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Salman Rushdie te lo dice a la cara
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Salman Rushdie te lo dice a la cara

Los ensayos del autor de 'Los versos satánicos' son una gozosa muestra de valentía, cultura, humor y compromiso

Foto: Una imagen de Salman Rushdie en 2016. (Reuters/Brian Snyder)
Una imagen de Salman Rushdie en 2016. (Reuters/Brian Snyder)

Repetía mucho Fernando Sánchez Dragó unas palabras que quizá no eran suyas: "Si vas a decir lo que quieres, vas a escuchar lo que no quieres". Esto significa que las palabras generan palabras del mismo color: si elogias, te elogian; si criticas, te criticarán; y si no dices nada en tus columnas o libros, a nadie le importará lo más mínimo lo que has escrito. Esta última es la opción preferente de buena parte del columnismo español: no decir absolutamente nada.

Simultáneamente a su última novela (Ciudad Victoria), se ha publicado este año una recopilación de ensayos y conferencias de Salman Rushdie, bajo el título Los lenguajes de la verdad (Seix Barral). Es, realmente, una gozada. Como la cosa es criticar, critiquemos la carencia fundamental del volumen: no contar con un índice onomástico. Esto quiere decir que los cientos de nombres y referencias que desgrana el autor a lo largo de casi cuatrocientas páginas se nos presentan sin mapear, ilocalizables salvo si lees el libro entero, y vas (como he hecho yo) haciendo circulitos en los nombres propios y subrayando los títulos. Es, desde luego, muy poco serio publicar un libro así, sin brújula onomástica, como si fuéramos de pueblo. También pasa que se incluye en el volumen una estupidez llamada Cuestionario Proust, hecho al autor por alguna revista sin imaginación. Son dos o tres páginas gratuitas, absurdas y vacías, una completa majadería. Todo lo demás, como decimos, oro puro.

placeholder 'Los lenguajes de la verdad', de Salman Rushdie
'Los lenguajes de la verdad', de Salman Rushdie

Dentro de la sucesión de lingotes, me ha llamado la atención la alegría con la que Salman Rushdie arremete contra Dan Brown. Hace años que contemplar la producción literaria dividida en dos grandes corrientes (la propiamente literaria y la comercial) ha pasado de moda, está mal visto o es políticamente incorrecto. A Rushdie le traen sin cuidado estas cautelas y parece tener clarísimo que hay una diferencia esencial entre lo que escribe Suzanne Collins (Los juegos del hambre) y lo que escribe Philip Roth. No está de más subrayar que, en efecto, hay una diferencia abismal entre Los juegos del hambre y La mancha humana.

Sobre El código Da Vinci afirma Rushdie: "Un libro tan mal escrito, tan mal concebido y con una trama tan mala que hace que los demás libros malos parezcan buenos". El código Da Vinci ha vendido, en todo el mundo, 80 millones de ejemplares.

Sobre 'El código Da Vinci': "Un libro tan mal escrito y con una trama tan mala que hace que los demás libros malos parezcan buenos"

Esta "otra" literatura pone bastante enfermo a Salman, y nos alerta sobre su ejecución con enorme contundencia: debes tratar de escribir grandes libros "y si te sale algo como Crepúsculo o Los juegos del hambre, pues lo rompes y tratas de tener un sueño mejor". Cuando habla de cine (es muy gracioso nuestro autor hablando de cine), nos dice esto sobre El señor de los anillos: "Las películas de Peter Jackson superan a las novelas originales de Tolkien, porque aquel filma mejor que este escribe; el lenguaje cinematográfico de Jackson, arrollador, lírico, tan pronto íntimo como épico, es muy superior a la prosa de Tolkien, que oscila de forma alarmante entre la charlatanería, la superioridad y la pomposidad".

Salman Rushdie te lo dice a la cara. O sea, escribe para poner en circulación una verdad. Y eso es mucho.

También hay que reconocer que a alguien amenazado de muerte durante décadas por la gente más chunga del planeta quizá no le importa lo más mínimo lo que vaya a pensar Dan Brown de él.

placeholder A Rushdie, Dan Brown le parece un escritor malísimo. Y lo es. (EFE)
A Rushdie, Dan Brown le parece un escritor malísimo. Y lo es. (EFE)

Con todo, a veces Salman Rushdie no tiene tanta razón. Cuando el asunto afecta a La India, se posiciona de inmediato como portavoz y defensor legítimo de su país natal. No le gusta Slumdog Millionaire, ni la película ni la novela. El motivo: que no refleja La India real, su Bombay de nacimiento. El propio Rushdie se ha pasado cientos de páginas señalando cómo la realidad no obedece a la ficción, sino al revés, pero en el caso de Bombay se le olvida. Que la película de Danny Boyle refleje fielmente los suburbios de Bombay es irrelevante: lo único que importa es si se trata de una buena película.

Además, la idea central de la novela le parece a Rushdie "una estupidez". A mí, por el contrario, me parece una genialidad: una persona muy ignorante gana un concurso basado en conocimientos infinitos porque coincide que las diez preguntas que le hacen casualmente se las sabe. Brillante.

Entonces, ¿qué le gusta al autor de Los versos satánicos? Le gusta El tambor de hojalata, de Gunter Grass; le gusta Gabriel García Márquez, cuya influencia reconoce crucial en su trayectoria; y también disfruta con Philip Roth, Samuel Beckett o Matadero Cinco. Es muy interesante (aunque también discutible) su idea de que hay dos grandes tipos de novela: la novela total, que trata de abarcarlo todo (pongamos, El arcoiris de la gravedad, de Thomas Pynchon) y la novela fractal, que toma una pequeña escena o trama o situación y la analiza hasta proponer el universo entero. Como digo, la idea es curiosa pero no sé si entre medias del todo y la minucia no caben novelas también excelentes.

A Rushdie no le gusta 'Slumdog Millionaire' porque piensa que no retrata La India real. A mí me parece una genialidad

Para Randall Jarrell, cita Rushdie, "una novela es una narración en prosa de cierta longitud donde algo no acaba de funcionar". Esta definición entrañable me ha recordado la afirmación de Thomas Mann: "Un escritor es alguien para el que escribir resulta más difícil que para las demás personas". Además, Rushdie le da algunas vueltas a una de las frases más importantes de la historia mundial de las frases sueltas, ésta de Heráclito: "El carácter de un hombre es su destino". Y viene a merodear algo que yo pienso desde hace años: la novela estadounidense está construida toda ella alrededor de esa idea. El personaje es lo importante, y su destino es lo que tenemos que construir, como escritores.

¿Era el destino de Salman Rushdie ser perseguido por la gente más chunga del planeta durante décadas, acabar apuñalado hace un año en Chautauqua (Nueva York), escribir esa genialidad de autobiografía que es Joseph Anton y no ser invitado nunca a cenar por Dan Brown?

Lo era.

Repetía mucho Fernando Sánchez Dragó unas palabras que quizá no eran suyas: "Si vas a decir lo que quieres, vas a escuchar lo que no quieres". Esto significa que las palabras generan palabras del mismo color: si elogias, te elogian; si criticas, te criticarán; y si no dices nada en tus columnas o libros, a nadie le importará lo más mínimo lo que has escrito. Esta última es la opción preferente de buena parte del columnismo español: no decir absolutamente nada.

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