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Los hombres del pueblo no llevan frac, y otras tontadas sobre cómo deben vestir los políticos
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Los hombres del pueblo no llevan frac, y otras tontadas sobre cómo deben vestir los políticos

Petro es un señor con pasado, como todos. Es un señor muy de izquierdas que preside desde el siete de agosto del año pasado un país muy de derechas llamado Colombia. Un lugar donde el narcotráfico y la corrupción siguen presentes

Foto: Gustavo Petro junto a la reina Letizia durante la cena de gala. (EFE/Chema Moya)
Gustavo Petro junto a la reina Letizia durante la cena de gala. (EFE/Chema Moya)

Nadie está libre de pecado ni de coleccionar tonterías. Como desconozco si Gustavo Petro tiene director espiritual, me centraré en lo segundo. En eso de negarse a llevar frac a una cena de gala con los reyes de España, donde los anfitriones ponen sus normas a la hora de elegir vestuario para que nadie se sienta diferente al resto, porque asegura que la prenda "tiene que ver con las élites y con la antidemocracia".

Y vale que el atuendo sea propio de ocasiones especiales donde manda el protocolo, con su lenguaje plagado de símbolos y significados. Que tenga unos orígenes vinculados con las clases altas, tan endogámicas ellas, tan incapaces de mezclarse con el resto.

Petro es un político con currículo de guerrillero, que despierta pasiones y odios a partes casi iguales

Pero ¿qué demonios significa antidemocrática? ¿Acaso no estamos desgastando el término, despojándole de su verdadero significado? ¿En qué momento una chaqueta oscura con una especie de cola por detrás está en contra del estado de derecho, de la soberanía del pueblo? Me mato.

Petro es un señor con pasado, como todos. Es un señor muy de izquierdas que preside desde el siete de agosto del año pasado un país muy de derechas llamado Colombia. Un lugar donde el narcotráfico y la corrupción siguen demasiado presentes. Donde el año pasado asesinaron a cuatro periodistas por empeñarse en ejercer el oficio.

Petro es un político con currículo de guerrillero, que antes de presidente fue alcalde de Bogotá. Que despierta pasiones y odios a partes casi iguales, que enciende las vísceras de todos. Que dice cosas que no dicen otros, que destila demagogia como la destilan otros.

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Que también dice cosas que no son tonterías, como recordar el pasado de su país y en lo que lo convirtió el nuestro, "un régimen productivo de esclavistas que condenaban al hombre negro, a su familia, a sus amores, a sus hijos, a sus nietos, a ser esclavos por perpetuidad". Que habla de la hipocresía de algunos cuando se les llena la boca de selva y medioambiente en su discurso en la ONU.

Y que dice tonterías, como la de negarse a llevar frac porque él es un hombre de pueblo y los hombres de pueblo no llevan esas cosas.

"Odio con una inquina profunda a todas esas personas que desprecian los trajes, las corbatas, las sotanas, la mitra, el esmoquin, y que se visten igual en todas las situaciones para insistir en su campechanía, en su autenticidad. […] El mensaje es: yo soy como vosotros, no me disfrazo, soy siempre igual, soy auténtico, no me elevo sobre la plebe con una corbata. No han entendido nada, son solo auténticos en su imbecilidad. […] El hábito hace al monje, es lo imprescindible para que el monje se crea que lo es y actúe como tal". Lo escribió Jacobo Bergareche en ese libro que también es un puñetazo llamado Los días perfectos (Libros del Asteroide). Y me habría encantado escribirlo yo.

No estaría de más que algún asesor o asesora le diga al presidente que dormir en la Casa de Nariño implica dejar de ser una persona normal

"¿Dónde ponemos la línea de la vestimenta antidemocrática?", recuerda Carmen Mañana, editora de la revista Glamour. Mañana, que lleva decenas de desfiles y de crónicas a sus espaldas, rechaza el elitismo asociado a la prenda. Recuerda y nos recuerda que alquilar un frac vale menos que un par de zapatos de Christian Louboutin, que es la marca de calzado que lució la esposa de Petro, Verónica Alcocer, al aterrizar en España.

Así que no estaría de más que algún asesor o asesora le diga al presidente que dormir en la Casa de Nariño —donde residen los presidentes de Colombia— implica dejar de ser una persona normal, de clase media, esa que también usa frac cuando se casa.

Esa que tampoco lleva al cuello la Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica.

Nadie está libre de pecado ni de coleccionar tonterías. Como desconozco si Gustavo Petro tiene director espiritual, me centraré en lo segundo. En eso de negarse a llevar frac a una cena de gala con los reyes de España, donde los anfitriones ponen sus normas a la hora de elegir vestuario para que nadie se sienta diferente al resto, porque asegura que la prenda "tiene que ver con las élites y con la antidemocracia".

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