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La última calada de la 'abuela marihuana': fallece Fernanda, la mayor activista procannabis
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A LOS 78 AÑOS DE EDAD

La última calada de la 'abuela marihuana': fallece Fernanda, la mayor activista procannabis

Presidenta del Partido Cannábico Luz Verde, estuvo al frente de diversas asociaciones a favor de la legalización de la marihuana. Considerada un “resto del 68”, la 'apóstol del autocultivo' fue condenada tras una incautación de 181 plantas

Foto: Fernanda de la Figuera, en una reunión de Mujeres Canábicas en Barcelona. (Getty/Laura Lezza)
Fernanda de la Figuera, en una reunión de Mujeres Canábicas en Barcelona. (Getty/Laura Lezza)
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Se llamaba Fernanda de la Figuera, aunque para muchos era simplemente Fernanda, aunque el gran público la conocía cariñosamente sobre todo como la 'abuela marihuana'. Un apodo que no se ganó con un rosario de muescas en su historial delictivo, que alguna tenía, sino porque durante años puso rostro al movimiento en favor de la legalización del cannabis desde Málaga. Este domingo falleció a los 78 años de edad en Zaragoza, donde al parecer se había trasladado a vivir con una hija.

Fernanda aseguraba ser un resto del 68”, de una época “de libertad, ilusión, alegría, en la que pensabas que la sociedad se podía cambiar”, contaba en el documental ‘Jardines de Dios’, en el que realizaba un tratado vital e ideológico de su relación con la marihuana. “Hemos marcado con el estigma de la palabra 'droga' a una serie de sustancias que por razones de comercio internacional no están legalizadas”, explicaba desde su finca malagueña, para añadir después que “la prohibición del cáñamo no tiene nada que ver con la ética o la moral, solo tiene que ver con el dinero”.

Foto: El portavoz del PSOE en el Congreso, Héctor Gómez. (EFE)

“La mentira que rodea su prohibición es la peor línea de educación para los hijos”, mantenía, antes de remarcar la relación natural que los miembros de su familia siempre han tenido con el cannabis. “Mi hija nació gracias a la marihuana, porque fue lo único que usé antes y después del parto”, aseguraba ante la cámara después de repasar el estado de las distintas plantas que cultivaba en ese preciso instante.

La activista, que fumaba ‘maría’ desde que era una veinteañera, mostraba la percepción comunal de un movimiento reivindicativo —“no es mi plantación, es la plantación del grupo, es la plantación de la vida”— que en ocasiones se perdía en “rencillas personales y celos” entre las asociaciones. “Todos tenemos el mismo interés: legalizar la planta del cáñamo”, rotulaba para reclamar una unión que consideraba fundamental para lograr un objetivo que debía tener su propio camino. “Los holandeses iniciaron uno, y los españoles otro”. Este, según su opinión, debía pasar por la defensa de la gestión propia: “Que en tu jardín, en tu terraza, tu balcón, puedas plantar para tu autoconsumo”. “Sin tener que entrar en las redes del comercio exterior, de la ilegalidad, ni de las mafias. Consumir lo que se planta”.

Fernanda abogaba por la unidad de todas las asociaciones para lograr la legalización

Fernanda observaba en la liturgia del cáñamo una acción casi terapéutica, que trascendía el debate médico de los efectos y la idoneidad de la marihuana, cuando defendía que su cultivo ayudaba a conocerse, a identificar los límites y las fronteras, y explorar “hasta dónde eres capaz de llegar”. “Sobre todo aprendes a aceptarte a ti mismo, con tus mezquindades y generosidades”, un punto “donde nos enfrentamos con nosotros mismos, ahí donde la tradición judeocristiana nos ha hecho dolientes y culpables”.

La 'abuela marihuana' recurría a una expresión con tanto significado como es la de “salir del armario” para referirse a los consumidores ocultos que, según consideraba, debían hacerse visibles para que la homologación del cannabis fuese una realidad. “Estoy harta de visitar a los políticos, lo que quiero es una realidad. Y la tenemos que conseguir entre todos”, comentaba en internet, una herramienta que consideraba clave para la divulgación y la acción de los activistas procannabis.

Ya fuese encabezando la Asociación Ramón Santos de Estudios del Cannabis de Andalucía (Arseca) o presidiendo —más recientemente— el Partido Cannábico Luz Verde, la también conocida como 'apóstol del autocultivo' siempre se defendió de las acciones judiciales contra su labor y solía escapar airosa. Hasta enero de 2020. Fue cuando trascendió que había sido condenada a nueve meses de cárcel y 10.000 euros de multa después de que en 2014, cuando presidía la asociación María de Marías, las fuerzas de seguridad incautasen 181 plantas de cannabis en la finca El Refugio de Alhaurín el Grande. La resolución consideró probado que existía una “organización y planificación” para que aproximadamente 200 asociados registrados pudieran adquirir dicha sustancia. No fue la única procesada, ya que la autoridad judicial también condenó al secretario y tesorero de dicha entidad, en una causa en la que inicialmente Fernanda se enfrentaba a una petición de la Fiscalía de cuatro años de encarcelamiento.

El magistrado estimó que no se cumplían los requisitos fijados por el Tribunal Supremo para que la actividad de los clubes de cannabis no sea delito: que participe un grupo reducido de personas, que el consumo sea inmediato y en un inmueble cerrado. Y entendió que la 'abuela marihuana' debía saber que la actividad de la asociación era ilegal o bordeaba la ilegalidad.

Foto: Un trabajador empaqueta marihuana medicinal en el Estado de Israel. (EFE)

Su partido informaba en octubre del año pasado de que la Audiencia Provincial de Málaga había ratificado el fallo emitido en primera instancia y lamentaba esta decisión en un contexto en el que en el debate en el Congreso y el Senado, con la presentación de cuatro propuestas de ley, se había abierto el debate sobre la legalización del consumo de la marihuana.

Fernanda de la Figuera, que tras la primera sentencia anunció que incluso recurriría al Tribunal Europeo de Derechos Humanos, evidenció después cierto asqueamiento y que se le agotaban las fuerzas cuando confesó al periódico 'Málaga hoy' que estaba “harta de todo” y que se iba a tomar las cosas con más “tranquilidad”.

Los que la conocieron personalmente, como el promotor cultural Héctor Márquez, recordaban en las últimas horas cómo esa resolución judicial, unida a una caída que le fracturó la cadera, había arrebatado algo de fulgor a su mirada. “Nos estamos yendo poco a poco”, le espetó tras la muerte de Antonio Escohotado.

Fernanda decidió trasladarse a Zaragoza para vivir con una de sus hijas, y ha sido allí donde ha fallecido, tras un periodo en cama. “No quería morirse sin ver la regulación española hecha realidad. Fernanda, lo conseguiremos. Gracias, gracias, gracias. No podemos expresar otra cosa que gratitud por tanto que nos has dado y hasta su último aliento solo tenía una cosa en la cabeza y es esta maravillosa planta”, se despedía de ella el Partido Cannábico Luz Verde. Otros emplazaban a sus amigos a una próxima celebración en su finca. “Una fiesta en su honor, como ella querría”.

Se llamaba Fernanda de la Figuera, aunque para muchos era simplemente Fernanda, aunque el gran público la conocía cariñosamente sobre todo como la 'abuela marihuana'. Un apodo que no se ganó con un rosario de muescas en su historial delictivo, que alguna tenía, sino porque durante años puso rostro al movimiento en favor de la legalización del cannabis desde Málaga. Este domingo falleció a los 78 años de edad en Zaragoza, donde al parecer se había trasladado a vivir con una hija.

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