Nebrija, el humanista, mujeriego y bebedor que elaboró la primera Gramática del español
Recordado por su 'Gramática' de 1492, participó en otros muchos proyectos siempre ligados a su ambición de conocimiento: desde un manual para poner en hora un reloj de sol hasta la Biblia Políglota Complutense
Se desconoce cuándo nació. Todo son especulaciones al respecto, aunque rondan el 1444. Sí se sabe la fecha de su muerte: el 2 de julio de 1522. Durante esas casi ocho décadas de vida estableció los pilares del humanismo español y fue el primer autor de una gramática castellana. Elio Antonio de Lebrija, localidad del bajo Guadalquivir en la que nació, también fue el primero en introducir palabras amerindias en los glosarios que editó y se adelantó cientos de años a lo que hoy conocemos como “derechos de autor”, por entonces “privilegios de impresión”. Incluso llegó a superar un proceso inquisitorial. Toda una vida de trabajo intelectual e investigación en diversas parcelas del conocimiento que en este V centenario de su muerte desgranan diversos expertos sobre este personaje tan desconocido él como reconocida su Gramática.
Darío Villanueva, antiguo director de la Real Academia de España (RAE) y presidente del Patronato de la Universidad de Nebrija apunta algunos aspectos del carácter del literato: “Era un hombre orgulloso, recio, pero buen diplomático (llegó a ser cronista del Reino), sumamente laborioso y resiliente ante las adversidades. Hay testimonios de su admiración hacia el género femenino, él mismo justificó el abandono de su prometedora carrera eclesiástica a la concupiscencia que lo llevó al matrimonio”. Pero esos no fueron los únicos vicios en la vida de Nebrija, pues también es conocido que, en Alcalá de Henares, el cardenal Cisneros le aconsejaba a su esposa que no le facilitase el acceso al vino durante el día, apuntilla el académico.
Era orgulloso, recio, buen diplomático, laborioso y resiliente ante las adversidades
La vida de Nebrija, asimismo, siempre estuvo ligada a la imprenta. Nació en 1444, la misma década en la que el invento que revolucionaría el conocimiento a nivel mundial empezaba en Maguncia. En 1465 la imprenta llegó a Italia, igual que él a Bolonia, y cuando regresó a España, en 1470, tan solo quedaba un año para que se instalara en el país la primera imprenta. “Él fue el primero en utilizar al máximo este nuevo instrumento para difundir sus ideas y saberes y para obtener compensación económica por ello”, añade Villanueva.
Diego Moldes, director de Relaciones Institucionales de la Fundación Nebrija, sostiene que “se cree que fue la segunda persona en el mundo y el primero en la península ibérica en reclamar para sí mismo derechos de impresión”, que fueron autorizados por Fernando el Católico en la década de 1490.
Las otras obras de Nebrija
Más allá de su célebre Gramática publicada en 1492, pionera en recoger una lengua vernácula derivada del latín, el mayor éxito de ventas lo cosechó con sus “Introductiones Latinae”, publicadas en 1481 en Salamanca. “Ese librito contó con más de 200 ediciones y llegó a países de toda Europa, como Italia, Francia, Alemania y Países Bajos”, expresa Moldes. Este es solo uno de sus textos orientados a alfabetizar a la población en un momento en el que el 95% de la misma no sabía leer y escribir y el conocimiento se reducía a los monasterios.
“Pero también el lebrijano fue un paladín contra la incultura y la ignorancia que denunciaba como característica de su tiempo, y en nuestra época se da también un empoderamiento de la ignorancia y la idiocia”, compara Villanueva con la actualidad. Una realidad que el humanista quería cambiar con alegatos como el formulado en su libro latino “Apologia”, en el que defiende a ultranza la libertad de pensamiento y expresión, fundamentada en la defensa de la verdad.
Quiso cambiar la realidad con alegatos como el formulado en su libro 'Apologia'
Teresa Jiménez, catedrática de Filología Latina en la Universidad de Alcalá (UAH) y comisaria de la próxima exposición que acogerá la Biblioteca Nacional de España (BNE), remarca otras dos obras “que sorprenden por la modernidad de su concepción”, como los diccionarios bilingües latín-español, también de 1492 y español-latín, de 1494. “Como dijo en una ocasión, la lengua se compone siempre de materia (las palabras) y forma (las estructuras lingüísticas o sintaxis). Nebrija trabajó como gramático en esas dos esferas”, agrega la docente universitaria, quien añade que el intelectual “siempre fue capaz de levantar la vista de los libros para contrastar lo que en ellos leía con la realidad circundante”.
Ganó a la Inquisición
Las ansias de conocimiento de Nebrija le llevaron hasta cotas inusitadas que le pudieron hacer perder la vida en la hoguera inquisitorial. “Al final de su vida se dedica a poner la lupa sobre la traducción que San Jerónimo había hecho de la Biblia al idioma latino mil años antes de su época. Aunque se ha demostrado después que estaba en lo cierto, tuvo que enfrentar un proceso inquisitorial”, explica José Antonio Millán, autor de
Al final, el cardenal Cisneros sustituyó al inquisidor mayor que había arremetido contra Nebrija. Así, el principal promotor de la Biblia Políglota Complutense libró a su colega de la quema de sus libros y la prohibición de impartir docencia. “Para Nebrija corregir los errores de la Vulgata no era enmendarle la plana al Espíritu Santo, de lo que llegó a acusársele ante el Santo Oficio”, agrega Villanueva. Además, Nebrija también colaboró en la redacción de los Estatutos de la recién inaugurada Universidad de Alcalá, cuyo fundador fue el propio cardenal.
Corregir los errores de la Vulgata no era enmendarle la plana al Espíritu Santo
Cisneros, por su parte, fue confesor de la reina Isabel la Católica, quien también tuvo una estrecha relación con Nebrija. El humanista, de hecho, le dedicó su célebre Gramática. “La reina le pidió además que tradujese su gramática latina al castellano para facilitar que las monjas pudieran aprender latín (1488). De esa manera, ellas mismas podrían acceder a los textos esenciales de la religión cristiana sin necesidad de que un sacerdote tuviera que leérselos y explicárselos”, completa Jiménez.
Su modernidad inunda las ciencias
Millán, a su vez, remarca la rareza acometida por el intelectual lebrijano al centrarse en el castellano en una época en la que la cultura se transmitía en latín, pero la filología tan solo era uno de los campos en los que se movía: “Tenía mucho interés por la astrología y astronomía, e incluso escribió una obrita sobre cómo poner en hora un reloj de sol. También hizo incursiones por la historia y estudió la exactitud de las medidas romanas. Era una mezcla curiosa entre intereses muy específicos y teóricos, pero también prácticos”, desarrolla.
Hizo incursiones por la historia y estudió la exactitud de las medidas romanas
De este modo, su curiosidad universal le hizo ser uno de los mayores y principales humanistas de España, siguiendo la estela de sus homólogos italianos. “En la obra de Nebrija late un espíritu absolutamente moderno, de cuestionamiento de las cosas, lo que luego creará la revolución científica”, refleja Moldes, que también es el coordinador de las actividades por el V centenario de la muerte del personaje. Él mismo incide en que Nebrija publicó textos vinculados a la medicina, el derecho, la teología y la astrología: “Si la lengua rige el pensamiento, ella es la soberana sobre las demás ciencias”.
Dudas en la Gramática
María José Rucio es la jefa del Servicio de manuscritos e incunables de la BNE. Ella conoce bien ese proceso de transición con la llegada de la imprenta y el nacimiento de los privilegios de impresión que exigió, y consiguió, el propio Nebrija: “Favorecieron que se regulara qué impresores podían reproducir las obras de mayor éxito. De hecho, el privilegio español condiciona mucho el desarrollo de la imprenta”. La BNE conserva dos ejemplares de la obra culmen de Nebrija de 1492, y uno de ellos con una curiosidad. Tal y como explica Rucio, “la primera palabra, cuando, tiene dibujado en el mismo hueco para la primera letra una C y una Q. Es anecdótico que en una gramática esa sea la primera palabra y haya dudas en cómo escribirla”.
La escasa acogida entre el público de las Gramáticas castellana contrastó con el éxito de sus 'Introductiones Latinae'. “La reina Isabel no apoyó demasiado la Gramática castellana porque no entendía que una lengua hablada, del pueblo, tuviera que fijarse con normas, así que no se reimprimió hasta el siglo XVIII”, explica la experta de la BNE.
De todas formas, no siempre se puso en valor su obra, incluso se ha tergiversado su pensamiento. A tenor de lo explicitado por Villanueva, “a partir de la frase del prólogo de su gramática castellana dirigido a la reina Isabel la lengua siempre fue compañera del imperio se lo quiso presentar como el ideólogo del imperialismo lingüístico español en América”. En cambio, la realidad fue muy distinta. La labor de Nebrija y la primera gramática de una lengua vulgar como el castellano favoreció la proliferación de obras similares sobre las lenguas amerindias. “No fue el ideólogo de la lengua del imperio, sino el patriarca del imperio de las lenguas”, concluye el presidente del Patronato de la Universidad Nebrija.
Se desconoce cuándo nació. Todo son especulaciones al respecto, aunque rondan el 1444. Sí se sabe la fecha de su muerte: el 2 de julio de 1522. Durante esas casi ocho décadas de vida estableció los pilares del humanismo español y fue el primer autor de una gramática castellana. Elio Antonio de Lebrija, localidad del bajo Guadalquivir en la que nació, también fue el primero en introducir palabras amerindias en los glosarios que editó y se adelantó cientos de años a lo que hoy conocemos como “derechos de autor”, por entonces “privilegios de impresión”. Incluso llegó a superar un proceso inquisitorial. Toda una vida de trabajo intelectual e investigación en diversas parcelas del conocimiento que en este V centenario de su muerte desgranan diversos expertos sobre este personaje tan desconocido él como reconocida su Gramática.