El cine español renuncia a su salario
Joaquín Oristrell vuelve a la carga con un film coral
El plano secuencia está de moda. Si hace unos meses Alejandro González Iñárritu lo usaba en Birdman para bucear por las tripas de un teatro y del ego de los actores, ahora Joaquín Oristrell se apunta a carro para radiografiar un país desquiciado, que habla mucho y escucha poco, que quiere salir de una crisis que no entiende. Hablar, que así se llama la película que inauguróel Festival de Málaga y se estreno hoy en las salas, también funciona como metáfora de una industria que ve cómo su cine más personal va desapareciendo en favor de los taquillazos producidos por lascadenas de televisión privadas.
La película, que cuenta con un reparto coral en el que destacan Antonio de la Torre, María Botto oMiguel Ángel Muñoz, es una comedia, pero tan pegada a la realidad que hiela la sangre. Todos ellos han renunciado a su salario, como confirmóJuan Diego BottoaEl Confidencial en Málaga,para poder levantar un proyecto que de otra forma no hubiera visto la luz. Eso sí, en caso de que el filme triunfeen taquilla los intérpretes cobrarán su salario.
Para el actor esta vía es, actualmente, la únicade levantar proyectos de autor y arriesgados, desprotegidos por una Ley del Cine que busca una reforma que satisfaga a todos. “Desde Fernandez de la Vega hasta hoy, todos los que han tocado la legislación del cinehan destruido la película media española, el cine de autor, que era nuestra seña de identidad. Ahora es prácticamente imposible producir ese tipo de cine, no hay presupuesto, y es verdad que tienes que juntarte con gente, arriesgar y hacerlo de otra manera, porque de la forma tradicional es muy difícil”, critica el actor, que añade que España también tiene una “rueda bien engrasada” de películas con una producción sólida que conectan con los espectadores.
El director de Hablar, Joaquín Oristrell,cree que la crisis ha hecho que esta forma de hacer cine se favorezca. "Las películas que funcionan tienen grandes apoyos de las televisiones detrás, pero luego hay proyectos de gente casi suicida y tozuda. Proyectos que dentro de poco su destino será más internet que el propio cine, y por eso hay que buscar fórmulas, porque hay gente con mucho talento", añade.
'Las películas que funcionan tienen grandes apoyos de las televisiones detrás, pero luego hay proyectos de gente casi suicida y tozuda'
Juan Diego Botto está en este arriesgado proyecto desde el principio, y comenta que no era algo premeditado que la película tuviera tanto contenido político y crítico. “El origen de Hablar era ver qué pasaría si hiciéramos una película en la que los actores fueranlos que decidieran qué personajes interpretan. Por ejemplo, mi papel lo escribí yo, y lo que es curioso es que la mirada de 15 actores conformó un mural para hablar de la situación actual sin una pretensión previa”, explica el actor a este periódico.
Para Botto el filme trata de cómo normalmente hablamos “sin desvelar cosas” y nos preocupamos más de “ocultar y esconder” lo que hace que sea difícil la comunicación. Su personaje es el máximo exponente de ello, un emprendedor que no paga a sus empleados, que además son inmigrantes sin contrato. Un explotador que “busca razones aparentemente sensatas para justificar lo injustificable”. “El lenguaje puede servir para lo peor. En este caso para intentar convencer a su empleada que no pagarla es bueno para ella, para su raza y hasta para el país”, analiza el actor sobre el poder de la palabra.
En tiempos de crisis y de presidentes en pantallas de plasmael uso del lenguaje se ha convertido en un arma muy peligrosa, especialmente para nuestros políticos, como cuenta el intérprete: “La quintaesencia del sofismo es la política, es utilizar la palabra, la argumentación para decir barbaridades. Todos los días intentanconvencernosde que es positivo para nosotros algo que es objetivamente malo. Los políticos cometen la mayor perversión del lenguaje. Una cosa es el mal uso, ensuciarlo o no decir literalmente lo que pensamos, eso lo hacemos todos. La perversión es mérito exclusivo de la política”.
Para Joaquín Oristrell el problema es que estamos "llenos de salvapatrias pero nadie habla de lo que de verdad importa". En una película que intenta hablar de la España de ahora era inevitable que Podemos saliera por algún lado. Al terminar el pase de prensa se escuchaban corrillos en los que se debatía sobre si era un canto al partido de Pablo Iglesias o si su inclusión en un momento concreto del filme era sólo un guiño a la actualidad. Juan Diego Botto da la respuesta:ese momento responde a que el rodaje coincidió con la explosión del fenómeno, justo después de las elecciones europeas y “media España hablaba de ellos”.
El plano secuencia está de moda. Si hace unos meses Alejandro González Iñárritu lo usaba en Birdman para bucear por las tripas de un teatro y del ego de los actores, ahora Joaquín Oristrell se apunta a carro para radiografiar un país desquiciado, que habla mucho y escucha poco, que quiere salir de una crisis que no entiende. Hablar, que así se llama la película que inauguróel Festival de Málaga y se estreno hoy en las salas, también funciona como metáfora de una industria que ve cómo su cine más personal va desapareciendo en favor de los taquillazos producidos por lascadenas de televisión privadas.
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