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Vivian Gornick, la gran escritora actual de EEUU: "Los hombres nunca creyeron en el amor"
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Entrevista

Vivian Gornick, la gran escritora actual de EEUU: "Los hombres nunca creyeron en el amor"

Es una de las grandes autoras feministas estadounidenses y ha conseguido un gran número de lectoras en España con ensayos como 'Apegos feroces', 'Cuentas pendientes' o el último publicado en español, 'El fin de la novela de amor'

Foto: La escritora estadounidense Vivian Gornick. (Josh Libathike)
La escritora estadounidense Vivian Gornick. (Josh Libathike)

Hasta hace cinco años, la figura de Vivian Gornick (EEUU, 1935) apenas era conocida en España. El #metoo y el ensayo Apegos feroces (Sexto Piso), en el que narraba sus experiencias personales en clave feminista a partir de la relación con su madre, lo cambió todo. El libro entró en la lista de los más vendidos y Gornick se convirtió también en un referente en nuestro país.

Sin embargo, la trayectoria de la escritora era larga. Nacida en El Bronx e hija de judíos socialistas, había sido una militante del feminismo de los setenta que clamaba por la liberación de la mujer, su independencia y derechos como el aborto. En esos años escribió sus primeros libros y empezó a trabajar en periódicos de línea progresista como The New York Times, The Nation y The Atlantic.

placeholder 'El fin de la novela de amor', de Vivian Gornick. (Cedido)
'El fin de la novela de amor', de Vivian Gornick. (Cedido)

En España, además del libro que la llevó a la fama, también podemos leer La mujer singular y la ciudad, Mirarse de frente, Cuentas pendientes, y el más reciente si bien el original es de 1997, El fin de la novela de amortodos en Sexto Piso— en el que reflexiona sobre la muerte del mito del amor romántico a partir de la lectura de distintos libros. Sobre él y los recientes acontecimientos en su país habla con El Confidencial desde su casa de Nueva York a través de zoom.

PREGUNTA. En 1997 publicó El fin de la novela de amor, aunque ha llegado ahora a España. ¿Sigue defendiendo esa tesis que dice que la creencia en el amor romántico como salvador ha muerto?

RESPUESTA. Sin duda, porque lo que se observa en el libro es que esto fue un cambio cultural permanente, no fue un cambio transitorio ni existe la posibilidad de ir hacia atrás. La metáfora del amor romántico como una especie de panacea en la vinculación afectiva cambió. Quizá era algo que estaba más estudiado en el ámbito anglosajón porque parece que en el mundo hispanoparlante todavía causa cierta impresión disruptiva esa tesis, pero sí, sucedió y fue una transformación definitiva.

P. ¿En qué momento, como la naturaleza y luego Dios, murió la creencia en que el amor nos salvaría?

R. Lo que sucedió fue que las mujeres empezamos a tener experiencias que dinamitaron esa noción. Antes era imposible divorciarse, la mayoría de las mujeres llegaban vírgenes al matrimonio, el sexo fuera del matrimonio era algo increíblemente mal visto… pero cuando esas estructuras se fueron abriendo y las mujeres se enfrentaron a otro de posibilidades de habitar sus propias vidas, esta idea de que una gran pasión era lo único que podía dar sentido a tu vida se fue perdiendo.

"El fin de la idea del amor romántico también puede llegar a traer condiciones de vida más difíciles para las mujeres"

P. Tengo la sensación de que esto ha sido diferente para los hombres y las mujeres. Es más, creo que son las mujeres las que han rechazado esa idea de amor romántico más que los hombres, no sé si por seguridad o por qué.

R. Los hombres tenían esa expectativa, pero en la práctica nunca lo hacían, o sea nunca tenían esa devoción a la idea del amor romántico, era una cuestión de apariencias. Es muy interesante, sin embargo, lo que planteas. Para los hombres ha sido difícil aceptar la transformación en materia de vinculación de género. Muy pocos hombres ven la liberación de las mujeres como una forma de liberación para ellos y de estas estructuras y de estas formas. Existen hombres que lo entienden así, pero la mayoría no. De todas formas, son procesos que necesitan mucho tiempo y este proceso en el que la convivencia entre hombres y mujeres esté en equilibrio y sin sesgos brutales de género puede durar cien años.

P. Le decía lo de antes porque como las mujeres han cambiado y no tanto los hombres, ¿esto no ha perjudicado al final a las mujeres? Sí, más independientes y libres, pero tampoco sé si más felices.

R. Estamos viviendo varias generaciones de transición en los procesos de vinculación afectiva. Yo recuerdo que la mayoría de las mujeres que estaban casadas cuando yo era joven eran absolutamente infelices. En este sentido, los procesos de liberación de las mujeres sin duda han traído posibilidades más abiertas y un entorno mejor. De todas formas, lo que estás diciendo es muy cierto, así que sí, esto puede llegar a traer condiciones de vida más difíciles para las mujeres. La idea del amor romántico significaba también una idea de seguridad y ese sentido de seguridad también era muy importante cuando el mundo no presentaba tantas posibilidades de desarrollo personal para las mujeres. En tanto que las mujeres empiezan a necesitar menos esa seguridad, porque el mundo les ofrece la posibilidad de desarrollarse, esa idea pierde peso y valor. Cuando yo estaba creciendo, una mujer soltera era una tragedia, ahora no lo es de ninguna manera. Yo llevo una vida así y otras millones de mujeres como yo que tenemos una posibilidad de realización profesional, social y afectiva sin un condicionamiento social que lo impida. No obstante, sin duda sí, el proceso de transición implica que ideas vestigiales del modelo anterior sigan operando en las personas. Los cambios no son de inmediato, en el camino se van quedando sedimentos de la cultura anterior y por eso hay hombres y mujeres que todavía se ven influidos por ese tipo de dogmas.

placeholder La escritora Vivian Gornick. (Mitchell Bach)
La escritora Vivian Gornick. (Mitchell Bach)

P. Otro de sus libros que se ha publicado de forma reciente en español es Cuentas pendientes en el que señala cómo cambia nuestra perspectiva sobre los libros que leemos según pasa el tiempo. Es decir, no te llama la atención lo mismo a los 20 que a los 40 o los 60 años. En este sentido, ¿revisaría lo que subrayó y defendió en el movimiento feminista en los años setenta? Es decir, ¿pondría el acento en otras cosas?

R. Las ideas me siguen apareciendo absolutamente vigentes en todos los sentidos. Todo por lo que milité entonces lo creo fervientemente ahora e incluso más.

P. ¿Y cómo está de satisfecha con lo conseguido?

R. Satisfecha no estoy porque nadie puede estar satisfecho con la desigualdad que sigue existiendo. Pero sí me sorprende y me emociona darme cuenta de todo lo que conseguimos. Tú y yo no estaríamos conversando sobre estos temas si no hubiera sido por todos estos movimientos que ocurrieron hace 30 o 40 años. Pero a la vez todo el movimiento del #metoo nos ha hecho darnos cuenta de que sigue siendo un problema muy dramático para muchas personas. A mí me sorprendió mucho el volumen de testimonios que hablaban de la existencia de acoso sexual en los ambientes de trabajo. Me sorprendió que eso siguiera existiendo y fuera tan común. Y eso me ha permitido ver que los procesos históricos son muy lentos. Pero tampoco podemos soslayar que los logros han sido muchísimos. La transformación en la conversación y en los espacios para las mujeres han cambiado radicalmente.

P. Y, sin embargo, estamos viendo una regresión en los derechos de las mujeres con la abolición del aborto en EEUU. ¿Le preocupa?

R. Por una parte sí, porque fue un shock y un motivo de alarma muy grande que la Corte Suprema derogara la sentencia Roe vs. Wade. Pero a la vez fue una ocasión para ver cómo el electorado femenino está mucho más politizado y unido que hace treinta o cuarenta años. Las organizaciones proaborto se movilizaron inmediatamente y de maneras muy efectivas que hubieran sido muy distintas hace 30, 40 años. Es decir, si bien se derogó en el ámbito federal la ley, muchos de los estados vieron una presión específica de organizaciones de mujeres que estaban conteniendo que se derogaran esos derechos. Así que sí, existirán siempre inercias conservadoras para reaccionar, pero hay un avance en la capacidad organización en el segmento de las mujeres que hace que la contención sea inmediata, y este es un motivo alentador. También nos hemos dado cuenta de que ya no son tan efectivos estos mecanismos de propaganda tan hegemónicos. Se pronosticaba que en las elecciones de ahora los republicanos iban a arrasar y no sucedió en gran parte por el tema del aborto.

"Se pronosticaba que en las elecciones de ahora los republicanos iban a arrasar y no sucedió en gran parte por el tema del aborto"

P. Precisamente, los analistas hablan del voto de las mujeres como freno de los republicanos.

R. Fue igualmente sorprendente que se derogara la ley del aborto como la respuesta. Hay muchísimas mujeres activistas que literalmente han dado sus vidas por proteger los derechos alrededor del aborto, pero yo no esperaba la movilización enorme de mujeres que hubo tras la derogación. Y eran mujeres que venían de lugares tan conservadores como los estados del sur e incluso de la militancia republicana. La Corte Suprema fue políticamente muy obtusa, porque no entendió hasta dónde habían penetrado los derechos alrededor del aborto en la sociedad, de una manera transversal y en poblaciones donde menos lo esperaría una, como son en las que triunfan los republicanos. Así que sí, sin duda las mujeres jugaron un papel central en el resultado electoral.

P. Es muy interesante esto que dice sobre la unión de las mujeres. ¿Ha encontrado el trumpismo en el movimiento feminista a su verdadero rival?

R. Es difícil porque en las elecciones confluyen múltiples variables, sobre todo en un país tan complejo y polarizado como EEUU. Pero creo que si observamos cómo las ideas feministas han contribuido a politizar a un grupo de mujeres que quizá no tenían una militancia política muy específica y esas mismas mujeres se identifican muy mayoritariamente con ideas progresistas eso sin duda sí parece ser un precedente muy alentador de cara a las siguientes elecciones. Sin embargo, los prejuicios en materia de género en las cúpulas de poder de Washington siguen siendo gigantescos, incluso más grandes que las fobias que suscita el racismo. Ahí está el caso de Hillary Clinton frente a un candidato como Donald Trump. Las fuerzas del sexismo de este país fueron tan grandes que perdió las elecciones. Pero, en fin, es verdad que lo que sucedió ahora es un signo muy contundente de la influencia política que puede tener esta nueva generación de mujeres jóvenes politizadas alrededor del feminismo.

placeholder Gornick, en su última visita a Madrid en 2018. (EFE)
Gornick, en su última visita a Madrid en 2018. (EFE)

P. ¿Está EEUU lejos de una presidenta? Es cierto que, unos cuantos años después de Hillary Clinton, todavía se dice que contra candidatos como Trump o Ron DeSantis, el Partido Demócrata tiene que colocar a un hombre blanco, heterosexual y con cierta edad como Joe Biden si quiere sacar un buen resultado.

R. Es muy difícil pronosticar qué podría suceder, pero por ejemplo el caso de Obama fue una demostración muy clara de que un cambio en las estructuras de poder político no se traduce necesariamente en un cambio en las minorías a las que puede representar la persona que llega al poder. Con Obama no vimos atenuarse el racismo o cerrarse la brecha de desigualdad económica entre las poblaciones blancas y las de color. Yo creo que el cambio social se hace de personas a personas y lo que modifica un paisaje social es un cambio en las disposiciones sensibles y eso son cosas que dependen más de un trabajo de día a día que de la volatilidad de la arena política. Las marchas, las protestas, el activismo, el trabajo de base social… todo eso no depende del azar sino de un trabajo consistente día a día donde se van conquistando espacios y ganando adeptos. La arena política es impredecible. Así que si bien hay que seguir buscando la representación en esos espacios, es el trabajo consistente y cotidiano el que acerca más las posibilidades de transformación social.

Hasta hace cinco años, la figura de Vivian Gornick (EEUU, 1935) apenas era conocida en España. El #metoo y el ensayo Apegos feroces (Sexto Piso), en el que narraba sus experiencias personales en clave feminista a partir de la relación con su madre, lo cambió todo. El libro entró en la lista de los más vendidos y Gornick se convirtió también en un referente en nuestro país.

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