"EL MDMA hoy contiene más droga que nunca": Energy Control, 25 años mirando lo que te metes
Esta organización nacida en 1997 se basa en la llamada "reducción de riesgos y daños", ofreciendo información y análisis de sustancias en lugares de consumo (discotecas, raves) para quienes quieren tomarlas
"Estés donde estés, estudies lo que estudies, hagas lo que hagas: a tope sin drogas". Se trata de un eslogan de 1999, difundido por el Ministerio de Sanidad en una de las campañas del Plan Nacional sobre Drogas. La mayor parte de las políticas públicas contra las adicciones se sustentaban, como aquel "a tope sin drogas", en la idea de la prevención: para evitar y reducir los daños causados por las sustancias, es necesario advertir de sus peligros, paliar la demanda de drogas en la población o retrasarla lo máximo posible. Además, claro, de castigar penalmente la presencia y comercialización de drogas ilegales. Pero la abstención total no se ha alcanzado ni en las sustancias ilegales ni en los grupos vulnerables. "A pesar de todos los esfuerzos preventivos, educativos o incluso represivos, la realidad es que hay mucha gente que quiere consumir drogas. No se puede ignorar eso, no hay que volver la cabeza", opina Claudio Vidal, director del programa Energy Control de la asociación Bienestar y Desarrollo.
Hace 25 años que Energy Control actúa en ese limbo: al lado de las personas que hacen uso de las drogas, normalmente en contextos de ocio o recreativos. Nacieron en Barcelona en el año 1997, con la idea de facilitar información a la población consumidora. En 2014, recibieron el Premio Reina Sofía en la categoría de Prevención en el ámbito educativo y el Premio Europeo de Prevención de Drogas. "Estamos a caballo entre la prevención del consumo y el tratamiento de la adicción, con la mayoría de personas que consumen drogas en contextos limitados de ocio. Con las personas que se drogan, pero no han desarrollado problemas de adicción, aunque están en riesgo de experimentarlos. Nuestra actividad no contradice a la prevención, sino que la complementa", cuenta Vidal. Una de las acciones más visibles de Energy Control es la de instalar puestos informativos en lugares habituales de consumo como discotecas, festivales o raves. Allí, proporcionan información, asesoramiento, pruebas de alcoholemia o análisis de sustancias 'in situ'. Para saber si lo que has comprado es realmente lo que te han vendido, reducir los riesgos asociados a adulterantes y saber "cuánta droga lleva tu droga".
"Estamos entre la prevención y el tratamiento de la adicción, con la mayoría de personas que se drogan, pero no han desarrollado adicción"
Esa "reducción de daños y riesgos" es la filosofía principal de Energy Control. Son las acciones que prestan atención a quienes deciden consumir drogas legales o ilegales a pesar de los riesgos que entrañan. Durante la década de los ochenta, el enfoque clásico de la prevención perdió su hegemonía en favor de otras actuaciones. Un ejemplo adoptado en varios estados de la Unión Europea fue el de las llamadas "narcosalas", ante la epidemia de enfermedades relacionadas con el consumo de drogas por vía endovenosa como la heroína. El contagio del VIH, de la hepatitis B y las muertes por sobredosis dio paso a estos lugares donde se proporcionaba supervisión médica y material esterilizado. Su objetivo no es evitar que los drogodependientes se inyecten, sino que lo hagan de la forma más segura y menos dañina posible. En España, la primera se abrió en el año 2000 en Las Barranquillas. Estos programas, adoptados por las políticas públicas en algunos casos, responden a esa misma lógica. Comparándola con la tradicional prevención, se podría decir que "son como un sistema de seguridad del acróbata, de forma que si una red falla —la red asistencial que se creaba—, hay otra debajo de la anterior, la de reducción de daños", según explica el manual 'De riesgos y placeres'.
En aquel entonces, las 'narcosalas' fueron un motivo de polémica internacional. La ONU no las miraba con buenos ojos y, sobre su apertura, el ex primer ministro de Australia declaró: "No vamos a ayudar a inyectarse al toxicómano". Más allá de las drogas que se inyectan, la reducción de daños y riesgos asociados a otro tipo de drogas (legales o ilegales, duras o blandas) también es un asunto polémico, según opina el director de Energy Control. ¿Informar y analizar sustancias para consumirlas de forma menos dañina alienta el uso de drogas? ¿Existe realmente un 'consumo responsable' de drogas? "Nosotros trabajamos con personas que ya están consumiendo y, por tanto, no promovemos el consumo en el resto. Ofrecemos información y guías objetivas de utilidad. Eso siempre ha sido polémico, sobre todo porque se piensa que el discurso hegemónico ha de ser el del 'no a las drogas' sin ninguna otra opción. Este discurso es adecuado para determinados colectivos como jóvenes, adolescentes, embarazadas, personas que van a conducir o a manejar maquinaria. Pero la realidad dice que ese mensaje no llega a algunas personas, y es necesario ofrecer alternativas", opina Claudio Vidal.
"Damos información y eso es polémico, porque se piensa que el discurso hegemónico ha de ser el del 'no a las drogas' sin ninguna otra opción"
Esta es una de las recomendaciones que Energy Control aporta, por ejemplo, para el consumo de MDMA o éxtasis: "A lo largo del tiempo, el contenido en MDMA de las pastillas ha cambiado mucho. Hace diez años eran frecuentes pastillas con 60-90 mg de MDMA mientras que, actualmente (año 2019), pueden encontrarse pastillas con más de 200 mg. Por eso, hay que ser prudentes a la hora de consumirlas y se recomienda dividir la pastilla en dos, tres o cuatro partes, en función de la intensidad que se desee en la experiencia. Es importante no consumirlas de golpe, dada la elevada cantidad de MDMA".
"Hay muchos falsos mitos en torno a este tipo de programas", opina la psicóloga sanitaria y miembro del Grupo de Adicciones del Colegio de Psicólogos, María Manrique. "Sobre los programas de narcosalas, por ejemplo, sí que hay estudios que avalan que no se alienta el consumo, sino que hay una reducción. Creo que las acciones de reducción de riesgos no solo van encaminadas a evitar daños, sino también a la abstención. Algunas inciden en que el paciente no desarrolle una adicción y deje de consumir finalmente. Lo que pasa es que este es un proceso muy largo, pero es importante entender que los puntos de análisis, por ejemplo, no reparten ni facilitan la obtención de la sustancia en ningún caso. En todo caso, lo que ocurre es que allí acuden los que se quieren drogar y se les dice cómo pueden hacerlo para evitar mayores riesgos", explica.
"También hay que tener en cuenta que las drogas, a pesar de todos sus daños, generan placer para el que las consume. Euforia, relajación... Si no, la gente no las consumiría. Quizá por eso la abstención total puede ser algo utópico. Sería bueno invertir recursos en informar, en hacer que la gente sepa lo que se mete y qué daños comporta para su salud. Como cuando te fumas un cigarro, que lo haces bajo tu cuenta y riesgo. Ahora, también creo que hay colectivos vulnerables como adolescentes o jóvenes, gente en formación que no tiene capacidad de tomar decisiones responsables. Ahí estamos hablando de otro tema", opina esta psicóloga sanitaria. "Desarrollar una dependencia no solo depende del consumo de drogas, también afectan otros patrones como el estado emocional, psicológico, ambiental...".
Actuar en los lugares de consumo pone a Energy Control al pie del cañón, pero dificulta la asimilación de la información para el consumidor, que normalmente no está en condiciones para sopesar los riesgos de las drogas que va a tomar. "Una de las críticas que se suelen hacer a los programas de reducción de riesgos y daños es esa", dice Claudio Vidal. "Sabemos que una discoteca no es un lugar para la conversación y reflexión, sino para dar servicios concretos como análisis de sustancias o folletos que se pueden llevar a casa. Tenemos otras vías, como nuestra página web o nuestro teléfono de atención".
Pastillas más potentes por el mismo precio
Como organización que trabaja en lugares habituales de consumo, Energy Control también analiza y recoge tendencias sobre aparición de nuevas drogas. Según explica Vidal, los patrones de consumo han cambiado a lo largo de sus 25 años. Las sustancias cada vez son más diversas ("ha habido años en los que se detectaban una media de 100 sustancias nuevas"). Y cada vez son más las generaciones que han nacido inmersas en el consumo relacionado con el ocio, menos estigmatizado que el de décadas anteriores. "En general, es posible que las drogas estén cada vez más disponibles porque se consumen más. El fenómeno del consumo recreativo es relativamente reciente, pero ya son varias las generaciones que han crecido con una perspectiva más normalizada del consumo", sostiene el director de la organización.
El Informe Europeo de Drogas elaborado en 2020 respalda esta idea. El Sistema de Alerta Temprana de la UE sigue detectando al año, y por primera vez, más de 50 nuevas sustancias psicoactivas. Además, cada año se detectan en Europa unas 400 nuevas sustancias notificadas previamente, como estimulantes, cannabinoides sintéticos, benzodiazepinas, opioides, alucinógenos y disociativos. La web de Energy Control lleva a cabo un sistema de alertas de Nuevas Sustancias Psicoactivas. La mayoría, pastillas y secantes que se venden como drogas comunes (LSD, MDMA), pero que contienen fórmulas de las que se conoce poco y que pueden resultar más peligrosas.
El hecho de que las drogas de síntesis sean cada vez más numerosas y se consuman en lugares de ocio ha provocado que existan nuevos circuitos de distribución, según explica Claudio Vidal. "Uno de los más relevantes hoy en día frente a épocas pasadas es lo que se llama 'distribución social'. Los puntos finales de esta cadena están entre círculos de amigos. Es decir, ya no es necesario que la gente se reúna con desconocidos o vaya a sitios concretos para comprar drogas, sino que lo hace a través de personas de su entorno. Eso también facilita la accesibilidad", concluye.
"Cada vez hay más diversidad, pero muchas de estas nuevas drogas no llegan a consolidarse. Hace 25 años, no se hablaba de ketamina o anfetamina en el 'mainstream', digamos. Se consumían en grupos muy reducidos. En general, los adulterantes peligrosos varían mucho con la sustancia. En la cocaína, por ejemplo, casi siempre han sido los mismos", explica Claudio Vidal. "En el caso del MDMA, el problema no es tanto el adulterante, sino la concentración de principio activo que cada vez es mayor". El Informe Europeo sobre Drogas indica que "los comprimidos de MDMA contienen actualmente niveles más altos de la droga que en cualquier otro momento en el pasado", indica el estudio.
"Sería bueno invertir recursos en informar, en hacer que la gente sepa lo que se mete y qué daños comporta para su salud"
Según los datos del informe, el MDMA fue la sexta droga más frecuente registrada en la atención de urgencias en hospitales de la UE. Desde 2008, el precio de los comprimidos se ha mantenido estable, incluso ha disminuido, pero la concentración media ha aumentado hasta casi el doble. Según Energy Control, se han detectado algunas con más de 200 mg de éxtasis, una cantidad que puede provocar una sobredosis.
En cuanto a la cocaína, la cantidad incautada alcanzó los niveles más altos jamás registrados en 2018, con 181 toneladas en la UE. Al igual que con el éxtasis, la pureza de esta sustancia ha experimentado un alza general en la última década, mientras que el precio minorista se ha mantenido estable. En los servicios de urgencias estudiados, fue la segunda droga más frecuente.
La heroína, por su parte, indica un envejecimiento de sus consumidores, con tasas cada vez más bajas de iniciación. "Sin embargo, la duplicación de los volúmenes de heroína incautados en la UE y el incremento de los incautados en Turquía resultan preocupantes", reza el informe. Tras el cannabis y la heroína, fue la tercera sustancia más frecuente en los servicios de urgencias.
El Sistema de Alerta Temprana de la UE sigue detectando al año, y por primera vez, más de 50 nuevas sustancias psicoactivas
Por su parte, el cannabis es la sustancia ilegal más incautada y más consumida en los últimos años. El informe estima que el 1% de los adultos europeos lo consumen casi a diario y cada vez son más frecuentes los productos con una alta concentración de principio psicoactivo (THC). En la hierba y las resinas, el contenido medio de THC se ha duplicado en una década. Entre 2006 y 2018, el número de personas que iniciaron por primera vez un tratamiento por problemas con el cannabis creció un 64%. Fue la droga más frecuente en la atención de urgencias hospitalarias. Sobre el debate de su legalización, Energy Control se posiciona a favor. "Somos favorables a su regulación porque entendemos que hay que dar respuesta a esa realidad. La prohibición no ha servido para cumplir con sus fines, así que creemos que el debate ya no está en su regulamos o no, sino en cómo lo hacemos", opina Vidal. "Hay que aprender de la experiencia de otros países, con sus puntos fuertes y débiles, y empezar a avanzar hacia una propuesta concreta".
"Estés donde estés, estudies lo que estudies, hagas lo que hagas: a tope sin drogas". Se trata de un eslogan de 1999, difundido por el Ministerio de Sanidad en una de las campañas del Plan Nacional sobre Drogas. La mayor parte de las políticas públicas contra las adicciones se sustentaban, como aquel "a tope sin drogas", en la idea de la prevención: para evitar y reducir los daños causados por las sustancias, es necesario advertir de sus peligros, paliar la demanda de drogas en la población o retrasarla lo máximo posible. Además, claro, de castigar penalmente la presencia y comercialización de drogas ilegales. Pero la abstención total no se ha alcanzado ni en las sustancias ilegales ni en los grupos vulnerables. "A pesar de todos los esfuerzos preventivos, educativos o incluso represivos, la realidad es que hay mucha gente que quiere consumir drogas. No se puede ignorar eso, no hay que volver la cabeza", opina Claudio Vidal, director del programa Energy Control de la asociación Bienestar y Desarrollo.