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'La chica de antes': esta modesta producción británica es la serie más inquietante del momento
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'La chica de antes': esta modesta producción británica es la serie más inquietante del momento

Producida por la BBC y emitida en España por HBO Max, esta historia no tiene nada que envidiar a la primera temporada de 'Big Little Lies'

Foto: 'La chica de antes' (HBO Max)
'La chica de antes' (HBO Max)

Producida por la BBC con un puñado de actores británicos que parecen todos sacados de la cola de un casting en Los Ángeles para la tercera temporada de 'Big Little Lies', 'La chica de antes' no tiene tanto que envidiar a la primera temporada de Big Little Lies. Hay gente guapa y rica, blusas 'pussybow' por todas partes, casas más grandes que la redacción de un periódico, sexo con dos vueltas de más y una música muy chula. Consta de solo cuatro capítulos y en los dos primeros que hay disponibles en HBO ya se aspira firmemente a la-serie-que-tienes-que-ver si aún sabes divertirte. Todo está muy bien hecho.

En otra punta de este periódico les hablé de 'Tres' (Anagrama), la escalofriante novela del israelí Dror Mishani. 'La chica de antes' comparte con el thriller de Mishani una avasalladora capacidad para ponerte tenso sin que suceda nada. En ambas ficciones hay un hombre que a lo mejor no es el más conveniente para tomar un café, y una puesta en escena de enorme sofisticación, amén de problemas acuciantes de la mujer en nuestro tiempo.

'La chica de antes' trata de una casa milimétricamente diseñada para hacerte feliz, no solo por su belleza “minimalista” (según se repite en la serie quizá con algo de papanatismo), sino por la capacidad de la casa para entender tus emociones y actuar en consecuencia, subiendo un poco la temperatura del agua que sale de la ducha, por ejemplo. Su creador es un arquitecto refinado y tallado en antracita (David Oyelowo) que ofrece la lujosa viviendo a precio por debajo del mercado a cambio de que, literalmente, no cambies ni un cojín de sitio ni lleves allí tus pertenencias. También te hace una entrevista personal donde necesariamente quedas como un imbécil.

Dos mujeres, en los primeros compases de la serie, consiguen acceder a este lujo inmobiliario londinense. Una tiene novio; y ambas arrastran un gran drama personal. No es que vayan a vivir los tres en la mansión minimalista, como veremos enseguida, sino que un magistral montaje paralelo nos hizo creer en los primeros minutos que una competía con la otra por la casa. No les haré más 'spoilers', siendo este mínimo.

Porque, dada la sugerente premisa, los creadores de la serie no se quedarán contentos. Cada doce minutos un nuevo elemento se incorpora a la trama, y al final de estos dos capítulos de la mini-serie tenemos que todo lo que se te puede ocurrir en términos de impacto dramático comparece en la pantalla, y, sin embargo, ni estorba ni se solapa ni resulta excesivo, sino verdaderamente turbador. Sexo, muerte, delito, romance, desdoblamientos, psicopatía, psicoanálisis y muchas, muchas blusas 'pussybow'.

Un bestseller detrás

Por desgracia, detrás de esta serie hay un 'best seller', de modo que quizá deberíamos empezar a leer 'best sellers'. Con título idéntico, 'The girl before', en 2016 apareció la novela de JP Delaney, que cuenta ya con 118 ediciones y que en España publicó Grijalbo. JP Delaney no existe, es el pseudónimo de Anthony Capella, también escritor, pero de novelas donde las chicas se enamoran (' The food of love' es una de sus obras más conocidas bajo su nombre real), no donde son psicológicamente torturadas por una vivienda minimalista. A Capella le ha ido mucho mejor siendo retorcido que siendo tierno, eso no se puede negar.

placeholder 'La chica de antes'
'La chica de antes'

De hecho, la serie tiene un aire a '50 sombras de Grey' muy notable, pues se da por hecho que, donde hay mucho dinero, tiene que surgir el amor de verdad. Sin embargo, la dirección de Lisa Brühlmann es tan precisa, elegante, lenta, que casi podemos definir 'La chica de antes' como las '50 sombras de Grey' de la gente que no quiso ver esa película.

El único pero de esta historia la encontramos en el personaje que interpreta Ben Hardy, o sea, en el novio de una de las inquilinas. Su retrato como hombre tosco, torpe de sentimientos, incapaz de comprender a su novia en lo profundo de su ser (por mucho que trate de cocinar algunas veces) es un vehículo de expresividad feminista realmente terrible. También rechina un poco que todas y cada una de las razas y etnias que existen sobre la faz de la Tierra hayan encontrado milagrosamente un hueco entre el elenco de 'La chica de ayer', ya sea como amiga-pakistaní de una de las protagonistas, sustituta-asiática de otra de las protagonistas o agente inmobiliaria-caucásica que enseña la mansión. Todos los hombres blancos heteros de la serie son malas personas. Si alguien te va a ofrecer cocaína, será sin duda un hombre blanco gordo y feo.

Pero, por una vez, se lo perdonamos.

Porque 'La chica de antes' presenta una trama muy habilidosa, frases de cierto fuste (“Mis casas son exigentes con las personas”), una brillante actuación de Jessica Plummer como Emma, música que no está nada mal, un trauma sexual de lo más maquiavélico y un patrón de ligoteo de inhumanidad superior a Tinder.

Vamos, no le falta de nada.

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Producida por la BBC con un puñado de actores británicos que parecen todos sacados de la cola de un casting en Los Ángeles para la tercera temporada de 'Big Little Lies', 'La chica de antes' no tiene tanto que envidiar a la primera temporada de Big Little Lies. Hay gente guapa y rica, blusas 'pussybow' por todas partes, casas más grandes que la redacción de un periódico, sexo con dos vueltas de más y una música muy chula. Consta de solo cuatro capítulos y en los dos primeros que hay disponibles en HBO ya se aspira firmemente a la-serie-que-tienes-que-ver si aún sabes divertirte. Todo está muy bien hecho.

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