Es noticia
Sobre hijos de policías muertos
  1. Cultura
mala fama

Sobre hijos de policías muertos

Llega a España, con incomprensible retraso, 'Salir de la noche', de Mario Calabresi, escalofriante relato sobre venganzas equivocadas

Foto: Giuseppe Memeo, miembro de la organización Proletari Armati per il Comunismo (PAC), apunta con su pistola a la policía de Milán el 14 de mayo.  de 1977 (C.C)
Giuseppe Memeo, miembro de la organización Proletari Armati per il Comunismo (PAC), apunta con su pistola a la policía de Milán el 14 de mayo. de 1977 (C.C)

Casi todo el mundo tiene un padre, y por tanto, un libro sobre el padre; pero no todo el mundo tiene una historia. Mario Calabresi esperó treinta y cinco años para contar la suya. España, por su parte, ha esperado dieciséis años para hacerle sitio en las librerías. Se titula Salir de la noche y nos llega de la mano de Libros del Asteroide, editorial de guardia en el sentido común intelectual.

Con tantos padres narrados, con tanto biografía sin mordiente, es curioso que la historia de Calabresi, totalmente increíble y apabullantemente española (ahora vamos con eso), nos llegue a deshoras y después de Patria (Fernando Aramburu, 2016), y también después del fin de ETA (2011), cuando este recuento de sangre apareció en Italia en 2007. "El libro que ha sacudido Italia", nos dice el sello. Bueno, que "sacudió Italia" hace ya un buen rato, más bien.

placeholder Salir de la noche, de Mario Calabresi. (Libros Asteroide)
Salir de la noche, de Mario Calabresi. (Libros Asteroide)

Portica la cosa Enric González, con un puñado de páginas turbulentas y precisas. No sabemos nada de Italia, debemos asumir. En los años 70, la violencia abundó, se sucedió, tocó todos los palos de ese cliché que dice "la realidad supera a la ficción". A algunos puede sonarles el caso Aldo Moro, y también el grupo terrorista Brigadas Rojas. Otros pueden conocer Muerte accidental de un anarquista (1970), de Darío Fo, y que su mujer fue secuestrada y torturada. Alguno quizá sepa que el mítico editor Feltrinelli murió mientras manipulaba un explosivo, pues se dedicaba a dos oficios, hacer libros y hacer bombas. No creo que mucha gente sepa qué fue la matanza de la plaza Fontana. Al final de todo esto hay muchas cosas, por ejemplo un niño que se queda sin padre. "Todo suena a locura. Lo era", escribe Enric González.

Y todo suena a España, también. Cuando empieza la historia del comisario Calabresi, el lector español ya sabe que ese policía es el malo. Un joven comunista, Giuseppe Pinelli, está siendo interrogado en dependencias policiales, después de la matanza de la plaza Fontana (17 muertos debidos a la explosión de una bomba). Y, ya es mala suerte, el detenido se precipita por una ventana y muere, un 15 de diciembre de 1969. La gente de bien hace lo lógico: pensar que la policía lo ha tirado por la ventana. En concreto, el comisario Calabresi. Así se establece y se repite y se publica en prensa de izquierdas.

Al final de todo esto hay muchas cosas, por ejemplo un niño que se queda sin padre. "Todo suena a locura. Lo era", escribe Enric González

En España, fue Enrique Ruano, en enero de ese mismo año 1969, quién "se cayó" por una ventana. Hay tradición. En la campaña contra Calabresi, algunas plumas sacan lo mejor de su ingenio, y dicen del comisario que es "de ventana fácil".

Sin embargo, Luigi Calabresi no estaba en su despacho, ni en comisaría, en el momento de la caída. Esto es un problema, porque la ira debe canalizarse y explotar, no puede quedarse quieta y sin salida.

Entonces, a pesar de las evidencias, se sigue considerando culpable al padre de Mario Calabresi, nacido al año siguiente de la muerte de Pinelli y huérfano de padre antes de su tercer cumpleaños. El comisario Calabresi es tiroteado en 1972 por arrojar por la ventana a Guiseppe Pinelli, aunque no lo arrojara; se ha hecho justicia, aunque no se haya hecho. Esa es la lógica del terrorismo: nadie tiene que quedar contento.

placeholder A la izquierda, Aldo Moro durante su secuestro por las Brigadas Rojas. A la derecha, su cadáver encontrado en el maletero de un coche.
A la izquierda, Aldo Moro durante su secuestro por las Brigadas Rojas. A la derecha, su cadáver encontrado en el maletero de un coche.

Mario Calabresi vivió toda su vida en esa sinrazón, y al final escribió un libro. Para ello, preguntó a su madre (que además había publicado un libro en 1990), a los testigos, a los amigos, a los rivales, y leyó todo lo publicado en prensa. La pregunta que se hace Mario es inabarcable: ¿por qué tuve que perder a mi padre, si no había hecho nada, y por qué aún hoy hay gente que cree que se lo merecía?

El caso Pinelli/Calabresi nos habla en primer lugar de la necesidad acuciante de un culpable: alguien tiene que pagar. En los grandes dramas colectivos, en los traumas de país, es imposible no elegir un nombre y unos apellidos y celebrar un sacrificio. Sólo así se pasa página, se duerme tranquilo. A costa de la pequeña vida de alguien.

Mario Calabresi escribe: "Detrás de esa campaña no había un publicista, sino muchas cabezas, entre las más ilustres del periodismo, del teatro, de la cultura y de los movimientos sociales, aunadas por la furia vengativa que los llevó a construir un monstruo, a pesar de las pruebas, del sentido común y de los datos de la realidad". Es decir, no son paletos o ignorantes los que creen que la Tierra es plana y que Luigi Calabresi tiró por una ventana a un joven comunista: es Darío Fo. Es gente culta y sensible la que se deja rodar pendiente abajo de la ficción más complaciente.

No son paletos o ignorantes los que creen que la Tierra es plana y que Luigi Calabresi tiró por una ventana a un joven comunista: es Darío Fo

Sin embargo, el lector que avanza por Salir de la noche empieza en un momento dado a echar de menos una explicación alternativa, porque reconozcamos que caerse por una ventana en comisaría, por una ventana necesariamente letal, no es común. O sea, si asumimos la locura que fue provocar el asesinato de un comisario que no hizo nada, también debemos asumir que quizá otro sí lo hizo. Sin embargo, tanto el libro como el relato oficial de esta caída establecen que Pinelli por cansancio, confusión y falta de alimento fue a apoyarse de mala manera en una barandilla y tontamente se mató por sí solo.

Es difícil creerse eso, pero qué sabe uno.

Con un afán de imparcialidad muy loable, Mario Calabresi se cuestiona esto mismo, y recurre al juez que investigó aquella muerte accidental. El juez se lo tomó en serio, hasta colocó un maquiní "con el mismo peso y las mismas proporciones que Pinelli para ver adónde llegaría si lo hubiesen tirado por la ventana". La conclusión del juez fue contundente: "Hay pruebas irrefutables" de que se cayó él solo. "Escribieron en los muros que yo era un fascista", recuerda el juez. "Luego, cuando dije que no fueron anarquistas quienen pusieron las bombas (en la plaza Fontana), dijeron que yo era un comunista. Así es Italia".

Y así es España.

Pues los paralelismos continúan: víctimas del terrorismo olvidadas, "libros escritos por los terroristas", "un antiguo terrorista en los escaños del Parlamento", la tercera Italia: "hubo dos Italias y ninguna era, por definición, la buena o la mala, las dos tenían cosas que nos gustaban, en ambos lados había gente decente, en la derecha, en la izquierda, en el centro…"

Casi todo el mundo tiene un padre, y por tanto, un libro sobre el padre; pero no todo el mundo tiene una historia. Mario Calabresi esperó treinta y cinco años para contar la suya. España, por su parte, ha esperado dieciséis años para hacerle sitio en las librerías. Se titula Salir de la noche y nos llega de la mano de Libros del Asteroide, editorial de guardia en el sentido común intelectual.

Libros Literatura
El redactor recomienda