El joven Wagner: Alemania es un muermo, la juerga está en el Sur
El Teatro Real estrena 'La prohibición de amar', ópera de juventud de Wagner basada en la comedia 'Medida por medida' de Shakespeare y un canto al hedonismo mediterráneo
El propio Wagner dijo de esta ópera que era "un pecado de juventud". Tanto es así que al poco de escribirla se deshizo (o eso creía) de los libretos y partituras. Pero 'La prohibición de amar' siguió durante años durmiendo en un cajón, cerrado con doble llave por su viuda Cósima Wagner, hasta que avanzado el siglo XX empezó a recuperarse tímidamente. Ahora se podrá ver por primera vez en España. El Teatro Real (del 19 de febrero al 5 de marzo) estrena esta ópera de juventud de Wagner en una coproducción del coliseo madrileño con la Royal Opera House de Londres y el Teatro Colón de Buenos Aires.
'La prohibición de amar' fue la segunda ópera de Wagner. Empezó a componerla en 1834, cuando tenía 21 años, a partir de 'Medida por medida', de Shakespeare, y con claras influencias musicales italianas y francesas. Trasladó la acción de Viena a Sicilia, al sur de Europa, para enfrentar el puritanismo alemán con el hedonismo italiano. La hipocresía centroeuropea del siglo XIX con la libertad sexual y de expresión mediterránea. Por eso, esta ópera desmonta todos los tópicos wagnerianos y es, para el director artístico del Real, Joan Matabosch, "una rareza del catálogo de Wagner que va a dejar a mucha gente boquiabierta".
Es importante que los gobiernos entiendan que tienen que invertir en nuestro patrimonio cultural. Somos Europa, tenemos que defender nuestra identidad
Evidentemente sorprende que el padre del nacionalismo alemán cargara años antes contra sus compatriotas. Kasper Holten, director de escena además de director de la Royal Opera House, asegura que el propio Wagner se ríe del futuro Wagner, de los arquetipos germanos de los que después él sería el máximo exponente y defensor. "El Wagner de 21 años era igual de megalómano que el anterior. Que haga suya la obra de Shakespeare ya es una primera sorpresa. La segunda es el sonido, que no suena a Wagner sino al Sur, y la tercera es que el que va a ser el autor del nacionalismo alemán y se ríe del puritanismo alemán. Hay una crítica feroz", afirma.
'La prohibición de amar' también podría haberse llamado 'La prohibición de tener sexo' porque todos los personajes están dominados por sus pasiones. Friedrich --una caricatura del dictador alemán o una Angela Merkel con pantalones que trata de imponer austeridad a los sureños ávidos de sexo y fiesta- impone la pena de muerte para castigar la promiscuidad y prohíbe los prostíbulos, el Carnaval y las relaciones adúlteras. Eso sí, con victoria final del caos sureño, pero también de la monogamia y las relaciones estables porque, en realidad, 'La prohibición de amar' no es otra cosa que una carta de amor de Wagner a la actriz Minna Planner.
Holten, quien subraya que es la primera vez que la ópera de la que es titular permite estrenar una coproducción fuera de Londres, destaca la actualidad de 'La prohibición de amar'. Denuncia "la hipocresía de los representantes políticos que dicen a los demás cómo vivir o imponen unos valores que ellos no se aplican. No es algo tan raro estos días. Esa hipocresía sigue siendo absolutamente vigente". Además, añade, refleja "la tensión entre el Norte y el Sur de Europa, tan actual como ahora".
"Es una oportunidad de reírnos de nosotros mismos y nuestras ridiculeces", añade el director escénico destacando que el principal mensaje de la ópera es la reconciliación de Norte y Sur. "Habla de la necesidad de reunir lo mejor de cada uno en vez de discutir y recalcar lo que nos separa, esto también puede trasladarse a la situación actual de los países europeos. Cada uno va por su lado en estos tiempos en los que habría que ponerse de acuerdo con la financiación o los refugiados. Es importante porque resalta esa necesidad de reconciliación y ese patrimonio cultural común europeo". Por ello, el danés pidió a los gobiernos europeos que se queden con ese mensaje: el de la necesaria unión de sus países. "Hay que invertir. A veces parece que queremos emular a China o Estados Unidos y Europa no es China o Estados Unidos. Es importante que los gobiernos entiendan que tienen que invertir en nuestro patrimonio cultural. Somos Europa, tenemos que defender nuestra identidad", defiende.
La primera función de 'La prohibición de amar' tuvo lugar el 29 de marzo de 1936 en Magdeburgo y fue un desastre. Fue la única que vio Wagner y el elenco no se sabía el papel. La segunda fue interrumpida por un rifirrafe adúltero entre los cantantes que terminó a las manos. Otro de los problemas de la ópera es que era demasiado larga. El primer acto, sin cortes, podía irse a las cuatro horas. En esta versión dura dos horas y media y se han eliminado repeticiones que, matiza Matabosch, "él mismo habría recortado porque la ópera no está acabada".
Ivon Bolton, director musical, asegura por su parte que la ópera tiene muchas influencias francesas, italianas y del romanticismo alemán- "Suena a Bellini pero, sin duda, tiene muchas reminiscencias del 'bel canto", afirma. "Es una amalgama de influencias porque Wagner estaba creando su propia voz". También destaca que a pesar de la juventud, estamos ante "una fantástica comedia con una historia solida y con contenido" frente a otras óperas iniciales de sus contemporáneos.
Holten y el escenógrafo Steffen Aarfing han ideado una puesta en escena que nos transporta al Barrio Rojo de Palermo, con sus clubes de alterne y su vida callejera, pero también a un convento, ambos detenidos en algún momento del siglo XIX pero pegados a la actualidad porque los personajes se comunican usando las redes sociales o Whatsapp. Actualidad por todos los poros para este hedonista pecado wagneriano.
El propio Wagner dijo de esta ópera que era "un pecado de juventud". Tanto es así que al poco de escribirla se deshizo (o eso creía) de los libretos y partituras. Pero 'La prohibición de amar' siguió durante años durmiendo en un cajón, cerrado con doble llave por su viuda Cósima Wagner, hasta que avanzado el siglo XX empezó a recuperarse tímidamente. Ahora se podrá ver por primera vez en España. El Teatro Real (del 19 de febrero al 5 de marzo) estrena esta ópera de juventud de Wagner en una coproducción del coliseo madrileño con la Royal Opera House de Londres y el Teatro Colón de Buenos Aires.
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