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¿Que en Tinder hay gente salida? Pero qué me estás contando, Mónica
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¿Que en Tinder hay gente salida? Pero qué me estás contando, Mónica

¡Así que en Tinder hay pulpos! ¿Y quedan con ellos esas chicas y luego se arrepienten porque no están tan buenos como en la foto y además son gilipollas y para colmo están casados cuando habían dicho que no?

Foto:  La candidata de Más Madrid a la Presidencia de la Comunidad, Mónica García. (EFE/Borja Sánchez Trillo)
La candidata de Más Madrid a la Presidencia de la Comunidad, Mónica García. (EFE/Borja Sánchez Trillo)
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¿Me estás contando, Mónica, que una aplicación creada para que hombres y mujeres en celo busquen sexo sin compromiso y al margen de cualquier afinidad o sentimiento se ha convertido en caldo de cultivo de momentos asquerosos, desalmados, desagradables, incluso violentos? ¿Que el "57%" de las usuarias de Tinder se han sentido presionadas para follar? ¿Me lo juras?

O sea. Ahí donde acuden sin moverse del sofá solteros emberreados y colocadores de cuernos y solteras emberreadas y colocadoras de cuernos, es decir, hombres que están pensando en follar con cualquiera y mujeres dispuestas a quedar con esos tipos tras cuatro emoticonos de la berenjena; que ¿allí, digo, germinan luego situaciones de insistencia sexual, de sexo nada satisfactorio y hasta forzado?

Foto: Mónica García, en el acto de presentación de Sumar. (EFE/Víctor Lerena) Opinión

Así que en un sitio donde los hombres son rechazados nueve de cada diez veces y las mujeres no tienen más que deslizar un dedo para ello, luego, en la rara ocasión en que uno de esos magnetos del desastre logra quedar con una, si ella se echa atrás, se pasan de insistentes. ¿Pero esto cómo está pudiendo pasar? ¿Vamos a ver?

De modo que ¿en Tinder hay mujeres que, tras su docta y atenta filtración —este es clanco, este melofo— e intercambiar cuatro galanterías con el agraciado, luego quedan decepcionadas porque el tipo ni está tan bueno, ni es tan galante, y encima de todo aún las trata como si follar fuera lo único para lo que iniciaron todo el proceso?

Es que no doy crédito, Mónica. ¡De modo que en Tinder hay tipos desesperados con meterla en adobo! ¡De modo que aquí se juega! ¿Volquetes de hombres dispuestos a polinizar a pollazos a cualquier cosa que les haga match? ¿Qué me dices?

Foto: (Reuters / Jillian Kitchener)

En fin. Gracias a una encuesta que no sé cómo será de fiable, pero sí que se financió con fondos de mi Ministerio Favorito, sabemos que las experiencias de las mujeres en Tinder son exactamente como mi abuela sabría que son tras cinco minutos ilustrándola acerca de Tinder. Pero ahora que hemos visto los gráficos confeccionados con esa encuesta, claro ¡hay que hacer algo! ¡Hay que garantizar la felicidad!

Y ¿qué podemos hacer? Pues gastar más dinero público, porque para eso está el dinero público. Nosotros metemos dinero y vosotros metéis la mano tras una epifanía o una tendencia de Twitter. Así que nada, gastemos dinero para asegurar que nadie que se sumerja voluntariamente en una piscina de esperma sea molestado por los salmones que allí chapotean. Tiene que haber una partida específica.

Dinero de ese de las carreteras y los hospitales. A apechugar todo el mundo. Yo, que soy un carca monógamo y me río de amigos con Tinder que se atreven a contarme con pena que no se comen una rosca "ni allí", estoy dispuesto a subir mi tributación personal, a ensanchar mi IRPF, a pagar IVA doble, lo que haga falta, para aportar mi granito de arena a salvaguardar la sensación de dignidad y satisfacción de las usuarias de la app.

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Quiero financiar personalmente en Tinder una policía virtual, carabinas para todos, cilicios de silicio y bragas de castidad estilo blindaje del Batmovil. Todo para que los usuarios y usuarias de las aplicaciones para mojar el churro lo mojen siempre con el debido respeto y delicadeza. Todo para que Tinder no suponga un mal trago pese a haber sido programada para despertar todas las burricies de la condición humana.

Ejem, ejem. Hablando ahora un poco más melancólicamente, yo creía que desde Sumar y Más Cosas habrían tomado nota, observando cómo Monteros y Pames han bastardeado el feminismo hasta el punto de convertirlo en un aspersor de votos de gente con cerebro y hacerse intocables no ya por los hombres, sino por cualquier mujer no demasiado fanatizada; pero está visto que no.

Primero vino a decir Yolanda Díaz que el hombre de izquierdas es un redomado gilipollas, un coñazo (y ciertamente demostrará que es así si ellos terminan votándola tras oír eso), y ahora tú, Mónica, te lanzas a la paranoia sexual monteril hablando de un Tinder sin Tinder, según esa reducción ideológica de la mujer adulta, libre y responsable del siglo XXI, al papel de una niña que necesita la protección del Estado hasta en Tinder. Como si no se pudiera deshacer un match.

Pues vale, suerte en esos caladeros de votos, y suerte también a todos los usuarios y usuarias de Tinder España. Que os follen, dicho en el sentido Tinder de la palabra.

¿Me estás contando, Mónica, que una aplicación creada para que hombres y mujeres en celo busquen sexo sin compromiso y al margen de cualquier afinidad o sentimiento se ha convertido en caldo de cultivo de momentos asquerosos, desalmados, desagradables, incluso violentos? ¿Que el "57%" de las usuarias de Tinder se han sentido presionadas para follar? ¿Me lo juras?

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