Encuentran el primer diccionario de castellano de la historia
Encuentran por casualidad dos hojas de un importante incunable: el primer diccionario del castellano; escrito mucho antes que el de Nebrija
Las dos hojas aparecieron en la Universidad de Pricenton (Estados Unidos). Estaban metidas en un ejemplar de un libro de 1515, pero no pertenecían a él. Se trataba de una lista de palabras, un diccionario, que curiosamente no era solo latín: recogía entradas en castellano. Estaba dedicado a Isabel La Católica, a la que denominaba reina “de Castilla y León, Aragón, Sicilia y Granada”. O sea, que ya se había tomado el reino nazarí. Estaría impreso entre 1492 y 1493, mucho antes que el famoso diccionario de Nebrija.
No es casual que el primer diccionario estuviera dedicado a la Reina Isabel. El propio Nebrija hablaba de cómo “siempre la lengua fue compañera del Imperio” y cómo la regente financió la cultura en todos los territorios que adhería a la Corona. Pero las dos hojas encontradas en Princenton planteaban muchas dudas a su descubridora, la investigadora Cinthia María Hamlin, especialista en Literatura Medieval de Secrit-CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas de Argentina).
El texto encontrado, incluso la dedicación real, no coincidía con ningún diccionario español conocido impreso durante el siglo XV o principios del XVI. Era sin duda un incunable (así se definen los textos producidos desde la invención de la imprenta por Gutenberg hasta 1501). Contenía un total de 77 palabras en español, con una breve definición al lado y, además, ocasionalmente se citaba pasajes de la obra de Virgilio.
De dónde salieron las dos hojas
La investigadora ha declarado, según recoge la propia web de CONICET, que, “tras una labor casi detectivesca”, detectaron que el autor podría ser Alfonso de Palencia. Las hojas debieron salir de la imprenta sevillana de Meinhard Ungut und Stanislaus Polunus, en 1492 (justo después de la toma de Granada). La tarea no fue sencilla: “Hay que tener en cuenta que los tipos móviles —las letras de molde— se rehacían cada dos o tres años, porque se gastaban rápidamente, y eran artesanales, por lo que cada fundición era distinta”, ha explicado la investigadora.
Después, consiguieron identificar que las letras correspondían con un texto del siglo XV que permanecía anónimo y sin título en un manuscrito de El Escorial, en España, anterior a la impresión del famoso vocabulario de Nebrija.
No solo es un descubrimiento lingüístico, sino también geopolítico. Explica la expansión del castellano de la mano de los Reyes Católicos en detrimento de otras de las lenguas que se hablan en la península ibérica: “Que en Latinoamérica nuestra lengua sea hoy el castellano y no, por ejemplo, el aragonés o el catalán, es en parte resultado de las políticas lingüísticas que comenzaron a gestarse a finales del siglo XV”, ha asegurado Hamlin.
Quién fue Alfonso de Palencia
Este humanista nació en 1424 en la población soriana de Burgo de Osma y se convirtió en el cronista del rey Enrique IV, el denominado “el Impotente”, el hermano de la reina Isabel. Para determinar su autoría en esta obra es clave la fecha de su muerte: 1492, poco tiempo después de la conquista de Granada.
Por eso, según la investigadora, este manuscrito sin terminar pudo llegar a la imprenta, aunque tampoco se puede descartar que antes haya circulado como libro y el resto de sus partes se encuentren perdidas. Eso sí, descartan que los folios encontrados sean una simple prueba de imprenta, ya que uno aparece incluso impreso a doble cara. Esta técnica era muy complicada para la época y solo se hacía para las versiones con las que se armaban cuadernillos, que luego componían libros.
Las dos hojas aparecieron en la Universidad de Pricenton (Estados Unidos). Estaban metidas en un ejemplar de un libro de 1515, pero no pertenecían a él. Se trataba de una lista de palabras, un diccionario, que curiosamente no era solo latín: recogía entradas en castellano. Estaba dedicado a Isabel La Católica, a la que denominaba reina “de Castilla y León, Aragón, Sicilia y Granada”. O sea, que ya se había tomado el reino nazarí. Estaría impreso entre 1492 y 1493, mucho antes que el famoso diccionario de Nebrija.