La verdadera máquina de crear jovencitos reaccionarios no es TikTok, sino Isabel Rodríguez

Si sales a la calle y escuchas a cualquier grupito de chavales jóvenes de entre 16 y 35 años, da igual quiénes sean o de dónde vengan, verás que lo único de lo que hablan es del infierno de los alquileres; da igual que los teletextos amenacen con un rebote de misiles nucleares en medio mundo o que el mar se haya congelado o incluso que el cielo ahora sea amarillo, pues de lo único que hablarán, y este también es el único motivo por el que salieron a votar masivamente a partidos de izquierdas el 23J, es del infierno que vivimos para conseguir un triste piso vacío en el que caernos muertos.

Bien, pues con este contexto y dos elecciones autonómicas importantísimas a la vuelta de la esquina, además de un fantasma de repetición de comicios arrastrando los pies por todos los ministerios, la señora Isabel Rodríguez, ministra de Vivienda, ha decidido cabrearlos —cabrearnos— todavía más e inyectarnos el bacilito de la abstención.

A veces creo que los sociólogos listísimos juegan al ping-pong con esos librísimos gordísimos que leen y les ayudan a entender la movida, pues creo de veras que no se enteran de nada. Desde hace varios meses, resuena por las secciones de opinión de los diarios que el gran problema de la polarización de la juventud es, ojo, TikTok.

Como si la app china tuviera algún tipo de mensaje cifrado para convertir a las personas en bestias, he leído medio centenar de opiniones – os juro que no es una hipérbole: he contado más de cincuenta – que hablan de cómo esta plataforma convierte a los chavales en reaccionarios, ultraderechistas o fascistas.

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Sin explicar siquiera el mensaje que puede haber tras estos vídeos o, más importante todavía, el contexto por el que muchos pibitos se están radicalizando hacia la derecha, argumentan que la sociedad de la inmediatez —explíquenme sin usar palabras esdrújulas qué es la sociedad de la inmediatez, que yo soy muy tonto— es una máquina de crear chavales que dicen bro, llevan degradados hasta la nuca y se gastan los chavos de la paga dominical de la abuela en criptomonedas.

Este discurso no solo es de los sociologuísimos, tribu urbana que tiene muchos libros, pero toca menos césped que una azotea en Marrakech, sino que también ha sido contagiado a los políticos —en este caso, progresistas; yo aquí vengo a vender mi guisa—, quienes ven una correlación directa entre la presunta ola reaccionaria en los jóvenes y la sociedad del consumo rápido; sin embargo, yo aquí vengo a romper una lanza por la redes sociales: creo que la auténtica máquina de crear reaccionarios no es TikTok, sino la ministra de Vivienda.

"Cada vez que la ministra sale a repetir en bucle que la vivienda es un negocio, hay 1.000 chavales que se van al canal de Wall Street Wolverine"

Cada vez que la ministra sale a repetir en bucle que la vivienda es un negocio, hay 1.000 chavales que se suscriben al canal de Youtube de Wall Street Wolverine para jugar a creerse inversores del Nasdaq; cada vez que la ministra sale a defender cualquier posición absurda que no hace más que poner palos en la rueda para todos los jóvenes que queremos dejar de hablar de las puñaladas que nos meten todos los días cinco nuestros caseros, hay 1.000 pibes más que se replantean si hicieron bien al salir a votar en las últimas elecciones generales.

Todo este problema viene de la propia retórica del partido de la ministra, quien está jugando a dos bandas con toda la movida del alquiler, sobre todo con los jóvenes, al ocultarnos como si fuésemos tontos que existe una generación de propietarios y que hay abierto un gigantesco conflicto generacional.

En una de las últimas apariciones públicas de Rodríguez, fue en el Hoy por hoy de Cadena SER, la ministra hacía hincapié en que tomaría medidas para arreglar el asunto de los alquileres, pero dejaba claro que la vivienda era un negocio; es decir, la ministra lanzaba el mensaje claro de que los propietarios, más del 76% de quienes pueblan España según el INE, pueden estar perfectamente tranquilos, pues los jóvenes, de los cuáles solo un mísero 8% tiene vivienda en propiedad, no iban a armar ninguna.

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Es absurdo esgrimir el discurso de que no existe ninguna guerra generacional, de que todo es un conflicto de clases o qué sé yo ya, cuando hay todo un sector generacional que sí es propietario, mientras el resto, los que tenemos menos de 35, no recibimos más que una patada en la boca cuando entramos a una inmobiliaria.

El crecimiento de toda esta ola de ultraderechistas online se explica muy fácilmente cuando ves cómo muchos chavales, y creo que cada vez son más, van coqueteando con la idea de que todos los partidos del sistema, al menos los que más se acercan a posiciones izquierdistas, siguen repitiendo como loros que no existe ninguna guerra generacional mientras hablan única y exclusivamente para los votantes propietarios, los cuales son siempre de avanzada edad.

"Hay todo un sector generacional que sí es propietario, mientras el resto, los que tenemos menos de 35, no recibimos más que una patada"

El motivo real de este lamentable giro reaccionario de los más jóvenes es ese, la falta de un discurso político que no venga totalmente atravesado por la propiedad y el sacar renta de ella, y no de que cuatro frikis repletos de ínfulas manden mensajes criptofascistas por TikTok.

Mientras se siga con esta lamentable estrategia, ignorando por completo a los que no tenemos una hipoteca firmada, todos los carroñeros que hablan de pospolíticas y giros a la derecha seguirán recogiendo votantes huérfanos gracias a su rollito de estar fuera del sistema.

Pero bueno, supongo que es mucho más fácil regañarnos porque vemos muchos vídeos.