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Lucia Etxebarria, autora de 'El Quijote': ¿adicta al plagio o genio incomprendido?
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Lucia Etxebarria, autora de 'El Quijote': ¿adicta al plagio o genio incomprendido?

Lo ocurrido esta semana con la retirada de un artículo de El Periódico que "contenía numerosos pasajes coincidentes con otro del psicólogo Nahum Montagud Rubio" lleva el asunto a un nivel desconocido

Foto: Lucia Etxebarria (Cuatro)
Lucia Etxebarria (Cuatro)

Un oscuro escritor simbolista francés de los albores del siglo XX se impuso una tarea heroica, inmensa, imposible, pero el inconcluso resultado quedó para la posteridad como uno de los empeños literarios más ambiciosos y originales que puedan imaginarse. Un empeño 'quijotesco', literalmente. Porque lo que intentó el estrafalario Pierre Menard fue escribir otra vez 'El Quijote', de Miguel de Cervantes. ¿Escribir una secuela, quizás, nuevas aventuras y desventuras del Caballero de la Triste Figura? No, por Dios, eso es algo menor. El proyecto consistía en escribir nuevamente, estampa tras estampa, línea a línea, palabra por palabra, coma a coma, la novela inmortal del genio de Alcalá de Henares. Pero sin copiarlo. Dudó si proceder a vivir una vida como Cervantes para meterse, digamos, en su cabeza. Conocer bien el español, recuperar la fe católica, guerrear contra el turco, olvidar la historia de los últimos tres siglos. Lo descartó por ser demasiado fácil (¿?). No, Pierre Menard quería escribir 'El Quijote' sin dejar de ser Pierre Menard. A su muerte sólo había logrado redactar los capítulos noveno y trigésimo octavo de la primera parte y un fragmento del capítulo veintidós.

"El fragmentario Quijote de Menard es más sutil que el de Cervantes. Este de un modo burdo, opone a las ficciones caballerescas, la pobre realidad provinciana de su país: Menard elige como 'realidad' la tierra de Carmen durante el siglo de Lepanto y Lope. ¡Qué españoladas no habría aconsejado esa elección a Maurice Barrès o al doctor Rodríguez Larreta! Menard, con toda naturalidad, las elude. En su obra no hay gitanerías ni conquistadores ni místicos ni Felipe II ni autos de fe. Desatiende o proscribe el color local. Ese desdén indica un sentido nuevo de la novela histórica. Ese desdén condena a 'Salammbo', inapelablemente".

El lector avezado ya sabrá que Pierre Menard nunca existió, que se trata de un fantasma nacido de la imaginación del escritor argentino Jorge Luis Borges, quien obsesionado por los espejos, los dobles y los precursores literarios ejecutó en el relato 'Pierre Menard, autor de El Quijote' (Ficciones, 1944), una genial y muy divertida enésima vuelta de tuerca a la célebre afirmación de Eugenio D'Ors: "Lo que no es tradición, es plagio". Las últimas denuncias acerca de los nuevos plagios que se habría marcado la escritora Lucia Etxebarria en sus artículos El Periodico y que el medio habría tenido que retirar -denuncias que se suman a otras muchas anteriores sobre su presunta hiperactividad plagiaria- abren un umbral a lo desconocido: ¿nos encontramos ante una adicta al plagio o frente a un genio incomprendido?

placeholder Argentine Author, Jorge Luis Borges, 21st October 1977 (Photo by Sophie Bassouls/Sygma via Getty Images)
Argentine Author, Jorge Luis Borges, 21st October 1977 (Photo by Sophie Bassouls/Sygma via Getty Images)

El pasado año documentaba Carlos Prieto en este periódico la interminable serie de plagios de los que había sido acusada Lucia Etxebarria, la mayoría desvelados, como los recientes de El Periódico, por usuarios de Twitter. Por ejemplo, su ensayo 'Liquidación por derribo' contenía decenas de párrafos sin entrecomillar de otros autores. Otro libro suyo, 'Mujeres extraordinarias: una historia de mentiras', incorporaba frases textuales sin entrecomillar de José Madrid, periodista de El Confidencial. Pero lo ocurrido esta semana con la retirada de un artículo de El Periódico, donde la escritora publicaba habitualmente sus columnas tras advertirse en Twitter que "contenía numerosos pasajes coincidentes con un artículo del psicólogo Nahum Montagud Rubio" ya lleva el asunto a un nivel desconocido. Después se ha comprobado que también los artículos anteriores en el mismo medio eran copias más o menos parciales de otros autores.

Etxebarria se ha defendido, ejem, a su manera. En la anterior ronda de plagios pescados aseguró que no era casualidad que todo aquello saliera a la luz cuando ella acababa de mostrar su oposición a la llamada 'ley trans', contra la que se ha mostrado muy beligerante, y recientemente apoyó a la ex dirigente de Vox, Macarena Olona, tras el escrache que sufrió en Granada. En esta ocasión, tras la retirada de su columna de El Periódico, ha difundido un comunicado por Twitter en el que asegura que "todo el sector [de la psicología] adopta términos yo clasificaciones que, evidentemente, tienen su origen en un autor concreto, sin que por ello tenga que hacerse siempre referencia a la citada autoría" y denuncia además que ha tenido que ir al psiquiatra y medicarse ante la avalancha de acusaciones recibidas.

Pero la ferocidad plagiaria de la premio Planeta y autora de 'Beatriz y los cuerpos celestes' resulta tan excepcional que debiéramos imaginar conjeturas acordes con el tamaño de sus hazañas copistas. ¿Y si Lucia Etxebarria está desarrollando un proyecto literario experimental apropiacionista para cuestionar las formas esclerotizadas de trasmisión del saber moderno? ¿Acaso no nos enseñó el posestructuralismo que la adaptación de textos ajenos tras la disipación benjaminiana del aura de la obra artística en la época de su reproductibilidad técnica es tan legítima como necesaria? Si Duchamp recombinaba todo tipo de elementos previos en sus ready-mades, ¿por qué no puede hacerlo también la escritora valenciana afincada en Madrid? A fin de cuentas, como escribió aquí Jimina Sabadú, últimamente muchos andan "demasiado ocupados para escribir lo que firman". Y no olvidemos lo más importante: "Cuando en el mundo aparece un verdadero genio, puede identificársele por este signo: todos los necios se conjuran contra él".

Un oscuro escritor simbolista francés de los albores del siglo XX se impuso una tarea heroica, inmensa, imposible, pero el inconcluso resultado quedó para la posteridad como uno de los empeños literarios más ambiciosos y originales que puedan imaginarse. Un empeño 'quijotesco', literalmente. Porque lo que intentó el estrafalario Pierre Menard fue escribir otra vez 'El Quijote', de Miguel de Cervantes. ¿Escribir una secuela, quizás, nuevas aventuras y desventuras del Caballero de la Triste Figura? No, por Dios, eso es algo menor. El proyecto consistía en escribir nuevamente, estampa tras estampa, línea a línea, palabra por palabra, coma a coma, la novela inmortal del genio de Alcalá de Henares. Pero sin copiarlo. Dudó si proceder a vivir una vida como Cervantes para meterse, digamos, en su cabeza. Conocer bien el español, recuperar la fe católica, guerrear contra el turco, olvidar la historia de los últimos tres siglos. Lo descartó por ser demasiado fácil (¿?). No, Pierre Menard quería escribir 'El Quijote' sin dejar de ser Pierre Menard. A su muerte sólo había logrado redactar los capítulos noveno y trigésimo octavo de la primera parte y un fragmento del capítulo veintidós.

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