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Joseph Niépce fue el creador de la primera fotografía y no Daguerre (que se llevó la gloria)
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HISTORIA

Joseph Niépce fue el creador de la primera fotografía y no Daguerre (que se llevó la gloria)

En la ciudad francesa de Chalon-sur-Saône se encuentra el pequeño Museo Nicéphore-Niépce que recoge tres millones de imágenes sobre la historia de la fotografía y su más insigne vecino

Foto: La primera fotografía de la historia. Tomada por Joseph Nicéphore Niépce en 1826. (Harry Ransom Center)
La primera fotografía de la historia. Tomada por Joseph Nicéphore Niépce en 1826. (Harry Ransom Center)

La ciudad de Chalon-sur-Saône, a orillas del río Saona, por donde subían y bajaban barcazas con buen vino borgoñés, no tiene grandes elementos turísticos, pero sí un pequeño tesoro. Sobre todo para amantes de la fotografía. Allí nació Joseph Nicéphore Niépce en 1765 quien, aunque a usted a priori no le diga nada, fue el autor de la primera fotografía en 1826. Y no le resulta conocido porque hubo alguien —este seguro que sí— que le adelantó con muy malas artes: Louis Daguerre, el creador del daguerrotipo en 1839, quien se sirvió de las necesidades económicas del hijo de Niépce para copiar las técnicas del primer inventor y llevarse la gloria. Una historia de rapiña humana, otra vez.

En este municipio francés donde se puede visitar la casa natal de Niépce se abrió, no obstante, un pequeño museo en 1972 para rehabilitar la memoria de su vecino más famoso. Se encuentra en un antiguo hotel dedicado anteriormente a las mensajerías reales en los muelles del Saona y dispone de casi tres millones de imágenes que incluyen los diversos procesos fotográficos con imágenes de los siglos XIX y XX y más de un millón de negativos procedentes del fondo Combier que tratan sobre postales de Francia, África y Bélgica. También hay 1.500 equipos fotográficos, entre ellos las cinco primeras cámaras del mundo, según informa el museo.

Se entra por una sala en la que podemos ver estos primeros objetos para pasar a una primera planta en la que el visitante se topa con el gran secreto de la ciudad: esa primera fotografía que Niépce capturó desde la ventana de su casa con una cámara oscura enfocada en una placa de peltre (zinc, estaño y plomo) de 20×25 cm tratada con betún de Judea y fijada con aceite de lavanda, y que apareció tras ocho horas de exposición al sol.

placeholder Joseph Nicéphore Niépce. (Creative Commons)
Joseph Nicéphore Niépce. (Creative Commons)

Su título es Point de vue du Gras (Vista desde Le Gras) y la primera impresión que tenemos al verla es la de un manchurrón en la que apenas se distingue nada. Sin embargo, en cuanto se ajusta un poco la visión, observamos un tejado y dos casas a los lados. Era la vista que tenía el fotógrafo y lo curioso es que las partes que vemos más reconocibles son donde dio el sol, ya que eran las que se volvían insolubles. De todas maneras, el proceso tenía todo su afán, puesto que, tras la exposición al sol, el fotógrafo tenía que bañar la placa con un disolvente de aceite de espliego y de petróleo blanco, y luego lavar con agua para poder apreciar la imagen.

La fotografía original no está aquí, sino en la Universidad de Texas, pero sí podemos ver la copia y la de la cámara oscura que utilizó, un instrumento con el que, con salvedades, ya habían experimentado desde Aristóteles a Leonardo Da Vinci. Niépce, que llevaba investigando cómo fijar la imagen desde 1813 con distintas resinas, había dado un paso mucho mayor. Pero no pudo disfrutarlo. Llegó Daguerre y le quitó la tostada. En el museo de Chalon su Saone también se pueden ver múltiples daguerrotipos. La técnica y el nombre que pasó a la historia.

La usurpación

Louis Daguerre había inventado el diorama a comienzos de los años 20 y estaba muy interesado en todas las técnicas visuales. Fue el óptico francés Charles Chevalier, como cuentan todos los textos que se pueden leer hoy, quien le puso en contacto con Niépce, que estaba haciendo algo grande en la pequeña Chalon. Y allí que se plantó para trabajar de forma conjunta. Consiguió incluso firmar un contrato para que los procedimientos que ambos descubrieran fueran de los dos.

Fue el primer paso en falso de Niépce, pero sobre todo porque este murió de repente de un accidente cardiovascular en 1833 a los 68 años. Daguerre siguió investigando con los conocimientos que había conseguido su mentor trabajando con placas sensibles de plata, cobre y cristal. Y en 1835 decidió cambiar el contrato que había firmado con su mentor. A partir de entonces, el nombre de Daguerre iba a ir por delante del de Niépce, lo que consiguió por los apuros económicos que tenía el hijo de Niépce. Cambiando el nombre Daguerre le aseguraba que también cobraría derechos económicos de la patente.

placeholder Imagen de Louis Daguerre en un daguerrotipo. (Jean-Baptiste Sabatier-Blot)
Imagen de Louis Daguerre en un daguerrotipo. (Jean-Baptiste Sabatier-Blot)

Sin embargo, no se quedó ahí y pocos meses después volvió a modificar el contrato borrando totalmente el nombre de Niépce y adoptando el de daguerrotipo para la técnica de fotografía sobre plata pulida. Sí, era un procedimiento mejorado, pero al que jamás hubiera llegado sin los descubrimientos de su maestro.

A partir de ahí, el éxito: en 1838 tomó el primer daguerrotipo de la historia, Boulevard du Temple, en el que por primera vez salía una persona (y eso que el tiempo de exposición había sido de 10 minutos: igual que el clic de ahora). Y en 1839 hizo pública esta técnica, consiguiéndosela vender al Estado francés —para que todo el mundo pudiera utilizarla— y sin que el nombre de Niépce apareciera por ningún lado. La presentación, cuentan las crónicas, fue en la Academia de París por todo lo alto y supuso 6.000 francos para Daguerre y 4.000 para el hijo de Niépce, si bien este asumía el borrado de su padre.

En 1839 Daguerre consiguió vender la técnica del daguerrotipo al Estado francés y sin que el nombre de Niepce apareciera por ningún lado

Para desgracia de este, además, el daguerrotipo enseguida se volvió muy popular por las facilidades que ofrecía. Por ejemplo, en España se empezó a usar desde el mismo 1839. Era muy útil para los retratos, que no tardaron en ser las piezas más solicitadas. Como un siglo después con los selfis.

Dicen los textos sobre la primera fotografía que en 1841 se editó el libro Historia del descubrimiento del invento denominado daguerrotipo, en el que se hablaba de la aportación de Niépce y de cómo Daguerre había intentado ocultar su nombre. Pero el daño ya estaba hecho. Hoy los grandes entusiastas de la fotografía conocen su figura y su aportación, pero, para el que no, si recala por esta zona de la borgoña francesa siempre se puede acercar a este recoleto museo y la casa natal para observar desde dónde se tomó la primera imagen fija. Hay muchos elementos curiosos, como los primeros inventos con 3D —las estereografías— o los juegos con los colores, pero, sobre todo, se trata de la rehabilitación de una figura usurpada por el deseo de fama de Daguerre.

La ciudad de Chalon-sur-Saône, a orillas del río Saona, por donde subían y bajaban barcazas con buen vino borgoñés, no tiene grandes elementos turísticos, pero sí un pequeño tesoro. Sobre todo para amantes de la fotografía. Allí nació Joseph Nicéphore Niépce en 1765 quien, aunque a usted a priori no le diga nada, fue el autor de la primera fotografía en 1826. Y no le resulta conocido porque hubo alguien —este seguro que sí— que le adelantó con muy malas artes: Louis Daguerre, el creador del daguerrotipo en 1839, quien se sirvió de las necesidades económicas del hijo de Niépce para copiar las técnicas del primer inventor y llevarse la gloria. Una historia de rapiña humana, otra vez.

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