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Inventor del GIF, pionero del cine y asesino: la historia de Eadweard Muybridge
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EN EL AÑO 1872

Inventor del GIF, pionero del cine y asesino: la historia de Eadweard Muybridge

Este fotógrafo británico inventó por primera vez las imágenes en movimiento gracias a una apuesta. Pero su historia es mucho más sórdida como para quedarse solo con este hito

Foto: Eadweard Muybridge, el que fuera inventor del GIF. (Getty/Hulton Archive/Rischgitz)
Eadweard Muybridge, el que fuera inventor del GIF. (Getty/Hulton Archive/Rischgitz)

En los manuales de fotografía y cine siempre aparece el nombre de un pionero: Eadweard Muybridge. Este personaje del siglo XIX fue el encargado de dotar a las imágenes de movimiento, algo con lo que convivimos todos los días con tan solo desbloquear la pantalla de inicio nuestro teléfono móvil, pero que en aquel tiempo supuso toda una revolución. Era la época de la invención de la fotografía en la que primaba la obsesión de capturar el momento. Pocas décadas antes, en 1822, Joseph Nicéphone Niepce había patentado la heliografía, el primer proceso para realizar fotografías de la historia. Este colaboraba a menudo con Louis-Jacques-Mandé Daguerre y su daguerrotipo, otro de los padres fundadores de la instantánea, quien creó el daguerrotipo en 1837.

Y, años más tarde, para la década de 1870, Muybridge no se conformaba solo con conseguir una imagen nítida y concreta de un paisaje, como ya había hecho con el valle de Yosemite o la costa del Pacífico de Alaska. Quería ir más allá y conseguir que la imagen se moviera, como en la vida real. Pero al margen de este logro que produjo inusitados avances en los estudios fotográficos posteriores, el genio tenía una mente realmente perversa y atormentada, hasta el punto de reconocer que había matado a sangre fría al amante de su mujer delante de un jurado.

"Muybridge creó persianas mecánicas, hechas de madera, con resortes de goma y un gatillo para que se pudieran cerrar en una milésima"

Pero este es solo uno de los puntos de la historia, una historia injusta; pues su fama le granjeó cierta simpatía por parte de las autoridades policiales y judiciales (y hasta de los reclusos con los que compartía celda), librándole de la cárcel al argumentar a su favor que, en su lugar, cualquier habría hecho lo mismo. Antes, había dejado sin palabras a sus coetáneos al demostrar que los caballos alzaban sus patas del suelo durante el proceso físico de correr a grandes velocidades. Y lo hizo gracias a su invento, una forma de fotografiar especial y única para ese momento que permitía capturar varias imágenes en un tiempo de exposición muy corto.

Una curiosa apuesta

Muybridge ya era amigo del gobernador de California de aquellos años, Lelan Stanford (que luego sería el fundador de la prestigiosa universidad que lleva su apellido), por sus trabajos fotográficos previos. Era el año 1872 y este era un gran aficionado a las carreras de caballos, muy populares en Estados Unidos. En mitad de una de ellas, le espetó a un colega llamado James Keene, quien era presidente de la Bolsa de Valores de San Francisco, que los potros iban tan rápido que "casi volaban sobre el suelo". Entonces, en un acto de chulería, le dijo a Keene que el caballo por el que había apostado iba tan veloz que realmente sus cascos quedaban "suspendidos en el aire", sin mantener ningún contacto con la pista, como cuenta el antiguo profesor de la UCLA Robert Bartlett Haas en su biografía sobre el personaje, 'Muybridge: Man In Motion', publicada en 1976.

Entonces, Stanford se apostó con Keene 25.000 dólares a que era capaz de demostrar que su caballo iba tan rápido que en ciertos momentos despegaba sus cascos del suelo. Y, para ello, contrató a Muybridge. No era un reto fácil, ya que para entonces las fotografías necesitaban un gran tiempo de exposición para que salieran nítidas. "Muybridge creó persianas mecánicas, hechas de madera, con resortes de goma y un gatillo para que se pudieran cerrar en una milésima de segundo", explicaba la periodista Haleema Sah en un artículo de 2018 publicado en 'Smithsonian Mag'. "Este sería un paso muy importante para alejarse de la forma en la que la mayoría de los fotógrafos controlaban la exposición lumínica en ese momento".

Así, el fotógrafo retrató al caballo (llamado Occident) trotando a unos 35 kilómetros en el hipódromo de Sacramento durante el mes de mayo de 1872, como relata el experto español en historia de la fotografía Manuel Rubio Serrano en una entrada de su blog personal. "Sus experimentos iniciales solo produjeron imágenes borrosas porque el proceso del colodión húmedo requería de varios segundos, así que dejó momentáneamente aparcado el trabajo y en abril de 1873 se marchó a un extenso viaje por América Central y Sudamérica", asevera. "A su vuelta y con mejores negativos, logró que se reconociera la silueta del caballo, aunque no del todo nítida".

Una nota en una fotografía

Pero todo cambió para Muybridge. Aquellos que le conocían, según describen los historiadores, veían en él una personalidad errática y volátil, en la cual primaba más la obsesión por la fotografía que la empatía por los demás. En 1874, poco después de haber deslumbrado al mundo con su fotografía en movimiento (muchos en aquella época no creyeron que lo que había inventado fuera verdad, sino un truco), nace su primer hijo, fruto de su matrimonio con Flora Shallcross, una entusiasta de la fotografía, al que llamaron Florado Helios. El padre no tardaría en descubrir una inscripción en la parte inversa de una fotografía de aquel niño que engendraron en la que ponía "pequeño Harry".

"Aquel apodo hacía referencia a otro hombre, Mayor Harry Larkyns, un pícaro con el que había visto a su esposa", describe Serrano. "La conclusión le llegó como un mazazo: el niño no era suyo, sino fruto de una infidelidad con aquel caballero. Y, por tanto, decidió matarlo. Fue un asesinato premeditado porque Muybridge viajó en barco, tren y caballo hasta llegar a una mina, donde aquel hombre trabajaba de topógrafo". El inventor le descerrajó varios tiros en el pecho, siendo detenido inmediatamente por la policía y enclaustrado en prisión.

"El jurado, que estaba compuesto en su mayoría por hombres casados, consideró que el asesinato del amante de su esposa había sido justificable"

Cuando llegó el juicio, como decíamos, no tuvo reparos en reconocer lo que había hecho, alegando que cualquiera en su lugar habría actuado de la misma manera. "Su abogado, que muchos creen que fue contratado por Stanford, hizo que varias personas que habían conocido a Muybridge testificaran en su defensa que su personalidad había cambiado drásticamente después del accidente de la diligencia", asegura Sah en su artículo, refiriéndose a un terrible golpe que se propinó en la cabeza tras caerse de un carruaje de caballos hace años. "A fin de cuentas", apostilla Serrano por su parte, "Stanford lo necesitaba para ganar el envite de 25.000 dólares".

Foto: Foto: Instituto de Estudios Avanzados de Princeton.

Como era de esperar, al tratarse de una época mucho más dominada por hombres que los años en los que vivimos, el jurado se compadeció de él, aceptando sus argumentos, tanto de enajenación por el golpe como de que en realidad había actuado por una motivación de tomarse la justicia por su mano. "El jurado, que estaba compuesto en su mayoría por hombres casados, consideró que el asesinato del amante de su esposa había sido justificable", menciona Sah. Tras ser absuelto, siguió enfocado en sus experimentos para conseguir una imagen en movimiento cien por cien nítida. Así, inventó un obturador mecánico que lograba un tiempo de exposición récord de 1/500 por segundo, además de un complejo aparataje que le permitía de forma mecánica conseguir registrar instantáneas en un tiempo muy corto.

Todo derivó en el zoopraxiscopio, un dispositivo que resultó eficaz a la hora de registrar imágenes nítidas que eran proyectadas en secuencias de movimiento en discos de vidrio. Y así, cosechó una fama mundial, girando por Europa y Estados Unidos, gracias a estos avances que más tarde se aplicarían a la hora de inventar el cinematógrafo. En 1888, llegó a entrevistarse con Thomas Alva Edison y William K. L. Dickson, quienes habían inventado el fonógrafo, con el objetivo de juntar imagen y sonido para componer piezas audiovisuales.

La idea nunca se llevó a la práctica. Posiblemente, el sueño de Muybridge hubiera sido vivir para contemplar una narración compuesta de imágenes móviles, lo que más tarde conoceríamos como cine. Quién le iba a decir que más de un siglo después, en el presente y con la industria cinematográfica tan avanzada que existe, se consumieran, compartieran y crearan tantos GIF animados que devuelven e insuflan de una nueva y moderna vida a sus inventos revolucionarios.

En los manuales de fotografía y cine siempre aparece el nombre de un pionero: Eadweard Muybridge. Este personaje del siglo XIX fue el encargado de dotar a las imágenes de movimiento, algo con lo que convivimos todos los días con tan solo desbloquear la pantalla de inicio nuestro teléfono móvil, pero que en aquel tiempo supuso toda una revolución. Era la época de la invención de la fotografía en la que primaba la obsesión de capturar el momento. Pocas décadas antes, en 1822, Joseph Nicéphone Niepce había patentado la heliografía, el primer proceso para realizar fotografías de la historia. Este colaboraba a menudo con Louis-Jacques-Mandé Daguerre y su daguerrotipo, otro de los padres fundadores de la instantánea, quien creó el daguerrotipo en 1837.

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