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¡Menos mal que Will Smith no es blanco!
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'TRINCHERA CULTURAL'

¡Menos mal que Will Smith no es blanco!

La bofetada que el actor estadounidense propinó a Chris Rock, presentador de los Oscar, ha generado opiniones encontradas. Pero también formula problemas morales complicados de resolver

Foto: Momento en que Smith golpea a Rock. (Brian Snyder/Reuters)
Momento en que Smith golpea a Rock. (Brian Snyder/Reuters)

El bofetón que le soltó Will Smith a Chris Rock fue la estatuilla más comentada de una gala de los Oscar que se diseñó para ser gay, pacifista y feminista. No hace falta ni describirlo, lo habéis disfrutado en bucle: el cómico hizo un chiste sobre Jada Pinkett, la mujer de Smith, que sufre alopecia y ponía cara de apio ante la chanza, y a Smith se le fue congelando la risa, se levantó, caminó hasta el escenario con decisión y soltó una manguzada en la cara de Rock, que la encajó con deportividad.

Era un caballero andante que defendía el honor de la dama, al estilo siglo XX y anteriores, frente a millones de espectadores woke de todo el mundo. Un gesto de violencia física muy bien ejecutado que, sin embargo, pone patas arriba las guías moralistas para leer esta clase de episodios. Todavía hay gente en Twitter y los medios estadounidenses sudando la gota gorda para darnos una interpretación categórica.

No podrán brindarla. En términos panfletarios, podríamos decir que el heteropatriarcado opresor se burla de los rasgos físicos de una mujer y el heteropatriarcado opresor defiende el honor de esa mujer con un golpe, lo que ya empieza a complicar las cosas. Porque ¿acusar de heteropatriarcales opresores a dos hombres negros en Estados Unidos está permitido? El lío es monumental.

Si Will Smith fuera blanco, el problema estaría resuelto y ya lo habrían expulsado de la Academia. Su carrera se habría ido a tomar por saco con la misma celeridad que la de Chris Rock si el blanco fuera él y se hubiera mofado de una mujer negra, o si Will Smith fuera una persona transgénero, o si lo fuera Rock. Algo más complicado hubiera sido el momento si uno de los dos fuera latino, y desde luego la balanza se habría inclinado a un lado u otro si Smith o Rock fueran mujeres.

¿Un chiste puede ser violento?

Resulta que una hostia en la cara por un chiste deja de ser una hostia en la cara por un chiste si uno de los dos implicados tiene un currículum más oprimido que el de su contendiente. En las ecuaciones identitarias todo suma y todo resta, pero al compartir rasgos, tenemos tablas. Se les podrá acusar de hombres, y en particular a Smith de testosterónico, pero dado que está defendiendo a una mujer de una agresión verbal se abre un nuevo melón.

Por otra parte, está por ver si una bofetada es más violenta que una ofensa. Para esta sección del dilema se han vertido previamente opiniones contradictorias en forma de estudios sesudos e hilos de Twitter. Se ha dicho que un chiste puede ser tan violento como una bofetada. Se ha dicho que la violencia simbólica, cuando es ejercida por alguien con más privilegios contra otro que tiene menos, es equiparable a la violencia física. Se ha insistido en que los límites del humor son muchos y variados.

Todo se habría complicado más si Rock hubiera respondido y los dos hubieran rodado por el escenario a puñetazo limpio

Así que ¿es igual de violenta la bofetada que el chiste? ¿Es una respuesta adecuada a una burla verbal? ¿Se hablaría del chiste si no hubiera sido por la bofetada? Un puñetazo que tumbase de espaldas a Chris Rock, desmayado y echando sangre por la boca, sería un camino fácil para resolver el dilema con unas gotas de victimismo. Pero todo se habría complicado más en caso de que Rock hubiera respondido y los dos hubieran rodado por el escenario a puñetazo limpio.

En fin, cualquier otro ingrediente en esta intrincada ecuación hubiera supuesto días de discursos categóricos, manifestaciones por la calle, lazos en las solapas de las chaquetas de un color que expresara por sí solo la monstruosa injusticia sistémica. El resultado de la disputa lo tendríamos escrito de antemano en las guías de privilegios y discriminaciones confeccionadas por los departamentos de identidad, pero, ante las tablas, lo que hay hoy es una pesadilla de estupor.

Un gesto heroico y patético

No queda más remedio que encarar el episodio con una óptica poco común: la de las personas. Un individuo toma una decisión apasionada para vengar la burla que otro individuo dedica a la persona que más quiere en este mundo, y que no parece tomar a bien las chanzas que le dedican desde el escenario. Este individuo sale con un gesto heroico y patético a un tiempo, complejo, como lo es la humanidad.

Tenemos dilemas humanos en vez de propaganda. Dudo mucho que alguien sea capaz de resolverlo, y esto ha sido lo mejor de los Oscar

En diez segundos, tenemos el arranque de una historia moral llena de resabios y contradicciones, una variedad infinita de lecturas, una novela en lugar de un panfleto. Tenemos dilemas humanos en vez de propaganda. Dudo mucho que alguien sea capaz de resolverlo, y esto ha sido lo mejor de la noche de los Oscar de este año. Un momento más complejo que muchas de las películas que optaron al premio.

Me ha divertido mucho, por cierto, que los censores de la gala nos hayan permitido ver el puñetazo pero hayan silenciado las palabras de Will Smith cuando volvió a sentarse. Soltó algunos tacos. Esta absurda decisión define por sí sola el potaje que tienen en la cabeza los que van con las tijeras en las manos. Te permiten ver una hostia en la cara pero activan el silencio cuando alguien dice “fuck”.

Quizás la única enseñanza que saquen los promotores de este sinsentido moribundo es que hay que perseverar con la tendencia rancia de los últimos años. Han de terminar de una vez por todas con los chistes. Se podrán lanzar proclamas morales, se podrá llorar, se podrá ensalzar la carrera de los demás y se podrá bailar claqué, pero no se podrán hacer nunca más bromas, ni humillantes ni inocentes. A misa se va a tener las cosas claras, no a complicarse la vida.

El bofetón que le soltó Will Smith a Chris Rock fue la estatuilla más comentada de una gala de los Oscar que se diseñó para ser gay, pacifista y feminista. No hace falta ni describirlo, lo habéis disfrutado en bucle: el cómico hizo un chiste sobre Jada Pinkett, la mujer de Smith, que sufre alopecia y ponía cara de apio ante la chanza, y a Smith se le fue congelando la risa, se levantó, caminó hasta el escenario con decisión y soltó una manguzada en la cara de Rock, que la encajó con deportividad.

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