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'Sospechoso': hasta usted mismo puede ser el asesino, si se descuida
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'Sospechoso': hasta usted mismo puede ser el asesino, si se descuida

Se emite hoy el último capítulo de esta floja, adictiva y casi ridícula miniserie criminal cuyo único propósito es hacerte llegar al último capítulo

Foto: Fotograma de 'Sospechoso'.
Fotograma de 'Sospechoso'.

Si ha seguido usted los cuatro primeros capítulos (de cinco) de Sospechoso, no tendrá otra cosa más importante que hacer este viernes que ver el último, donde por fin sabremos quién mató a la mujer joven y bonita a la que suelen matar en todos los thrillers y series donde matan a alguien en los primeros cinco minutos. Los candidatos al puesto de asesino son: el psicólogo sospechoso del título, pues lleva toda la serie defendiendo su inocencia en contra de las innumerables pruebas acusatorias que los guionistas se van inventando con insolente aleatoriedad; el amigo del psicólogo; la esposa del psicólogo; un paciente del mismo; la propia policía y la propia víctima, que quizá se suicidó, y la práctica totalidad de los secundarios de la trama. Hasta usted mismo puede ser el asesino, si se descuida.

Esto es así porque Sospechoso, la floja, adictiva y casi ridícula miniserie criminal que emite Movistar, hace honor a su título al conseguir que el espectador no haga otra cosa durante su visionado que sospechar. Esta perversión de los mecanismos narrativos ya la vimos en The Killing (2011-2014), donde a todos los personajes les tocaba ser culpables durante media hora. Se trata de exacerbar uno de los placeres del thriller (¿quién lo hizo?), poniendo todo lo demás en cuestión, de modo que, pasados dos capítulos, la serie misma carezca de sentido, pero no la puedas dejar. Es un poco como pagar impuestos.

placeholder 'Sospechoso', en Movistar.
'Sospechoso', en Movistar.

Tiene cierto mérito dejar una serie tan abierta que cualquiera pueda ser el asesino, pues se necesita un malabarismo de evidencias notable, mucha anotación en el cuaderno y alguien en la sala de guionistas que ponga orden y se dedique a ir tapando agujeros. Pero, al mismo tiempo, si la resolución es accidental, casi en plan pito, pito, gorgorito, el espectador se sentirá lógicamente estafado. Al cabo, el culpable suele serlo por algo del pasado que no sabíamos, por una carta que aparece de pronto, una foto, un amor olvidado o un vídeo que la policía ha tenido mucho cuidado en no encontrar hasta la última escena.

Sin embargo, la tontería que es Sospechoso resulta muy recomendable porque lo único pecaminoso es el propio guion, un disparate donde cabe todo, mientras que los actores, la ambientación y las maneras directrices son incluso excelentes. Aidan Turner, el protagonista, no parece ese tipo de actor de series menores que no tiene ninguna posibilidad de formar parte del reparto de algo realmente bueno. Del resto del elenco puede decirse lo mismo. Hasta el vestuario está muy bien elegido.

El malo, al final en una producción contemporánea, es conveniente que tenga dos características: ser hombre y ser blanco

A diferencia de Happy Valley (2014-2023), que basa buena parte de su identidad en hacer del espacio inglés algo intensamente reconocible, Sospechoso sigue la estela de las series criminales españolas (malas), en el sentido de que necesita que Londres parezca Chicago o San Francisco. La realización, por tanto, abusa de los planos cenitales sobre trenes elegantes, de las localizaciones tan americanas que podríamos estar en cualquier parte del mundo y de los entornos entre posmodernos y noventeros. En los primeros compases estilísticos, uno diría que el propio David Fincher está dirigiendo la cosa, sin esforzarse mucho, pero con talento incuestionable. El primer episodio es como un Seven (1995) donde no llueve.

¿Quién lo hizo? Después de ver La chica de antes (2022), serie también británica y de mucho meneo narrativo, malicia uno que el malo, al final en una producción contemporánea, es conveniente que tenga dos características: ser hombre y ser blanco. Sospechoso despliega el ya habitual elenco racialmente inclusivo, aunque con mucho acierto en realidad, e incluye un variado catálogo de hombres blancos a los que poder cargarles el muerto, llegado el caso.

Un culpable del que hablar durante el fin de semana

Así, después de medio millón de coincidencias, de haber encontrado ese diario que siempre escriben las chicas que van a ser asesinadas en las series, de descubrir que todos los personajes se han acostado con todos los personajes y de que el número 21 sea la clave resolutiva del delito hasta que se nos ocurra otra cosa, Sospechoso por fin podrá señalar en su desenlace un culpable del que hablar durante el fin de semana.

No es The Night Of (2016), la obra maestra de Steven Zaillian sobre el mismo asunto, pero Sospechoso es la serie ideal para olvidar 24 horas después de que termine, sin sentir demasiada rabia por haber perdido el tiempo.

Si ha seguido usted los cuatro primeros capítulos (de cinco) de Sospechoso, no tendrá otra cosa más importante que hacer este viernes que ver el último, donde por fin sabremos quién mató a la mujer joven y bonita a la que suelen matar en todos los thrillers y series donde matan a alguien en los primeros cinco minutos. Los candidatos al puesto de asesino son: el psicólogo sospechoso del título, pues lleva toda la serie defendiendo su inocencia en contra de las innumerables pruebas acusatorias que los guionistas se van inventando con insolente aleatoriedad; el amigo del psicólogo; la esposa del psicólogo; un paciente del mismo; la propia policía y la propia víctima, que quizá se suicidó, y la práctica totalidad de los secundarios de la trama. Hasta usted mismo puede ser el asesino, si se descuida.

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