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La violación en un mundo virtual, sin cuerpos ni entrepiernas
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La violación en un mundo virtual, sin cuerpos ni entrepiernas

Algunas mujeres han denunciado "agresiones sexuales" en versiones de prueba del metaverso. Nadie parece criticar esta trivialización del concepto de agresión sexual

Foto: Zuckerberg teniendo una reunión de trabajo en su metaverso.
Zuckerberg teniendo una reunión de trabajo en su metaverso.

Algunas mujeres han denunciado "agresiones sexuales" en versiones de prueba del metaverso de Zuckerberg, como Horizon Worlds. Hablamos de un entorno de realidad virtual donde escapar de potenciales amenazas es tan fácil como quitarse unas gafas o pulsar un botón, y donde en todo momento puedes clicar en el icono de un escudo para alejar a otros usuarios de ti, denunciarlos a los moderadores y quedarte solo, como corresponde a la creación de un sociópata en el país que ya aplicaba el distanciamiento social mucho antes de que llegase la pandemia.

Uno puede entender que exista "acoso" en cualquier sitio, virtual o no, donde la gente interaccione, pero la idea de una "agresión sexual" se vuelve ontológicamente irritante por el simple motivo de que los avatares han sido diseñados sin piernas (ni entrepiernas). Es un detalle gráfico que algunos atribuyen a limitaciones técnicas, pero que otros han visto como una medida ideada para evitar las "tentaciones de la carne" (en un mundo sin carne), cosa que encaja perfectamente con el espíritu puritano de una red social que prohíbe toda representación de los pezones. Todo esto hace de la "agresión sexual" algo muy difícil de justificar.

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Aquí no estamos hablando de una campaña de 'bullying' contra una usuaria de Facebook, Twitter o Instagram con miles de depravados diciéndole que le van a cortar las tetas mientras la tildan de puta. No estamos hablando de un personaje sometido al incontrolable acoso digital en medio de amenazas e insultos. Estamos hablando de algunas señoras que se pusieron unas gafas de realidad virtual, sufrieron presuntamente molestias por parte de otros muñequitos en un entorno donde puedes bloquear a cualquiera en menos de un segundo, y han sido jaleadas por la prensa mundial como víctimas.

Los dirigentes de la compañía aseguran que siguen trabajando para crear un entorno del todo seguro, pero uno se pregunta cómo demonios puede ser más seguro un entorno en el plano sexual. Los habitantes del metaverso son medios muñecos con pinta de emojis, cortados de tronco para arriba, que flotan por la realidad virtual aséptica, naif y ridícula. Allí pueden probar nuevas y excitantes experiencias como asistir a reuniones de trabajo, jugar a videojuegos con el diseño infantiloide de la Wii, hacer aerobic con un monitor virtual o visitar una exposición de cosas que no existen. Se ve así.

placeholder Imagen que muestra cómo es el metaverso.
Imagen que muestra cómo es el metaverso.

Y, sin embargo, ha bastado que empiece a haber interacción real para que algunas usuarias digan que se sintieron "violadas" y la prensa se lo tome en serio. ¿En qué consiste la agresión cuando tu avatar es un eunuco al que solo puedes ponerle la ropa que una testigo de Jehová compraría a su hija adolescente? Pues bien: cuentan las señoras que, cuando aparecieron en el "vestíbulo" del engendro con su apariencia de "chicas", les pasó lo que a la pija de 'Acción Mutante' cuando la llevan al planeta Axturias. Se les "acercaron" avatares de hombres que las "miraban con insistencia".

Una ha dicho a la prensa que la "tocaron" aunque no ha aclarado a qué se refiere, ni se lo han preguntado. Por lo que sé, los muñequitos del metaverso no pueden hacer tal cosa, y en caso de que pudieran, tampoco notaría nada el "tocado". Las experiencias táctiles están limitadas a quien, además de las carísimas gafas Oculus imprescindibles para conectarse, vayan con unos guantes en versión de pruebas que permiten notar "objetos" en las manos. El tocamiento pasivo es, por tanto, imposible.

Foto: Phil Libin junto al logo de su nueva empresa. (Cortesía)

De cualquier modo, estas usuarias han aparecido en la prensa entre titulares gravísimos. ¡La "agresión sexual" ha llegado al metaverso de Zuckerberg! Y aunque Meta me parece abominable, me ha sorprendido que nadie lo discuta, ni siquiera un poquito. Quizás esto sea la enésima prueba de que ya no distinguimos la realidad de la ficción, ni la experiencia del hecho. No discuto el sentimiento de nadie, y no dudo que haya usuarios asquerosos, pero sí discuto que este sentimiento sea suficiente para llamar "agresión sexual" a algo acontecido en un mundo, para empezar, caracterizado por la supresión total del sexo.

Han dicho que recibieron comentarios como "no digas que no te gusta" por parte de emoticonos que las "miraban", que oyeron voces de hombres por los auriculares y que algunos les hicieron fotos (fotos significa capturas de pantalla de sus avatares sin piernas) y se las enviaron por el chat. Esto fue básicamente lo que las hizo sentir la experiencia virtual de una violación en manada.

Foto: Los logos de Facebook y Meta, en un montaje. (Reuters/Ruvic)

Me parece delirante que, habiendo violaciones reales en el mundo físico, caracterizadas por la violencia contra el cuerpo y los traumas insoportables de las víctimas, se haya dado tanto eco a unas señoras que se pusieron unas gafas de realidad virtual en su casa y sufrieron pequeñas molestias por parte de otros usuarios en un entorno donde podían bloquearlos con un clic. Y si la palabra que viene a mi mente es "delirio", es porque todo entorno de realidad virtual se basa en la máxima de la alucinación voluntaria. Es como si dijeras que te han violado los gnomos verdes brotados de un viaje con LSD.

¿Sueno duro, insensible? Hagamos el favor de recapitular. Ahí dentro no puedes arrimarte a nadie porque hay medidas de distancia social implementadas. No notas la presencia del resto de usuarios, a los que solo ves y oyes, y los puedes hacer desaparecer con un clic, de modo que tampoco te verán a ti. Por supuesto, no hay carne, sino muñequitos. No hay piernas ni entrepiernas, no hay riesgo, ni siquiera simbólico, y todo está diseñado sin un gramo de sexualización. Pese a ello, Meta se enfrenta a un problema de reputación porque unas señoras dicen haberse sentido "violadas".

Foto: La ministra de Igualdad, Irene Montero. (EFE)

No puedo evitar ponerme de parte de los programadores ¿Qué más pueden hacer para evitar que algunas personas se sientan molestas con otras? ¿Hay alguna posibilidad de crear un entorno de relación abierto y que nadie se comporte rudamente? Y sobre todo: ¿por qué permitimos que se trivialice de esta forma el concepto de "agresión sexual"? ¿En qué lugar deja eso a las víctimas reales de una violación? Echad un ojo a las sesiones de prueba que han ido apareciendo en YouTube, pasad un rato observando ese entorno, y decidme cómo es posible salir traumatizado de semejante guardería.

Poniéndonos metafóricos, en el metaverso la única violación es la que se comete con tus datos el día en que te das de alta, como pasaba con Facebook. Y pienso que, en este sentido, quizás les viene bien a los empresarios que la prensa los acuse de chorradas mientras nos animan a entregar otro pedazo de nuestro tiempo de sueño y de nuestra privacidad a cambio de figuras de humo.

Algunas mujeres han denunciado "agresiones sexuales" en versiones de prueba del metaverso de Zuckerberg, como Horizon Worlds. Hablamos de un entorno de realidad virtual donde escapar de potenciales amenazas es tan fácil como quitarse unas gafas o pulsar un botón, y donde en todo momento puedes clicar en el icono de un escudo para alejar a otros usuarios de ti, denunciarlos a los moderadores y quedarte solo, como corresponde a la creación de un sociópata en el país que ya aplicaba el distanciamiento social mucho antes de que llegase la pandemia.

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