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'Alien: Covenant', Ridley Scott vuelve a los orígenes... a medio gas
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'Alien: Covenant', Ridley Scott vuelve a los orígenes... a medio gas

El director apuesta por la acción de la cinta primigenia, aunque no se despega del todo del existencialismo fácil que lastró su anterior entrega

Foto: Fotograma de 'Alien: Covenant'.
Fotograma de 'Alien: Covenant'.

Aviso urgente a exploradores de otros planetas: ¡se pongan el casco, coño! Aunque es cierto que sin riesgo no hay diversión, alguien tenía que decirlo. En 2012, 33 años después de la película génesis del xenomorfo por antonomasia, Ridley Scott se aventuraba a resucitar la saga —vendida como "Tiburón', pero en el espacio" en el 'pitch' más famoso de la historia— con 'Prometeus', una precuela ambientada en el año 2093, que sufrió las críticas iracundas de quienes esperaban que el reencuentro engendrase de nuevo una obra maestra que no fue. Demasiado metafísica, demasiado grandilocuente, demasiado lenta. Demasiados demasiado. Pero el mundo es de los tenaces, así que Scott lo ha vuelto a intentar un lustro más tarde con 'Alien: Covenant', la secuela de la precuela de 'Alien: el octavo pasajero'.

Y la tentativa ha quedado, esta vez, a medio gas entre una y otra. Scott ha tratado de unir ambas en un punto equidistante, con las virtudes y defectos que ello conlleva. Pero el equilibro entre contentar a todo el mundo o defraudarlo es frágil. La película, que comienza con un golpe de efecto, se acerca más en su primera parte al género de acción-terror propio de los comienzos de la hexalogía. Scott recurre con eficiencia a la tensión anticipatoria arquetípica: un grupo de personas que se dirigen a un lugar, pero que a mitad de viaje deciden cambiar de rumbo persiguiendo un seductor 'canto de sirena'. Y ya se sabe qué viene después del canto de las sirenas. En este caso, disparos, sangre, vísceras y monstruos que persiguen humanos.

placeholder Katherine Waterston protagoniza 'Alien: Covenant'.
Katherine Waterston protagoniza 'Alien: Covenant'.

'Alien: Covenant' transcurre 10 años después de la desaparición sin dejar rastro de la misión de la doctora Elisabeth Shaw en busca de 'los ingenieros' creadores de la vida en la Tierra. Ahora, en el año 2103 —si no hemos hecho mal los cálculos—, una nueva expedición de más de 2.000 colonos atraviesa el Universo en dirección al planeta Origae-6, en un viaje de más de siete años de duración. Cuando la nave intercepta una señal sonora procedente de un planeta desconocido pero aparentemente habitable, el capitán Oram (Billy Cudrup) decide desviarse de la ruta para explorarlo, a pesar de las reticencias de su segunda de a bordo, la doctora Daniels (Katherine Waterston).

Después de un primer acto en el que Scott consigue enganchar y no soltar al espectador, la acción se para en seco

Después de un primer acto en el que Scott consigue enganchar y no soltar al espectador y que recuerda ligeramente a un 'Parque Jurásico' cualquiera, el problema llega cuando la acción se para en seco y, de nuevo, la cinta vuelve a plantear las mismas reflexiones e inquietudes que 'Prometeus', una decisión subrayada por un vínculo concreto y explícito entre los dos títulos. Si en la anterior entrega la doctora Shaw se cuestionaba sobre la naturaleza de la relación entre ciencia y religión, la búsqueda de los orígenes y los peligros a los que se enfrenta una humanidad con ínfulas divinas, en 'Alien: Covenant' se retoman uno tras otro estos mismos interrogantes.

placeholder Fotograma de 'Alien: Covenant'.
Fotograma de 'Alien: Covenant'.

También la pregunta de qué es aquello que caracteriza de forma inherente y exclusiva al ser humano: "el alma", contestaban en la anterior entrega; "la capacidad de crear", responden en esta. Y es precisamente cuando la historia se haya sumida en estas tribulaciones, cuando tiene lugar la secuencia más desconcertante: un momento de máximo existencialismo se empapa de una atmósfera homoerótica que, aunque entendible a nivel alegórico, provoca gran extrañeza en el plano tonal.

El espectador agradece cuando la película huye de la gravedad y apuesta de nuevo por la acción pura y dura

Una de las mayores virtudes de 'Alien: Covenant' es la vuelta de Scott a una puesta en escena más salvaje, menos fría, con una composición no tan milimétrica, apostando por la expresividad frente al encuadre perfecto, y optando por unas texturas más naturales, y aunque algunos de los 'aliens' tienen un acabado poco orgánico, aquellos con más peso argumental evocan a la némesis primigenia de Ripley: táctil y real.

placeholder Michael Fassbender repite en 'Alien: Covenant'.
Michael Fassbender repite en 'Alien: Covenant'.

Otro eco del anterior filme se materializa en el personaje que interpreta Michael Fassbender —Walter, una versión ¿mejorada? del David de la precuela—, que a pesar de su condición de androide es el más carismático de un reparto mermado de estrellas y encabezado por una Waterston más bien apática y rodeada de simple cebo para xenomorfos. Sin Charlize Theron, sin Noomi Rapace, sin ni siquiera formar parte de la cadena trófica, Fassbender no tiene a nadie con quien medirse, salvo consigo mismo.

placeholder Cartel de 'Alien: Covenant'.
Cartel de 'Alien: Covenant'.

Por eso se agradece cuando el guion huye de la gravedad y apuesta de nuevo por la acción pura y dura. Sobre todo cuando, como en los videojuegos, llega por fin 'la pantalla final' en la que el héroe protagonista se enfrenta al monstruo en un combate a vida o muerte. Y porque el monstruo principal puede adoptar muchas formas, los guionistas John Logan y Dante Harper recurren a un artefacto narrativo no demasiado original pero que consigue recuperar el suspense perdido —la lucha del espectador entre lo que prevé que va a suceder y lo que quiere que suceda— para terminar por todo lo alto con la muy simbólica 'Entrada de los dioses al Valhalla', el último movimiento de la ópera de Wagner 'El oro del Rin'. El hombre que se cree dios enfrentado irremediablemente a su mortalidad.

Foto: Imagen de 'Paraíso'.
Foto: 'Demonios tus ojos'.

Aviso urgente a exploradores de otros planetas: ¡se pongan el casco, coño! Aunque es cierto que sin riesgo no hay diversión, alguien tenía que decirlo. En 2012, 33 años después de la película génesis del xenomorfo por antonomasia, Ridley Scott se aventuraba a resucitar la saga —vendida como "Tiburón', pero en el espacio" en el 'pitch' más famoso de la historia— con 'Prometeus', una precuela ambientada en el año 2093, que sufrió las críticas iracundas de quienes esperaban que el reencuentro engendrase de nuevo una obra maestra que no fue. Demasiado metafísica, demasiado grandilocuente, demasiado lenta. Demasiados demasiado. Pero el mundo es de los tenaces, así que Scott lo ha vuelto a intentar un lustro más tarde con 'Alien: Covenant', la secuela de la precuela de 'Alien: el octavo pasajero'.

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