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La mejor época del cine español, pero insuficiente

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El Anuario del Cine Español recoge que 2014 ha sido el mejor de la historia de nuestro cine. Igual será 2015, pese al Gobierno, pero sin descuidar la calidad y recuperando la confianza del público

Foto: La actriz Bárbara Lennie, con su Goya a la mejor actriz por la pelicula 'Magical Girl'. (Gtres)
La actriz Bárbara Lennie, con su Goya a la mejor actriz por la pelicula 'Magical Girl'. (Gtres)

La recopilación de datos que recoge el Anuario del Cine Español 2014 (MRC-EGEDA), próximo a ser publicado, merece el aplauso y agradecimiento de todos aquellos que nos relacionamos con el cine, ya que nos permite tener todos los indicadores necesarios para un análisis en profundidad del estado actual de la cinematografía española, tanto en su vertiente industrial como en la creativa.

El año 2014 está marcado por el éxito de una película, Ocho apellidos vascos, que ha resultado ser la de mayor recaudación, tanto en dinero como en entradas, desde 1964, fecha en la que se instauró el control de taquilla y, por tanto, desde la que tenemos datos fiables. Además, han acompañado a este grandísimo éxito de público otra media docena de largometrajes que han gozado del favor de la audiencia y la buena acogida de la crítica. Han sido películas notables que se han visto premiadas por los Goya y festivales como los de San Sebastián y Málaga.

Estas referencias nos permiten asegurar que, en cierta medida, 2014 ha sido el mejor año del cine español, como probablemente lo será 2015, ya que sólo los nostálgicos miran al pasado resistiéndose a aceptar que lo que viene puede ser mejor.

Nos alejamos de los mercados internacionales y los festivales de influencia global. Somos cada vez más una industria doméstica

Al igual que la Edad de Oro del cine español no fue la de Cifesa ni tampoco la de Cesáreo González, podemos asegurar que tampoco lo fue la de Elías Querejeta. La Edad de Oro será siempre la próxima, ¿o no es mejor y más taquillera Ocho apellidos vascos que El vecino del quinto o incluso que Los tramposos? Por no comparar, en cuanto a calidad cinematográfica, La isla mínima o Magical girl con algunas ya olvidadas obras de autor del siglo pasado. Debemos poner en valor nuestro cine actual, aunque también tenemos que aprender de nuestros pasados fracasos.

Sin embargo, los datos que se nos ofrecen obligan a alertar sobre nuestra falta de competitividad con respecto a cinematografías que han sido nuestra referencia, como la francesa y la italiana. Cada vez nos alejamos más de los mercados internacionales y los festivales de influencia global. Nuestra presencia en la presente edición de Cannes es testimonial otro año más. Cinematográficamente somos cada vez más una industria doméstica.

Sorprende ver que entre los 103 títulos estrenados y 129 millones de euros recaudados, 90 millones corresponden a cinco películas y 56 de ellos a una sola. Esto supone que las 98 películas restantes han recaudado una media de 400.000 euros, una cantidad a todas luces insuficiente para amortizar siquiera sus gastos de estreno. Todo ello es debido a la falta de productoras y productores solventes, al exceso de monopolización del mercado por parte de las televisiones-productoras y, sobre todo, a la carencia de regularización por parte del Gobierno y, en especial, del Ministerio de Cultura, sometido a la tiranía de su colega de Hacienda.

El jueves pasado, el Consejo de Ministros aprobó por fin una reforma de la Ley del Cine de 2007, negociada y pactada con la industria hace tres años, tras quedar en evidencia que de nada servía la Ley vigente si no se contaba con los recursos necesarios; la memoria económica de la ley dotaba al Fondo de Protección de 100 millones de euros anuales. Los Presupuestos Generales del Estado de los últimos años han visto descender esa cantidad comprometida hasta dejarla en algo más de un tercio. Las cantidades que debían ingresar los productores como amortización de sus películas fueron aplazadas y hasta cuestionadas por el famoso prorrateo. El Estado se convirtió en un mal pagador, los gastos financieros se dispararon y desapareció la seguridad jurídica necesaria para la financiación de nuevas obras. Saltaron las alarmas en las entidades financieras con el aviso de retirarse del sector del cine.

El Estado se convirtió en un mal pagador, los gastos financieros se dispararon y desapareció la seguridad jurídica

El real decreto anunciado –al que aún le falta el desarrollo normativo para su aplicación– junto con la aprobación de un crédito extraordinario para resolver el prorrateo, vienen a paliar el callejón sin salida al que estaba abocado el cine español. Los resultados no serán inmediatos, pues la actividad empresarial nunca lleva el mismo ritmo que las decisiones políticas ni de la literalidad del BOE. Queda por evaluar el daño hecho por los tres años y medio de parálisis gubernamental, que casi desemboca en la parálisis inducida del sector, con destrucción de empresas y puestos de trabajo. Tomemos lo positivo y pensemos que la medida reactivará el cine español.

El estado de las cosas

Casi un tercio de las películas estrenadas en 2014 han sido óperas primas y ello en un país donde existen más de 300 directores con más de tres títulos en su haber y que se supone que viven de y para el cine. El 99% de ellos está en paro. 24 de todas estas óperas primas han sido vistas por una media de 5.000 espectadores cada una. La mayoría de estos directores no van a dirigir una segunda película, en parte por su precipitación en realizar, milagrosamente, la primera.

Sorprende también que de los 103 títulos estrenados, 47 sean dramas y 19 documentales. Esta misma cifra, 19, ha sido la de las comedias, cuatro de las cuales están entre las cinco películas más taquilleras del año. Esto demuestra la falta de profesionalidad industrial y la carencia de interés comercial de nuestros cineastas, productores y directores.

Casi un tercio de las películas estrenadas en 2014 han sido óperas primas y sólo 19 comedias

Sería muy injusto no reconocer el papel que han jugado las cadenas de televisión privadas en el lanzamiento comercial y financiación de las cinco películas de éxito, pero en ningún caso son ellas los productores creativos de las mismas, pese a que son muchos quienes les adjudican erróneamente el mérito de haberlas realizado. El cine español está consiguiendo últimamente la complicidad de su público, algo perdido durante los últimos 30 años y recuperado en parte por el mérito de los grandes lanzamientos de las televisiones privadas. Hasta ahora, desgraciadamente, eran acciones muy particulares puestas en marcha caprichosamente y exclusivamente para media docena de películas. De extender esta política a un número mayor de filmes españoles, estos estarían en disposición, como ocurre en Francia, de disputarle la taquilla al propio cine made in USA.

Por lo tanto, y a modo de resumen, aunque nos ratificamos en que 2014 ha sido el mejor año del cine español, como lo será, pese al Gobierno, 2015, tenemos todos que esforzarnos más en seguir manteniendo la calidad de nuestras películas, a la vez que intentar, con todas ellas, ganarnos la confianza y el fervor del público al que vayan dirigidas.

Continuará...

La recopilación de datos que recoge el Anuario del Cine Español 2014 (MRC-EGEDA), próximo a ser publicado, merece el aplauso y agradecimiento de todos aquellos que nos relacionamos con el cine, ya que nos permite tener todos los indicadores necesarios para un análisis en profundidad del estado actual de la cinematografía española, tanto en su vertiente industrial como en la creativa.

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