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Por qué me gusta Ábalos, y detesto a Pedro Sánchez
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Juan Soto Ivars

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Por qué me gusta Ábalos, y detesto a Pedro Sánchez

Sabemos que el exministro huye y miente, sabemos también que el presidente miente y permanece. Pero lo que en el primero delata la imperfección del hombre en el segundo advierte de la perfección del manipulador

Foto: El exministro de Transportes y exdiputado del PSOE José Luis Ábalos, en el Congreso. (Europa Press/Eduardo Parra)
El exministro de Transportes y exdiputado del PSOE José Luis Ábalos, en el Congreso. (Europa Press/Eduardo Parra)
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Me avisa por SMS mi amigo Sergio, que trabaja de youtuber y se llama UTBH: "Eh, que Ábalos vuelve a lo de Risto". Está Sergio como yo con lo de Ábalos: ojiplático y cínico, histérico y disfrutón. ¡Qué espectáculo! ¿Se ha visto cosa igual? ¿Y tan larga? Esto es pan y circo de extraordinaria calidad. Sergio y yo, como dos niños que se enteran de que Mickey Mouse está pinchándose caballo en el parque del barrio y además te invita si te acercas, corremos a sintonizar Cuatro.

Y santo Dios. ¿Lo habéis visto?

Don Ramón María del Valle Ábalos, Camilo José Ábalos, aparece allí, en directo, desde el ojo del huracán, improvisador y lírico-dramático, campechano e inigualable. Hay momentos de esa entrevista de Risto que salen de la tele con un marco barroco. Por ejemplo, el rifirrafe memorable sobre los wasaps borrados de Koldo, wasaps eliminados, pero no vaciados, según Ábalos, porque no es el mismo procedimiento, y a saber qué coño está diciendo. Wasaps cuánticos, vaya.

Son todo palabras, balbuceos, negaciones y gestos que se hacen meme en cuanto salen por su boca. Asisto alucinado a su torpeza franca y su absoluta ausencia de cálculo. Como Primo Levi me pregunto: ¿pero es esto realmente un político? ¿Esa bicha? Recuerda al marido putero al que ha descubierto su mujer.

Foto: El exministro de Transportes y diputado del PSOE, José Luis Ábalos. (Europa Press/Eduardo Parra)

Es lo segundo, sí: un hombre que miente mal, pero miente porque le va la vida en ello, y convierte la milonga en una de las bellas artes. ¿Efectivas? No. Pero bonitas. Pienso entonces, me pregunto, ¿pero por qué me cae tan bien? Ese tío está repantingado, barriga al viento, encima de una pila de basura. Desde ahí trata de convencernos de que todo lo que vemos no existe. Repito entonces, ¿por qué me gusta? Hay preguntas que hablan más de uno que de los otros: ¿dónde está mi perversión?

Jorge Luis Ábalos reúne algunas condiciones para ser ídolo. Los espíritus solitarios sentimos predilección por los marginados. Los espíritus marginados adoramos a los apestados. Él mismo dijo, patético: "No tengo secretaria, no tengo naaaaaada. He venido solo en mi coche". Y el coche —me digo— es un Peugeot abollado. Tapicería cubierta de chustas de cigarro. ¿Simpatizo con lo sórdido?

Ábalos cae bien, y Sánchez cae mal. Ambos son mentirosos compulsivos. Ambos son del PSOE. Ambos plantaron cara a la gestora

Sí. Simpatizo. En lo sórdido he sumergido las manos, la cabeza, los pies hasta la ingle. Pero no puede ser solo eso, no puede ser un simple acto de identificación. En lo sórdido hay grados, matices, arquetipos.

Tono convincente y contenido banal… Ábalos me recuerda al borracho que, en la barra del bar, te dice que sus hijos son unos cabrones porque lo han dejado solo y tú piensas: "Claro, no hay más que verte, no hay más que oírte para saber por qué estás solo". Pero esas personas te ponen en guardia, y Ábalos, sin embargo, me conmueve. ¿Por qué?

En los últimos días, he tenido que hacer, espoleado por mi ética, que es la de Pablo Pombo, un examen de conciencia. Amar al que sabes que te está mintiendo en la cara es el principio de toda relación tóxica. ¿Por qué establezco una? ¿Por qué me cae tan bien don Fernando Jesús Ábalos?

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante una sesión de control al Gobierno. (Europa Press/Eduardo Parra) Opinión

En la desorientación, lo mejor es dar un paso atrás, tomar distancia. Ábalos cae bien, y Pedro Sánchez cae mal. Ambos son mentirosos compulsivos. Ambos son del PSOE. Ambos plantaron cara a la gestora. ¿Es solo porque uno es fuerte y el otro es débil? ¿Me gusta Ábalos porque puede dañar a Sánchez? No. Me cae bien Ábalos por la misma razón que detesto a Sánchez. Los dos mienten para salvarse, pero uno lo hace por cálculo y otro impulsivamente.

Todo tiene una explicación en la literatura. En razón de sus mentiras, Ábalos es el antihéroe, mientras que Sánchez es el villano. Cuando Skyler descubre que Walter White es Heisenberg, cuando Betty descubre que Don Draper se pasa por la piedra a seis millones de judías, cuando Meadow Soprano descubre que su padre es de la mafia y que su madre, Carmela, tiene más cuernos que la pared de un cazador, el héroe trágico contesta de la misma forma que Ábalos.

Miente Walter White, miente Toni Soprano, miente Don Draper, pero los guionistas escriben personajes capaces de mantener pegado al público a la pantalla, aptos para una simpatía que perdona cada una de sus faltas, cada uno de sus delitos, por la sencilla razón de que todos esos hombres monstruosos se nos presentan con una humanidad tridimensional y limitados por el amor.

Foto: Sánchez y Ábalos en los viejos buenos tiempos. (EFE/Chema Moya)

Los villanos, en cambio, ¿cómo son? Personajes planos que solo piensan en el poder, en sostener el poder. Así Pedro Sánchez, así el PSOE que expele a Juan Gómez Ábalos, a Ricardo Bofill Ábalos, a Pocholo Ábalos: una máquina frente a un ser humano; un psicópata frente a un pecador.

El hombre más mentiroso de la galaxia ha salido del partido liderado por el presidente más mentiroso de la galaxia. Pertenecen, Ábalos y Sánchez, al mismo universo y diferentes planetas. Giran en torno a distintas estrellas. Sabemos que Ábalos huye y miente, sabemos también que Sánchez miente y permanece. Pero lo que en el primero delata la imperfección del hombre en el segundo advierte de la perfección del manipulador.

Por eso Ábalos me cae bien: porque veo, reflejado en su deformidad, a Pedro Sánchez.

Me avisa por SMS mi amigo Sergio, que trabaja de youtuber y se llama UTBH: "Eh, que Ábalos vuelve a lo de Risto". Está Sergio como yo con lo de Ábalos: ojiplático y cínico, histérico y disfrutón. ¡Qué espectáculo! ¿Se ha visto cosa igual? ¿Y tan larga? Esto es pan y circo de extraordinaria calidad. Sergio y yo, como dos niños que se enteran de que Mickey Mouse está pinchándose caballo en el parque del barrio y además te invita si te acercas, corremos a sintonizar Cuatro.

José Luis Ábalos Pedro Sánchez Trinchera Cultural
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