parecer, así se llegaba a un mercado internacional en principio poco receptivo a productos que parecieran 'locales'. Esta tendencia ha cambiado, para bien, en los últimos años, a partir sobre todo del éxito de películas como 'La isla mínima', de Alberto Rodríguez, demostración de que se podía rodar un 'thriller' vigoroso en un contexto geográfico muy particular y abordando cuestiones políticas concretas. En su paso por la Mostra de Venecia para presentar su ópera prima como director, 'Tarde para la ira', Raúl Arévalo comentaba que aquello que le parecía más atractivo al público internacional de su filme era su indiscutible carácter español.

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