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'50 primaveras': menopausia, sexo y amor a los cincuenta
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'50 primaveras': menopausia, sexo y amor a los cincuenta

La francesa Blandine Lenoir dirige a Agnès Jaoui en esta dramedia sobre los avatares de una mujer divorciada que se enfrenta al ostracismo social una vez pasados los cincuenta

Foto: Agnès Jaoui (en el centro) protagoniza '50 primaveras' (Surtsey)
Agnès Jaoui (en el centro) protagoniza '50 primaveras' (Surtsey)

"Hay que tomárselo con filosofía. Después de los 30, todo va cuesta abajo. Esto no se arregla, ¿entiende? Hay que aceptarlo", le espeta inmisericorde el médico a Aurore Tabort, que ha acudido a la consulta en busca de un remedio para los sofocos de la menopausia. La entrada en la cincuentena ha sido como un sopapo a mano vuelta para Tabort: en su trabajo de camarera tiene que competir con chicas de la edad de sus hijas —además de aguantar a un jefe 'buenrollito' que la menosprecia—, desde que se divorció de su marido no recuerda lo que es un orgasmo, por la calle sólo le parece ver parejas formadas por un hombre mayor y una mujer joven y atractiva y, para más inri, la maldita menopausia, los sofocos, los cambios hormonales y de humor. Una vez acabado su 'stock' de ovocitos, Aurore se siente como una cuchilla desechable: ya has cumplido tu función, ya no sirves, a la basura.

La cineasta francesa Blandine Lenoir —que ya en su anterior película, 'Zouzou'(2014) mostró su interés por los personajes femeninos y, en particular, por personajes femeninos que por su edad suelen estar infrarrepresentados en la gran pantalla— dirige ahora '50 primaveras', una comedia dramática sobre los retos que le sobrevienen a las mujeres una vez cumplidos los cincuenta. Primero, y los más obvios, los retos físicos: adiós a la menstruación, sequedad vaginal, cistitis, cambios de peso, pérdida de masa ósea, diabetes hipertensión... ¿quién da más? Segundo, la sensación de invisibilidad, de que ya no se la tiene en cuenta y que se la aparta a la cuneta social, de que una vez que no puede engendrar ya no resulta atractiva ni para los hombres ni para el mercado laboral ni para el mercado de consumo: el tópico ese del porqué de las mujeres que anuncian cremas antienvejecimiento y que no tienen pinta de necesitar dichas cremas antienvejecimiento.

Auróre siente que ya no resulta atractiva ni para los hombres ni para el mercado laboral ni para el mercado de consumo

Una de estas mujeres es Aurore Tabort, a la que la actriz Agnès Jaoui le presta su gracia y su rotundidad, un acierto de casting clave para el film. Tabort, además, está divorciada, tiene un trabajo que no la satisface —su jefe de toda la vida ha traspasado el negocio a un tipo con el que no ha hecho muy buenas migas— y sus hijas ya están emparejadas y ansiosas por abandonar el nido. Demasiados cambios a la vez. Una perspectiva desoladora. "Me da miedo hacerme vieja. Pobre y sola", dice el personaje de Jaoui en un momento de la película. "Lo de pobre y sola tiene solución. Pero vieja, es otra cosa", le avisa la misma septuagenaria —u octogenaria— que más tarde le confiesa que los mejores 'polvos' de su vida fueron pasados los 70, con un tal Michel, que descanse en paz. "Rara vez había sentido una pasión tan física, tan intensa. Desde que nos conocimos, nos devoramos literalmente".

placeholder Jaoui, Pascale Arbillot, Sarah Suco y Lou Roy-Lecollinet (Surtsey)
Jaoui, Pascale Arbillot, Sarah Suco y Lou Roy-Lecollinet (Surtsey)

Blandine Lenoir propone en '50 primaveras' la sororidad como una de las opciones que la mujer tiene para enfrentarse al paso del tiempo y a la exclusión. Sólo hace falta mirar las estadísticas demográficas para imaginar que la soledad es uno de las mayores inconvenientes a los que se enfrentan muchas mujeres a partir de una edad avanzada. Las hijas, las amigas, el apoyo entre mujeres como la manera de afrontar lo que "no se puede arreglar".

Lenoir propone la sororidad como una de las opciones que la mujer tiene para enfrentarse al paso del tiempo y a la exclusión

La directora elige una visión luminosa de la entrada en otra etapa que, achaques aparte, no tiene que suponer la dependencia y el ostracismo absolutos. Aurore, que rodeada de compañeras de trabajo más jóvenes y de sus hijas, se siente vieja, descubre en la vitalidad de la anciana Thérèse (Iro Bardis) que con determinación se puede llevar una vida más o menos plena, por mucho que la sociedad se empeñe en ignorarlas.

placeholder Pascale Arbillot y Agnès Jaoui en '50 primaveras'
Pascale Arbillot y Agnès Jaoui en '50 primaveras'

Para recordárselo también cuenta con Mano (Pascale Arbillot), el prototipo de mujer de éxito, arrolladora, divertida y ligeramente frívola, que ha desechado la posibilidad de la maternidad y que no por ello se siente menos mujer. Precisamente, la maternidad es un tema al que '50 primaveras' vuelve una y otra vez. Frente a la fecundidad de sus hijas, la protagonista sobrelleva los efectos —físicos y psicológicos— de haber perdido su fertilidad. "Sabes lo que me dijo tu abuela cuando me vino mi primera regla? 'Ya eres mujer' [¿qué chica no ha escuchado tal conjunción de palabras?] ¿Y ahora, sin regla, ¿qué soy?", se pregunta Aurore. Sin la posibilidad de engendrar, de ser madre, que ha sido el cometido que la sociedad ha impuesto tradicionalmente al sexo femenino, ¿qué propósito vital queda? Por otro lado, gracias a la reaparición de Totoche (Thibault de Montalembert) un ex novio de juventud, Aurore descubre las bondades del amor de madurez. Y del sexo. Del sexo con y sin compromiso, del saber qué es lo que quiere y cómo lo quiere, sin la incertidumbre y los dramas del 'melodrama' juvenil.

placeholder Fotograma de '50 primaveras' (Surtsey)
Fotograma de '50 primaveras' (Surtsey)

En su discurso, Lenoir no es condescendiente ni complaciente. También critica que, en general, no solemos darnos cuenta de las discriminaciones hasta que el objeto somos nosotros mismos. Cuando una compañera de trabajo de Aurore habla sobre la interseccionalidad, ella se da cuenta de que, respecto a otras personas ella misma sigue siendo una privilegiada. "Como eres blanca, la discriminación te afecta con la edad. Todavía te queda mucho por aprender. ¿Le suena la interseccionalidad? Es identificar las opresiones múltiples y establecer una lucha común por la igualdad. El objetivo no es ver quién está más discriminado, sino identificar los criterios de discriminación para afrontarlos. Y sobre todo, para unirse y luchar juntos".

placeholder Cartel de '50 primaveras'
Cartel de '50 primaveras'

Lenoir, también la principal responsable del guion, firma una comedia entretenida y asequible, a la vez que apunta a una temática inusual en el cine. Precisamente, la propia película se refiere al tabú que existe alrededor de cuestiones como la menopausia o la discriminación laboral, parodiado en la película en la escena con la trabajadora de la oficina de empleo, que es incapaz de articular una frase coherente sobre ninguno de los dos temas. Y aunque la reflexión sobre el papel de la mujer pasados los cincuenta es interesante, la manera de llegar a ella en algunos casos roza el tópico; como ejemplo, la escena del lanzamiento de anillo, la reunión de antiguos alumnos del instituto, la relación con sus hijas. Sin embargo queda un poco la sensación de que podría meterse más en harina sin llegar a perder la sonrisa. Hacerse vieja es una putada, pero decidir de qué dimensiones será la putada está nuestras manos.

Foto: 'Spider-man: Homecoming'
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"Hay que tomárselo con filosofía. Después de los 30, todo va cuesta abajo. Esto no se arregla, ¿entiende? Hay que aceptarlo", le espeta inmisericorde el médico a Aurore Tabort, que ha acudido a la consulta en busca de un remedio para los sofocos de la menopausia. La entrada en la cincuentena ha sido como un sopapo a mano vuelta para Tabort: en su trabajo de camarera tiene que competir con chicas de la edad de sus hijas —además de aguantar a un jefe 'buenrollito' que la menosprecia—, desde que se divorció de su marido no recuerda lo que es un orgasmo, por la calle sólo le parece ver parejas formadas por un hombre mayor y una mujer joven y atractiva y, para más inri, la maldita menopausia, los sofocos, los cambios hormonales y de humor. Una vez acabado su 'stock' de ovocitos, Aurore se siente como una cuchilla desechable: ya has cumplido tu función, ya no sirves, a la basura.

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