Los mecenas brasileños Steinbruch despliegan su imponente colección privada en el Reina Sofía

Hace 33 años que los empresarios brasileños Ricardo y Susana Steinbruch se dedican al coleccionismo de arte contemporáneo teniendo en su haber ya más de mil obras. Y hace una década que estos mecenas -en septiembre el Gobierno les concedió la nacionalidad española- tienen en el museo Reina Sofía su casa, siendo ambos patronos de la pinacoteca y con decenas de piezas dejadas en depósito (36) y en préstamo (19), además de otras siete donadas a la Fundación Museo Reina Sofía. En la colección permanente del centro artístico ya hay una treintena de obras suyas expuestas. No extraña, por tanto, que el museo haya confeccionado una exposición ex profeso que se inaugura mañana y que muestra por primera vez en conjunto un 10% de lo que han atesorado durante todo este tiempo y que tiene dos pilares básicos que se enlazan: el arte brasileño y el de Europa del Este a partir de los noventa.

No obstante, no es habitual una muestra de una colección privada en un museo público. Sin embargo, como aseguró ayer el director del Reina Sofía, Manuel Borja-Villel, también comisario de la exposición, “tampoco es una novedad. Ya se hizo con la de [la coleccionista y filántropa] Patricia Cisneros y se hacía mucho en los primeros años del museo”. Y, según él, queda justificada cuando “tiene un sentido y aporta una lectura”.

Empresarios con amor al arte

La pasión de los Steinbruch por el arte viene de familia. Dedicados al empresariado industrial -Ricardo está al frente de la multinacional Vicunha Textil- así lo contaba ayer Susana, que hacía referencia a su abuelo paterno, uno de los fundadores de la Bienal de Venecia, a sus primos artistas y, sobre todo, a su tío, Adolfo Leirner -ese era su apellido antes de casarse-, que posee una de las colecciones de arte más importantes del mundo. “Esa colección fue una lección para mi mirada”, contó la mecenas, quien relató asimismo que ahí fue cuando se dio cuenta de que “no podía vivir sin arte”.

Al casarse con Ricardo Steinbruch este ya tenía piezas, aunque eran más bien de arte moderno, mientras que el gusto de ella iba más por el contemporáneo. Entre los dos comenzaron a comprar más. “Al principio, Ricardo no quería entrar en esto y nunca pensamos en construir una colección. Pero después de algunos años, pensé, ¿qué hacemos con todo esto?”, afirmó. Y parte de ella acabó en el Reina Sofía (en depósito y en préstamo), si bien también afirmaron que no saben si la dejarán finalmente en España.

Afinidades políticas

¿Y qué tipo de obras poseen los Steinbruch y se pueden observar en la exposición ‘Un acto de ver que se despliega’? Como contaba ayer Borja-Villel, destacan tres aspectos, uno de ellos el arte brasileño, el otro el arte de Europa del Este y el tercero de ellos, más abstracto, ya que se refiere al elemento íntimo y prediscursivo que tiene la colección. Hay instalaciones, objetos, collages, pintura y fotografía.

Se abre la muestra con una instalación de la brasileña Fernanda Gomes, muy conocida en su país, pero no tanto en España. Son objetos cotidianos que “acumulan vestigios de situaciones, emociones y afectos”, según la nota del museo. La muestra sigue con la confluencia entre las tendencias neoconcretas brasileñas y el anti arte de la antigua Yugoslavia. Se puede ver obra que parte de los contextos políticos y sociales que se dieron en los sesenta y setenta en Brasil, Argentina, Rumanía o la antigua Yugoslavia como por ejemplo las botellas de Coca-Cola y los billetes de Cildo Meireles o las patatas de Víctor Grippo. También en esta sala se encuentra el puzle con figuras emblemáticas de América Latina de Regina Silveira o la histórica imagen del mariscal Tito saludando desde el coche en Zagreb y alterada por la artista Sanja Ivecovic.

Otro de los espacios está dedicado al vietnamita Danh Vo y muestra su reflexión poscolonial; le sigue Jonathan de Andrade, que habla también del colonialismo a través de la preparación del dulce ‘nego bom’, del que destaca las connotaciones racistas del propio término (literalmente significa “negro bueno”) dentro de la cultura brasileña. Otros dos artistas importantes son Hudinilson Jr. y Leonilson que dialogan a partir de la condición seropositiva de sus cuerpos. La exposición se cierra con la obra de artistas como Mangelos, Stilinovic y un espacio monográfico dedicado al suizo Mira Schendel.

“Se establecen una serie de afinidades poéticas [entre Latinoamérica y el Este de Europa] que nos hacen entender que había relaciones políticas e históricas que han desaparecido de la historia oficial”, explicó hoy Borja-Villel sobre una exposición que, no obstante, no es de las más sencillas que ha mostrado el museo.